Miguel Tirado Rasso

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La reforma energética

In Partidos Políticos on 21 agosto, 2013 at 12:28 pm

La propuesta de reforma energética presentada por el ejecutivo federal, pegó justo en el blanco. Y es que, no bien se había hecho el anuncio, cuando ya había reacciones en contra del proyecto, aun sin mucho conocimiento de su contenido, en una lógica de oposición a rajatabla.

En efecto, si para unos la iniciativa presidencial “se quedó corta, en los mínimos”, según declaraciones del presidente del blanquiazul, Gustavo Madero, que consideró el proyecto hecho a la defensiva, otros la vieron exactamente al revés, tachándola del “robo del siglo,” atentatoria contra el país y para beneficio de una pequeña minoría, de acuerdo con la interpretación del líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador.

El tema de los hidrocarburos de la Nación es sensible y polémico, y da para todo. Es un buen pretexto para que algunos personajes se envuelvan en la bandera nacional y se lancen en contra de quien se atreva a proponer algún cambio al marco regulatorio del petróleo, aún y cuando, paradójicamente, coincidan en la necesidad de revisar el manejo de esta industria. Porque, además de todo, el tema resulta ser muy rentable, políticamente.

Y es que, en esta materia, la razón política se impone sobre los intereses de la nación, y qué mejor ejemplo, que las contradictorias interpretaciones y los calificativos aplicados a la propuesta del ejecutivo federal, que lo mismo la ven insuficiente y tibia, o como una auténtica traición a la patria, según sea la posición política del declarante.

Decimos que la reforma que propone el primer mandatario pegó en el blanco, porque había que encontrar el justo medio con un planteamiento que invitara al diálogo, evitara la polarización de enfoques, de ser posible, y permitiera sentar a la mesa de discusión a los representantes de las diferentes fuerzas políticas, para dar paso al análisis de sus proyectos de reforma, en un marco institucional.

Por lo pronto, los dos partidos de oposición mayoritarios, PAN y PRD, y el gobierno han presentado ya sus propuestas de reforma energética, con la coincidencia los tres, sobre la necesidad de hacer ajustes en nuestra industria petrolera, aunque con diferencias en cuanto al cómo y hasta dónde.

Las posiciones de Acción Nacional y del Sol Azteca se van a extremos opuestos. En medio podríamos colocar a la del gobierno federal. Quizás para algunos, esto sea una muestra de debilidad del proyecto del ejecutivo, pero habría que reconocer que nuestro nacionalismo petrolero, hace políticamente imposible cualquier intento de cirugía mayor en este terreno, por lo que el margen de maniobra es realmente reducido. Encontrar ese punto que permita lograr los cambios sin generar un linchamiento mediático y callejero, no es sencillo, y son varios los ejemplos de intentos fallidos, así que la experiencia recomendaba ser pragmático y realista en este tema.

La campaña en contra de la reforma del gobierno ya estaba en su apogeo desde antes de que se diera a conocer y, por supuesto, el fundador de Morena y sus seguidores, ya la habían condenado, tachándola de privatizadora. Y es que el mito de la privatización de nuestros hidrocarburos, resulta un tema muy efectivo y de impacto en el discurso político, así como las referencias al nacionalismo del general Lázaro Cárdenas.

Por ello, a muchos no les gustó que, para sustentar su proyecto de reforma, el Presidente Peña Nieto hubiera acudido al texto original del artículo 27 constitucional propuesto, precisamente, por el general Lázaro Cárdenas. Una buena estrategia del ejecutivo que les arrebató argumentos a sus opositores, y que, por lo menos, los obliga a entrar a la discusión.

Se vienen largas y difíciles jornadas en las que, esperemos, se puedan alcanzar los acuerdos necesarios para que la reforma energética se convierta en realidad. El país la necesita. El tema demanda seriedad en la discusión y análisis de fondo, y dejarse de discursos populistas y descalificativos sin argumentos, que sólo conducen a la división y al enfrentamiento.

Se dice que hay más posibilidades de lograr consensos entre el gobierno y el PAN, y que las bancadas de este partido y del PRI en el congreso, sumarían los votos suficientes para lograr la aprobación de la reforma. Quizás, pero lo ideal sería que el PRD  no se marginara y se pudiera conseguir una reforma en donde las tres principales fuerzas políticas estuvieran de acuerdo. Porque, podemos adelantar, que una parte de la izquierda, con Morena y su fundador por delante, harán todo lo posible por boicotear cualquier consenso, porque lo suyo no es el diálogo, la discusión ni el análisis, sino el rechazo y la cerrazón, los plantones y las manifestaciones. Al fin de cuentas, lo suyo es la calle.

Agosto 21 de 2013

Las oposiciones y su papel

In Partidos Políticos on 7 agosto, 2013 at 12:31 pm

Difícil definir el papel y la responsabilidad de las oposiciones en regímenes democráticos. ¿Cómo debe ser el desempeño de los partidos de oposición? ¿Deberán siempre disentir y rechazar toda propuesta, programa o plan que el gobierno proponga? ¿Será válido que, en casos de coincidencia de propósitos, se puedan sumar a las políticas gubernamentales, sin que esto signifique poner en riesgo su esencia opositora? Negociar con la autoridad, ¿significa abdicar a su posición? Qué intereses deben guiar sus acciones, los de la Nación a la que deben servir o los de sus principios como fuerza de oposición.

La reflexión viene al caso por la encrucijada en la que parecen  encontrarse los dos partidos políticos mayoritarios de oposición, PAN y PRD, sus dirigentes, militantes y otras figuras distinguidas, con motivo de la suscripción del Pacto por México. Un acuerdo que permitió, en principio, superar las diferencias entre las principales fuerzas políticas de nuestro país, tradicionalmente enfrentadas. En ocasiones, de manera irracional.

Y es que, habría que reconocer el sigiloso y fino trabajo político realizado, durante los meses posteriores a la fecha de la elección, por parte del Presidente electo y sus operadores, con los personajes claves de las oposiciones para lograr sentar, en la misma mesa, a la representación de quienes, apenas, unos pocos meses antes, habían estado enfrascados en una ruda lucha electoral.

El Pacto evitó que México se hundiera en un marasmo, por conflictos postelectorales, y que la mirada se enfocara hacia adelante, para buscar acuerdos sobre medidas benéficas para el país. Así, a diferencia de las dos últimas sucesiones presidenciales, en las que sufrimos meses de enfrentamientos, manifestaciones, denuncias y  reclamos estériles, antes y después de la toma de posesión del Jefe del Ejecutivo, en esta ocasión, el inicio de la nueva administración mostraba una imagen diferente, a pesar de los esfuerzos orquestados para desacreditarla.

Los dirigentes del PAN, Gustavo Madero, y del PRD, Jesús Zambrano, sin perder postura ni desconocer su carácter de oposición, encontraron en el Pacto una oportunidad para analizar y discutir con el Gobierno y su partido, el PRI, temas fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para formular propuestas de solución a problemas nacionales. El foro resultaba útil, oportuno y adecuado para llevar en su seno ese diálogo indispensable para lograr acuerdos y poner fin al largo estancamiento que ha padecido nuestra Nación, debido, precisamente, a diferencias políticas. A una lucha desconsiderada por el poder.

Pero resultó que el éxito de este acuerdo, no convenía, de ninguna manera, al futuro político de algunos inquietos personajes, muy preocupados ya, desde ahora, por el 2018. Por lo que procedieron  maniobrar en contra de la operación de este mecanismo de concertación, censurando la participación de los dirigentes panista y perredista, calificándolos de sumisos y entreguistas. Pues, el fenómeno se dio, de igual manera, en los dos partidos. Y a partir de esto, y con la intención de no perder imagen ante su militancia, Gustavo Madero y Jesús Zambrano, comenzaron a jugarle las contras al instrumento que ellos mismos suscribieron voluntariamente.

Ante las presiones internas en el seno de estas dos fuerzas políticas, originadas, más por la lucha por el control del partido, que por una actitud de responsabilidad con el desarrollo del país, los propios dirigentes no han dudado en poner en riesgo al propio Pacto, con tal de mantenerse en el cargo, por el poco tiempo que les queda.

El Acuerdo, ciertamente afectó el protagonismo de algunos grupos que, al sentirse excluidos en la aportación de fórmulas para desatorar al país, de inmediato procedieron a presionar para sacar de este foro los acuerdos para otras reformas de ley. Esto explica las amenazas y chantajes en contra del Acuerdo Nacional , que no son otra cosa que una estrategia para restarle importancia como mesa de acuerdos, y borrarlo del escenario político, pues al estar identificado con el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, sus éxitos se los endosan a su administración y, esto, les resulta políticamente inconveniente.

Todo país debe contar con una oposición fuerte y sólida. Es fundamental para mantener los equilibrios del poder, pero no creo que la función de la oposición sea oponerse a toda medida que provenga del gobierno, todo el tiempo, sin considerar si son o no benéficas para el país. Si las propuestas son positivas y contribuyen al desarrollo de la Nación, la suma de esfuerzos del gobierno con las oposiciones constituye la única fórmula para el despegue, pues la contribución de todos es fundamental. Lo contrario, el enfrentamiento permanente, sólo lleva al estancamiento. Eso ya lo vivimos.

Por eso llama la atención que después de todos estos años de desencuentros, que afectaron la evolución del país, haya quien siga encontrando en el rechazo y la negación su plataforma política. Recientemente, el líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena,  Andrés Manuel López Obrador, expuso lo que considera que debe ser el papel de una oposición.

Él afirma que se negó a firmar el Pacto “porque México necesita de oposición” y cuando a todos los cooptan ya no se tiene ninguna esperanza. Para López Obrador, no importan los contenidos ni los propósitos, ni menos sentarse a discutir problemas y propuestas. Hay que estar en contra como razón de ser, aunque eso paralice al país, porque la única vía posible es su propuesta.

Esta es la clase de oposición que no necesita ningún país, pues lejos de aportar, constituye un muro de contención que impide el ejercicio de gobierno. Negada al diálogo y menos a la negociación, que para ellos es sinónimo de entreguismo, parte del supuesto que su misión es llevar la contraria. Y con esa consigna enfrentará todas las reformas que proponga el gobierno. En particular la energética, en contra de la cual ya se frota las manos.

Agosto 7 de 2013.

Primer proceso electoral

In Procesos Electorales on 3 julio, 2013 at 12:38 pm

El próximo domingo 7 se celebrarán elecciones en 14 estados de la República, (Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Coahuila, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas), en los que se disputarán 141 diputaciones locales y 1348 presidencias municipales. El padrón electoral para estos comicios es de 30.5 millones de electores, equivalente al 37 por ciento del listado nacional que asciende a 81.7 millones de ciudadanos.

De los 14 estados, sólo en Baja California estará en juego la gubernatura del estado, además de sus alcaldías y diputaciones. En Hidalgo, únicamente se renovará el congreso local y, en Coahuila, sólo los ayuntamientos. En el resto de las entidades, la elección será tanto para diputados, como para alcaldes.

Éste es el primer proceso electoral del sexenio, y una prueba de fuego para todos los partidos. Bueno, principalmente para las tres fuerzas políticas mayoritarias: PRI, PAN y PRD. Algunas de las cuales andan por senderos sinuosos entre enfrentamientos internos y alianzas externas, difíciles de explicar. Y es que, en la lucha por el poder, tal parece que el fin justifica los medios, y en la búsqueda de posiciones, lo de menos es con quién se asocian los partidos, aunque el socio resulte un compañero ideológicamente incómodo.

Recordamos que en el sexenio pasado, el entonces partido en el poder, nos sorprendió con la celebración de alianzas con una de las fuerzas políticas que, en su momento, se negó a reconocer la legalidad de la elección presidencial y, consecuentemente, el triunfo del candidato panista. No por algo, hubo quien las calificara de “contra natura”. Pero dado el desgaste acumulado por el PAN, en su calidad de partido gobernante, y ante su incapacidad de resolver el acertijo del reposicionamiento político del PRI, el blanquiazul optó por ir en alianza electoral con el partido del Sol Azteca, como fórmula para derrotar al partido tricolor. La estrategia funcionó, al menos, en tres casos: Oaxaca, Puebla y Sinaloa.

En base a aquella experiencia, estos partidos decidieron, nuevamente, unir sus fuerzas, y registrar candidatos comunes en seis estados (Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala). Hubieran querido hacerlo en más, pero al no cumplir con los requisitos legales para obtener el registro oficial de su coalición, tuvieron que conformarse con otras tres alianzas, sólo que éstas de facto (Durango, Quintana Roo y Veracruz).

Resulta evidente que la joya de la corona en esta jornada electoral, es la gubernatura de Baja California, entidad que gobierna el PAN desde hace 24 años. Aunque también hay otras posiciones que interesan mucho, como son las 13 capitales estatales en disputa. De éstas, dos gobierna el PAN, en alianza con el PRD: Oaxaca y Puebla. El resto están bajo los colores del PRI.

De acuerdo a declaraciones del presidente del CEN panista, su meta es conservar las capitales que detentan y recuperar las que alguna vez gobernaron: Aguascalientes, Durango, Chihuahua, Mexicali y Tlaxcala. Por su parte, el PRI pretende aumentar sus posiciones, y en particular, obtener la única gubernatura en juego, lo que tendría un especial significado político.

En efecto, con este triunfo, el tricolor lograría revertir su revés electoral más antiguo (1989), arrebatándole al PAN uno de los dos bastiones que éste ha conservado, ininterrumpidamente, por más de dos décadas. El otro es el gobierno de Guanajuato, cuyo triunfo electoral data de 1991.

En esta elección, el papel de los demás partidos con registro es menos que modesto. El Verde Ecologista, para no hacerse bolas, se sumó en alianza con el PRI, en prácticamente todos los procesos. El Partido Nueva Alianza, por su parte, con el rumbo perdido, a partir del  eclipse de su líder y fundadora, busca su sobrevivencia apostándole al campeón. De esta manera, va en alianza con los partidos en el gobierno local, sin importar principios ni ideología. Con el PAN y PRD, en los estados en que éstos gobiernan (Baja California, Puebla y Sinaloa), y a su vez con el PRI, en donde éste detenta el poder local (Chihuahua, Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz).

El partido Movimiento Ciudadano, ensartado en el destino que le depare el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y con prácticamente nada que ofrecer, sigue el mismo pragmatismo ideológico de nuestra realidad política, y lo mismo hace alianzas con el PAN (Oaxaca), que con el PRI (Chihuahua).

Por último, el Partido del Trabajo, muy disminuido y a la espera de lo que decidan otros sobre su futuro político, participa aliado con el mismo sentido de congruencia ideológica que sus colegas. Con el PRI, donde se pueda (Baja California) y con el PAN donde lo acepten (Oaxaca y Sinaloa).

No sabemos que tanto le afecte, electoralmente, a Acción Nacional su sainete senatorial, que, por cierto, no tiene para cuando terminar. El PRD, independientemente de sus tradicionales divisiones internas, no parece estar en su mejor momento electoral. Por lo que toca al PRI, su posición no es muy cómoda. Si gana más de lo que ya controla, la crítica se le vendrá encima acusándolo de viejas mañas para lograr el carro completo. Se denunciará entonces, el retorno del viejo PRI autoritario. Y si sufre derrotas, se hablará de concertacesiones, de una Presidencia a la baja, de un gobierno débil. Total, como el cohetero.

Lo que es de lamentar es el grado de violencia generado en torno a la elección y la guerra de lodo que ha ambientado las campañas. Pocas propuestas a cambio de muchas denuncias, en base a rumores.

Habrá que ver en qué medida influya todo esto en el ánimo de los votantes.

Julio 3 de 2013

¿El amor es una cosa esplendorosa?

In Temas Centrales on 11 abril, 2012 at 12:07 pm

El candidato del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), lucha por mejorar su posicionamiento en las preferencias electorales. Desde que se definieron los candidatos de los tres principales partidos políticos, PRI, PAN y PRD, las encuestas han mostrado al candidato de las izquierdas en una tercera posición, por debajo de Josefina Vázquez Mota, la candidata del blanquiazul, con una diferencia que, si bien es cierto, ha venido reduciendo.

Lo anterior, a pesar de que López Obrador lo ha intentado prácticamente todo. En un principio, desde que surgió como candidato de unidad del partido del Sol Azteca, decidió dar a conocer, a cuenta gotas, los nombres de los personajes que habrían de integrar su gabinete, en caso de llegar a triunfar en las elecciones. Una novedosa estrategia, con la que pretendía reforzar su aspiración mostrando, con mucha anticipación, demasiada quizás, un equipo de trabajo conformado por distinguidos profesionistas, como garantía de un buen ejercicio de gobierno. La estrategia no tuvo los resultados esperados. Los nombramientos anticipados no lograron motivar a los encuestados, al menos no lo reflejaron en sus opiniones.

Pero sin duda la estrategia más audaz intentada por este candidato, y que tiene intrigado a más de un ciudadano, es la del cambio de discurso, que ciertamente significa una transformación de su personalidad, al menos de la que le conocíamos, hace ya más de 11 años, cuando ocupaba la Jefatura de Gobierno del D.F.

El López Obrador de la campaña de 2006 era otro del que ahora ofrece su mano franca. Pero no sólo el de entonces, pues a lo largo de los últimos cinco años, y hasta antes de que iniciara el proceso electoral actual, el candidato de las izquierdas estaba muy lejos de la república del amor, ya que andaba muy ocupado recorriendo todo el país, en largas e incansables giras, llevando un discurso crítico, agresivo y descalificador en contra del gobierno, del titular del ejecutivo, al que no dejaba de llamar espurio y pelele, de los empresarios, de los medios de comunicación y de todo aquél que no comulgara con sus ideas.

Supongo que a estas alturas, el político tabasqueño estará arrepentido de sus excesos, que no fueron pocos, y que difícilmente podrían olvidarse en unos meses de campaña con la prédica de la reconciliación y el perdón.

Quizás uno de los errores que más está pesando en su contra sea el plantón de Reforma, en la capital del país. Una acción que fue más allá de una simple manifestación para afectar la libertad de tránsito, al convertirse en un verdadero desastre económico y laboral para comercios, oficinas, restaurantes y hoteles de la zona, que muchos tuvieron que cerrar, dejando gente en el desempleo.

El plantón logró su cometido de gran impacto, lo que permitió que se conociera, en todo el país y en algunos lugares del extranjero, la inconformidad del candidato perdidoso y su rechazo al resultado de la elección presidencial. Pero lo que entonces constituyó una conveniente difusión para su causa, resulta que ahora opera en contra de sus propósitos de campaña electoral, pues una gran sector de la población que no estuvo de acuerdo con ese plantón y desaprobaron su actitud, lo recuerdan todavía y les resulta difícil aceptar ese repentino cambio del odio al amor.

La popularidad de AMLO sufrió un considerable desgaste, que el propio personaje se encargó de alimentar, a lo largo y ancho del país, con su insistente denuncia de un fraude electoral no documentado y un permanente discurso de descalificación personal al Presidente Felipe Calderón. Y en esto no especulamos. Después de estar en campaña durante casi seis años, y tras haber logrado una muy elevada votación en 2006, el desplome en las encuestas que lo mantienen en tercer lugar sólo se entiende por el rechazo a sus errores de actitud y estrategia.

Quizás esto explique lo de la república del amor. Y bueno, si así fuera, estaríamos hablando, más que de la conversión del político en un buen samaritano, de una simple estrategia de control de daños, urgente y necesaria, ante la evidente pérdida de popularidad.

Y es que, tanto repentino amor, reconciliación, perdón y mano franca como mensaje central de campaña, no deja de ser “sospechosista”.

Abril 11 de 2012