Miguel Tirado Rasso

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Las oposiciones y su papel

In Partidos Políticos on 7 agosto, 2013 at 12:31 pm

Difícil definir el papel y la responsabilidad de las oposiciones en regímenes democráticos. ¿Cómo debe ser el desempeño de los partidos de oposición? ¿Deberán siempre disentir y rechazar toda propuesta, programa o plan que el gobierno proponga? ¿Será válido que, en casos de coincidencia de propósitos, se puedan sumar a las políticas gubernamentales, sin que esto signifique poner en riesgo su esencia opositora? Negociar con la autoridad, ¿significa abdicar a su posición? Qué intereses deben guiar sus acciones, los de la Nación a la que deben servir o los de sus principios como fuerza de oposición.

La reflexión viene al caso por la encrucijada en la que parecen  encontrarse los dos partidos políticos mayoritarios de oposición, PAN y PRD, sus dirigentes, militantes y otras figuras distinguidas, con motivo de la suscripción del Pacto por México. Un acuerdo que permitió, en principio, superar las diferencias entre las principales fuerzas políticas de nuestro país, tradicionalmente enfrentadas. En ocasiones, de manera irracional.

Y es que, habría que reconocer el sigiloso y fino trabajo político realizado, durante los meses posteriores a la fecha de la elección, por parte del Presidente electo y sus operadores, con los personajes claves de las oposiciones para lograr sentar, en la misma mesa, a la representación de quienes, apenas, unos pocos meses antes, habían estado enfrascados en una ruda lucha electoral.

El Pacto evitó que México se hundiera en un marasmo, por conflictos postelectorales, y que la mirada se enfocara hacia adelante, para buscar acuerdos sobre medidas benéficas para el país. Así, a diferencia de las dos últimas sucesiones presidenciales, en las que sufrimos meses de enfrentamientos, manifestaciones, denuncias y  reclamos estériles, antes y después de la toma de posesión del Jefe del Ejecutivo, en esta ocasión, el inicio de la nueva administración mostraba una imagen diferente, a pesar de los esfuerzos orquestados para desacreditarla.

Los dirigentes del PAN, Gustavo Madero, y del PRD, Jesús Zambrano, sin perder postura ni desconocer su carácter de oposición, encontraron en el Pacto una oportunidad para analizar y discutir con el Gobierno y su partido, el PRI, temas fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para formular propuestas de solución a problemas nacionales. El foro resultaba útil, oportuno y adecuado para llevar en su seno ese diálogo indispensable para lograr acuerdos y poner fin al largo estancamiento que ha padecido nuestra Nación, debido, precisamente, a diferencias políticas. A una lucha desconsiderada por el poder.

Pero resultó que el éxito de este acuerdo, no convenía, de ninguna manera, al futuro político de algunos inquietos personajes, muy preocupados ya, desde ahora, por el 2018. Por lo que procedieron  maniobrar en contra de la operación de este mecanismo de concertación, censurando la participación de los dirigentes panista y perredista, calificándolos de sumisos y entreguistas. Pues, el fenómeno se dio, de igual manera, en los dos partidos. Y a partir de esto, y con la intención de no perder imagen ante su militancia, Gustavo Madero y Jesús Zambrano, comenzaron a jugarle las contras al instrumento que ellos mismos suscribieron voluntariamente.

Ante las presiones internas en el seno de estas dos fuerzas políticas, originadas, más por la lucha por el control del partido, que por una actitud de responsabilidad con el desarrollo del país, los propios dirigentes no han dudado en poner en riesgo al propio Pacto, con tal de mantenerse en el cargo, por el poco tiempo que les queda.

El Acuerdo, ciertamente afectó el protagonismo de algunos grupos que, al sentirse excluidos en la aportación de fórmulas para desatorar al país, de inmediato procedieron a presionar para sacar de este foro los acuerdos para otras reformas de ley. Esto explica las amenazas y chantajes en contra del Acuerdo Nacional , que no son otra cosa que una estrategia para restarle importancia como mesa de acuerdos, y borrarlo del escenario político, pues al estar identificado con el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, sus éxitos se los endosan a su administración y, esto, les resulta políticamente inconveniente.

Todo país debe contar con una oposición fuerte y sólida. Es fundamental para mantener los equilibrios del poder, pero no creo que la función de la oposición sea oponerse a toda medida que provenga del gobierno, todo el tiempo, sin considerar si son o no benéficas para el país. Si las propuestas son positivas y contribuyen al desarrollo de la Nación, la suma de esfuerzos del gobierno con las oposiciones constituye la única fórmula para el despegue, pues la contribución de todos es fundamental. Lo contrario, el enfrentamiento permanente, sólo lleva al estancamiento. Eso ya lo vivimos.

Por eso llama la atención que después de todos estos años de desencuentros, que afectaron la evolución del país, haya quien siga encontrando en el rechazo y la negación su plataforma política. Recientemente, el líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena,  Andrés Manuel López Obrador, expuso lo que considera que debe ser el papel de una oposición.

Él afirma que se negó a firmar el Pacto “porque México necesita de oposición” y cuando a todos los cooptan ya no se tiene ninguna esperanza. Para López Obrador, no importan los contenidos ni los propósitos, ni menos sentarse a discutir problemas y propuestas. Hay que estar en contra como razón de ser, aunque eso paralice al país, porque la única vía posible es su propuesta.

Esta es la clase de oposición que no necesita ningún país, pues lejos de aportar, constituye un muro de contención que impide el ejercicio de gobierno. Negada al diálogo y menos a la negociación, que para ellos es sinónimo de entreguismo, parte del supuesto que su misión es llevar la contraria. Y con esa consigna enfrentará todas las reformas que proponga el gobierno. En particular la energética, en contra de la cual ya se frota las manos.

Agosto 7 de 2013.

El Pacto del Cambio

In Partidos Políticos on 24 julio, 2013 at 12:16 pm

Al Pacto por México lo han traído por el callejón de la amargura. Una excelente propuesta para lograr lo que hasta hace unos meses parecía imposible, permitió que los dirigentes de las tres principales fuerzas políticas del país, PRI, PAN y PRD, encontraran la fórmula para una tregua a sus diferencias  ante la necesidad de trabajar por un propósito común: el bienestar de México.

Y si el objetivo fundamental quedaba claro, y comenzaba a funcionar, resultó con que además, el Pacto podía brindar otros servicios como el de tabla de salvación a quienes no las tenían todas consigo en el desempeño de sus liderazgos partidistas. Así, los presidentes de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, encontraron en el Pacto por México la posibilidad de fortalecer su posición al frente de sus partidos, en momentos en que sus derrotas electorales del pasado proceso electoral federal, los habían colocado en una difícil e incómoda situación ante su militancia y personajes de influencia.

La firma del acuerdo suscrito justo al siguiente día de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como presidente de la República, tomó por sorpresa a propios y ajenos, pero sobre todo, a los grupos duros del blanquiazul y del Sol Azteca que, dolidos por la pérdida del poder, unos, y ante un nuevo fracaso electoral, otros, lo que menos deseaban era llegar a un acuerdo con el nuevo equipo de gobierno. No es de extrañar entonces, que recuperados de la sorpresa, ahora algunos estén dedicados a bombardear todo lo relacionado con el Pacto, con independencia de lo que le convenga al país, porque su egoísmo los lleva a pensar sólo en sus intereses particulares.

Las condiciones actuales han dificultado el avances en los acuerdos en el seno del Pacto, porque el contexto actual es muy distinto al de hace seis meses. Los éxitos alcanzados en un principio, se dieron en atención a que existía coincidencia entre las tres fuerzas políticas mayoritarias, sobre los temas que deberían revisarse para promover el desarrollo del país. Y salvo pequeñas distracciones, los esfuerzos estaban concentrados en ese propósito. Esto les significaba a los dirigentes del PAN y del PRD, una inmejorable plataforma para la proyección de su imagen en el tablero político nacional, cuando más lo necesitaban.

Pero conforme pasó el tiempo, las presiones al interior de estos partidos se agudizaron, y la lucha por el poder, a meses de la renovación de sus cuadros dirigentes, ha modificado totalmente los escenarios de la oposición. Lo anterior, explicaría los vaivenes en la conducta de sus dirigentes en relación con su participación en el Pacto. Y es que, según lo que les convenga más, Gustavo Madero y Jesús Zambrano se suman o se alejan de este acuerdo, utilizándolo  como escudo para defenderse las críticas y ataques del fuego amigo.

Parecería que, si entre las tres grandes fuerzas políticas hay coincidencia sobre las reformas que deben llevarse a cabo para que nuestro país finalmente despegue, los acuerdos entre ellos no deberían ser complicados. Pero resulta que los intereses que tiene que ver con la lucha por el poder, convierten en insalvables las pequeñas diferencias que pudieran existir en los criterios para el cambio.

Y cuando esa lucha es interna, las cosas se complican aún más, que es lo que precisamente está sucediendo en los dos partidos de oposición. Gustavo Madero sufre las presiones de parte del grupo identificado con el ex presidente Felipe Calderón, como preparativos para la sucesión de la cúpula dirigente del PAN, que tendrá que darse a finales de este año. Y como estrategia, Madero se cobija o se aleja del Pacto, según convenga, por lo que desvirtúa el acuerdo cuando lo utiliza para sostener su posición.

El mejor ejemplo de esto es la presentación que hizo el dirigente panista, la semana pasada, de la iniciativa de reforma energética, por su cuenta y fuera del Pacto, cuando en el seno de este foro estaba contemplado discutir este tema para presentarlo como propuesta de los tres partidos. Se entiende esta acción de Madero como reacción en defensa propia para atajar la iniciativa de reforma política que el grupo de senadores insubordinados de su bancada habían presentado con anterioridad y sin consultar a la dirigencia de su partido. Pero estas diferencias internas en el seno del blanquiazul están afectando la operación y efectividad del Pacto, al no darle el espacio que le corresponde.

Igual sucede con el dirigente del PRD. Jesús Zambrano amenaza un día sí y otro también con salirse del pacto, bajo cualquier pretexto, aunque en el fondo está claro que en las presiones de las tribus y de algunos personajes prominentes de la izquierda, estaría la explicación al veleidoso comportamiento del dirigente. Así que, al igual que su colega panista, Zambrano juega con el Pacto a su conveniencia.

Creo que el Pacto por México es lo mejor que le ha pasado al país desde hace varios sexenios en el campo político. Poner de acuerdo a quienes se disputan el poder, cuando su prioridad es su propio interés y no el del país, no es cosa fácil. Convencer a los partidos de oposición dela necesidad de trabajar juntos como única fórmula para lograr el progreso de México, requiere de un gran esfuerzo y de constancia.

En este foro, se han logrado importantes avances, quizás es tiempo de hacer ajustes para que pueda continuar operando, de acuerdo a las circunstancias que se están viviendo y evitar que se convierta en rehén de los partidos de oposición.

Julio 24 de 2013