Miguel Tirado Rasso

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Lucrar con el dolor ajeno

In Gobierno on 2 octubre, 2013 at 11:55 am

La devastación ocasionada por los meteoros Ingrid y Manuel podría considerarse de las más graves sufridas por nuestro país. Los números presentados en la Reunión de Evaluación Preliminar y de Acciones de Trabajo Inmediatas, realizada la semana pasada en Palacio Nacional, dan cuenta de la magnitud de esta desgracia. Como mucho se ha mencionado, la coincidencia en tiempo de estos dos huracanes que golpearon en la parte más estrecha de nuestro territorio por ambos lados, del Golfo y del Pacífico, sumaron un volumen de lluvia no imaginada, generando graves inundaciones, principalmente en el estado de Guerrero.

Ahora se analizan las causas, además de las naturales, las atribuibles al factor humano y, en consecuencia, las que pudieron o debieron evitar que se llegara a tan lamentables pérdidas. Por una parte está la deforestación que, incontenible, continúa acabando con nuestros bosques, facilita deslaves, avalanchas, inundaciones y destrozos. Se trata de un muy añejo problema de nuestro país, en contra del cual la autoridad, por incapacidad, ineptitud o corrupción, ha resultado impotente.

Los bosques aseguran el flujo regular de agua, absorben la precipitación durante las lluvias, retienen los suelos y liberan agua a intervalos. La regulación que ejercen los bosques contribuye a moderar los efectos destructivos de las inundaciones y la sequía que se dan con la tala de bosques. Su desaparición facilita el flujo de agua hacia los ríos elevando su nivel con el riesgo de inundación a poblaciones y campos agrícolas.  .

México es uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo, en contra parte, es de los que sufren los más elevados ritmos de deforestación. Ocupamos el quinto lugar, a nivel mundial, en esta condenable actividad con un promedio de 500 mil hectáreas de bosque y selvas perdidas cada año, de acuerdo a datos del Instituto de Geografía de la UNAM. Las principales causas de deforestación son el cambio de uso de suelo de bosques a potreros o campos de cultivo y la tala ilegal.

Otras de las causas atribuibles a la mano del hombre en el agravamiento de daños por fenómenos naturales, además de la explotación irracional de los recursos naturales, son la mala planificación de los asientos humanos, la falta de medidas de seguridad, planes de emergencia y sistemas de alerta, la mala calidad en las construcciones y algo que nos duele mucho pero que suele aparecer, tarde o temprano, la corrupción.

En esta tragedia, al parecer, hubo un poco de todo esto, y no faltan los señalamientos fundados o infundados, porque habría que decir que, frente al dolor de las víctimas afectadas por la fuerza de la naturaleza, hay quienes buscan obtener alguna ventaja política, económica o hasta de popularidad en la farándula.

Las cifras de la primera evaluación indican que 26 estados resultaron afectados. Hasta la semana pasada se registraban 147 personas fallecidas, 53 desaparecidas, casi 60 mil habían sido evacuadas de sus hogares. 18 de las 81 autopistas de cuota del país resultaron dañadas, 12 puentes colapsados, por mencionar sólo algunos de los efectos de estos meteoros. Se calcula que el costo de reconstrucción rebasará los recursos disponibles del Fondo de Desastres Naturales, que ascienden a 12 mil millones de pesos.

La reacción del Gobierno Federal para brindar ayuda a los afectados, con el Presidente de la República al frente, ha sido decidida y oportuna, aunque por las mismas razones de los destrozos, esto último no siempre ha sido posible. Y qué decir de la solidaridad mostrada por la sociedad civil en apoyo de sus compatriotas. Como en todos estos lamentables acontecimientos, las fuerzas armadas constituyen el eje para la instrumentación de las labores de rescate y distribución de abastecimientos hasta los lugares más alejados, y esta vez no ha sido la excepción.

Son momentos difíciles en los que cabría suponer que las diferencias políticas podrían hacerse a un lado para sumar esfuerzos y buscar que la unidad nacional permitiera hacer menos complicada la ayuda a nuestros hermanos, pero vemos que el egoísmo y el oportunismo de algunos personajes pesa más, y qué mejor oportunidad para lanzar culpas o aprovechar cámaras para elevar ratings, que la desgracia de otros.

Dos personajes habría que incluir en esta categoría por su destacado comportamiento, y no precisamente por espontáneo, desinteresado, solidario y anónimo. Por una parte, el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, vuelve a la carga y antes que ofrecer ayuda, prefirió buscar culpables, señalando como causantes de esta desgracia al Presidente Enrique Peña Nieto, a Televisa y a Milenio. Creo que ahora sí, ya perdimos al ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal y eterno aspirante a la silla presidencial, pues aunque es su costumbre calumniar y difamar para las galerías, esta vez no se midió.

El otro cuestionable personaje es una conductora de un reality show de televisión en el que se medra con la desgracia y el dolor humanos, Laura Bozzo, quien arrancó su fama en la conducción de un programa de televisión en su tierra natal, Perú, haciendo apología del entonces presidente de su país, Alberto Fujimori y de su asesor Vladimiro Montesinos, ambos de no muy gratos recuerdos para el pueblo peruano. Pues ocurrió que la señora Bozzo viajó a una zona de Guerrero para montar un espectáculo para transmitirlo en su programa de televisión. Por supuesto que de ayuda efectiva y anonimato, ni hablar. Eso sí, mucho protagonismo y gran difusión de su persona.

Si de lucrar con la desgracia humana se trata, creo que este es el ejemplo que habría que usar para sancionar a quién lo promovió y a quien lo permitió.

Dos casos diferentes, o quizás no tanto, pues la intención es la misma: aumentar el rating o la popularidad, a costa del dolor humano.

Octubre 2 de 2013