Miguel Tirado Rasso

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El no tan extraño retorno de JVM

In Temas Centrales on 1 octubre, 2014 at 6:54 pm

Para estar a la moda, en el Partido Acción Nacional también hay debate. Bueno, al menos, en la elección de su dirigencia. Y es que, como ya lo hemos comentado con anterioridad, el período del actual presidente de ese partido, Gustavo Madero, vence  el próximo 5 de diciembre, por lo que antes de esa fecha, debería publicarse la convocatoria correspondiente para la elección de su nueva dirigencia. Claro, esto, en teoría, y conforme a lo dispuesto en los estatutos de ese instituto político, porque en la práctica, otras circunstancias obligan a posponer el proceso de relevo hasta el primer trimestre del próximo año, con lo que la permanencia de su actual dirigente se prolongará  unos meses más de su término estatutario.

En efecto, don Gustavo, previsor de los tiempos, pero sobre todo de su futuro político, maniobró para que, durante la XVll Asamblea Nacional Extraordinaria del PAN, celebrada en el mes de marzo pasado, el senador Javier Corral “sorprendiera” a los convocados, entre otras, con una propuesta de modificación a los estatutos de ese partido, en la que se desechaba el método tradicional para la elección del presidente de su Comité Ejecutivo Nacional, vía el Consejo Nacional, para abrirla a toda la militancia del partido. Esto es, del voto de alrededor de 400 notables, la elección pasaría a ser decisión de más de 300 mil militantes.

Desde luego que esta propuesta cayó como balde de agua helada en algunos, que de inmediato manifestaron su rechazo, amenazando con recurrirla ante la autoridad electoral, en caso de que fuese aprobada. En aquella ocasión, los ánimos se calentaron al grado de tener que suspender la Asamblea. Cinco meses después, en el mes de agosto, pudieron reanudar los trabajos de la Asamblea, que concluyó con la aprobación de las reformas propuestas. Pero eso sí, también con la impugnación de los inconformes con los cambios.

Hace unos días, el dirigente panista recibió la buena noticia de que el Instituto Federal Electoral había resuelto la legalidad de las reformas propuestas en su Asamblea Extraordinaria, rechazando por improcedentes los recursos (8) de inconformidad interpuestos en su contra.

Los tiempos benefician a Madero, pues la convocatoria para la renovación de la dirigencia no puede publicarse hasta que la resolución del IFE quede firme, y esto significa un tiempo extra a su favor.  Se calcula que no antes de finales del presente año, iniciará este proceso. Mientras tanto, los rounds de sombra entre quienes aspiran, siguen a la orden del día.

Para confundir a sus contrincantes, los aspirantes juegan a las contras expresando un día su deseo de participar, para al siguiente expresar sus dudas sobre la conveniencia de hacerlo. En ese contexto, a los que, a pesar de sus dichos, no hay dudas de su aspiración, Ernesto Cordero y Gustavo Madero, habrá que agregar a la ex candidata presidencial Josefina Vázquez Mota (JVM), quien, con el apoyo de un grupo denominado Panistas por México, integrado por varios ex gobernadores y otros personajes, 16 en total, busca retornar por sus fueros.

Aunque su desempeño como candidata presidencial dejó mucho que desear, debido a múltiples factores, entre los que no habría que descartar el fuego amigo, Josefina Vázquez Mota se considera a sí misma con serias posibilidades de triunfar en su aspiración para presidir su partido. Sobre este punto, hay más dudas que certezas, pues el resultado de su aventura en las grandes ligas político-electorales, no sólo llevó al PAN a perder la silla presidencial, sino que lo redujo a un tercer lugar entre las fuerzas políticas del país.

Josefina, al igual que sus contrincantes en la carrera por el PAN, asumió la estrategia de endurecer la crítica a las reformas propuestas por el Ejecutivo, como fórmula para ganar adeptos en su nuevo proyecto político, y suscribió un desplegado en el que hace un llamado a los legisladores del Congreso a frenar las propuestas de Los Pinos, por constituir “una grave amenaza para el sano desarrollo de México”. En ese sentido manifiesta su rechazo a las reformas energética, hacendaria y político electoral, y entra en competencia abierta con sus correligionarios a ver quién asume la oposición más radical.

Para efectos del proceso sucesorio panista, la incorporación de JVM agrega confusión a una militancia cada vez más dividida. Se dice que ella podría tener cierta ventaja en la votación abierta, considerando que en la presidencial sumó más de 12 millones de votos. Sin embargo, este  razonamiento habría que tomarlo con cautela, pues sin duda, se trata de circunstancias totalmente distintas, además de que  su posicionamiento entre las preferencias panistas, hoy en día, es una incógnita. Por lo pronto, Consulta Mitofzky le da una diferencia de 33 puntos sobre Ernesto Cordero y 40, sobre Gustavo Madero, lo que seguramente la habrá estimulado, sólo que esta reciente encuesta fue únicamente sobre reconocimiento, faltaría ver si todos los que la conocen estarán dispuestos a darle su voto.

Por lo pronto, Gustavo Madero se frota las manos, pues con el nuevo método de elección abierta y la participación de Josefina, en caso de que así lo decida, sus posibilidades de triunfo aumentan, al dividirse la votación entre tres.

El papel del dirigente del PAN en el próximo período resulta estratégico, porque si bien sólo ocupará el cargo durante 15 meses, su desempeño le puede augurar un próspero futuro político. Calcule usted si no. A este personaje le corresponderá operar, en 2015, la elección para diputados federales, la renovación de cinco gubernaturas, (Colima, Nuevo León, Querétaro San Luis Potosí y Sonora), además de los procesos electorales para diputados locales y ayuntamientos en casi la mitad del país (14 entidades) y, con el acelere que traen, quizás hasta un buen posicionamiento para la elección federal de 2018.

Aquí la explicación de tanto interés por el control del partido.

Octubre 31 de 2013

¡A VOTAR!

In Temas Centrales on 27 junio, 2012 at 12:00 pm

Hoy es el último día que permite la ley realizar actos de proselitismo electoral. Es por tanto, la última oportunidad que tienen los candidatos, participantes en este intenso y sacudido proceso, para solicitar a los electores el voto a su favor. Es, asimismo, la última fecha que permite la legislación para “difundir o publicar, por cualquier medio, los resultados de encuestas o sondeos de opinión que tengan por objeto dar a conocer las preferencias electorales de los ciudadanos.”

Tres días de abstinencia propagandística nos esperan, cosa que se agradece. Una tregua a esta guerra de descalificaciones, denuncias y acusaciones en que se convirtió la campaña electoral, un descanso del bombardeo millonario de mensajes propagandísticos de radio y televisión y, como lo contempló el espíritu del legislador, la oportunidad para la reflexión del voto que habremos de emitir dentro de cuatro días.

Es pues, el final de una larga competencia en la que habrá de surgir un ganador, por lo que a los demás contendientes sólo les restará aceptar su derrota y replantear sus  proyectos de vida en vistas a un futuro muy diferente al que aspiraban. Con el cierre de campañas en este día, se agotaron tiempo y oportunidades. Finalmente, lo que se hizo o dejó de hacer, ahí quedó. Los candidatos y sus equipos sabrán, en unos días más, si sus estrategias fueron efectivas, si fueron más sus aciertos que sus errores, si lograron convencer y sumaron simpatías o fracasaron en el intento.

Por razón natural, la atención se concentra en la carrera presidencial, en la que, al menos, de acuerdo a la mayoría de las encuestas, el candidato de la coalición Compromiso por México, Enrique Peña Nieto, se mantuvo de principio a fin a la cabeza, con una cómoda diferencia. Si para el inicio del período de campaña se apuntaba con 48.4 por ciento de las preferencias electorales, según promedio de las encuestas publicadas por Mitofsky, Excélsior, Reforma, Milenio, OEM y El Universal, en la última medición de esta etapa, el candidato tricolor cierra con un promedio de 44.5 puntos (Mitofsky, Parametría y GEA/ISA). Lo que significa, siempre de acuerdo a las encuestas publicadas, que en estos tres meses de campaña, este candidato perdió únicamente cuatro puntos.

En estos últimos tres meses, la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, perdió posicionamiento entre las preferencias electorales.  Mientras que a finales del mes de marzo su promedio era de 29.5, al término de la etapa de campaña sus registros son de 24.4, lo que representa una pérdida de cinco puntos y su desplazamiento del segundo al tercer lugar.

Por su parte, el candidato del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, al comienzo de las campañas tenía un promedio de 21.3 puntos, contra 28.1 puntos que muestra la última medición, siendo su caso el único que tuvo un avance significativo durante esta etapa. Gabriel Quadri, candidato del Partido Nueva Alianza, habría arrancado con un promedio de 0.8 por ciento hasta acumular, al final 2.8 por ciento, lo que le permitirá mantener el registro de este partido y la posibilidad de alguna presencia en el Congreso, tal vez.

Bueno, pero eso es lo que muestran los estudios de opinión que, como mucho se ha dicho, son únicamente fotografías que permiten tener una idea sobre cómo andan las preferencias respecto de los candidatos, en un momento determinado. Se trata de análisis de opinión, no de vaticinios, aunque sus fórmulas permiten contar con elementos para señalar tendencias muy cercanas a la realidad, cuando están bien hechas, y en ello va el prestigio de quienes las realizan.

Eso sí, al final de cuentas el resultado de la elección depende, única y exclusivamente de la voluntad de los electores expresada a través de su voto. Entonces encuestas y estudios de opinión quedarán sólo como referentes históricos, para satisfacción, orgullo y reconocimiento de quienes supieron reflejar atinadamente las preferencias ciudadanas en sus trabajos, o pena, decepción y desprestigio para los que no hicieron bien su tarea.

El trabajo público de los candidatos ha concluido, el de los encuestadores también, asimismo el de periodistas, analistas, comentaristas y demás. El IFE ha recordado que la ley prohíbe cualquier manifestación o marcha en favor o en contra de cualquier candidato o partido, durante esta veda de cuatro días, prohibición aplicable también a los ciudadanos. Sigue el trabajo de la autoridad electoral, ahora en su fase crítica. Los consejeros electorales se han dado a la tarea de informar a la población sobre el proceso de votación y las medidas de seguridad con que se cuenta para tener una jornada electoral pacífica, transparente y confiable.

No existe razón ni evidencia alguna para suponer la maquinación de un fraude electoral. Por otro lado, existen demasiados candados que harían imposible cometerlo. La afirmación de que “los que mandan” y las televisoras preparan un fraude, sólo muestra el temor de quien sabe que no tiene asegurado el triunfo, en la que es su última oportunidad para llegar a la silla presidencial. Además de reflejar un profundo desprecio por quienes no simpatizan con su causa.

La obsesión de poder del candidato López Obrador no tiene límites. Para ganar adeptos enarboló la república del amor, pero, al fin y al cabo, genio y figura lo hicieron retomar su verdadera personalidad. Resulta a todas luces irresponsable insistir con el discurso del fraude sin aportar ninguna prueba, pues con esto se está descalificando, de antemano, el proceso y a las autoridades. Esperemos que no se repita la película de hace seis años, y que los candidatos que participan en esta competencia electoral acepten los resultados de manera civilizada, en lugar de mandar al diablo a las instituciones y enrolarse en aventuras de tristes recuerdos.

Por lo pronto, la invitación para todos es ir a votar el próximo domingo por los candidatos de nuestras preferencias, y tener la confianza de que quien gane será el que sume el mayor número de votos, sin importar la diferencia. Así es la democracia.

Energía Juvenil

In Temas Centrales on 30 mayo, 2012 at 12:21 pm

A cuatro semanas de que concluya la campaña electoral, el tono y la agresividad en los discursos de los candidatos presidenciales se ha elevado de manera considerable. Las descalificaciones han desplazado a las propuestas. Ahora se lanzan toda clase de epítetos, aunque a decir verdad, unos más que otros, eso sí, particularmente en contra del candidato del tricolor quien, por encabezar las preferencias expresadas en las encuestas, resulta ser el adversario a vencer.

Tanto Josefina Vázquez Mota como Andrés Manuel López Obrador han decidido enderezar todas sus baterías hacia un mismo objetivo, y en momentos surge material para hacerle imputaciones al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, aunque las culpas que se le pretenden endosar, sean ajenas. El sendero por el que tiene que circular este candidato es accidentado. Las denuncias sobre excesos o conductas ilícitas de militantes priistas, y en ocasiones ni eso, sirven a los propósitos de quienes repudian el regreso del PRI a Los Pinos, mostrándolos como ejemplos nefastos de un pasado que, afirman, no debe repetir.

En esta disputa por el poder, pareciera que lo que menos importan son las propuestas o los programas de los aspirantes presidenciales.  Se pierde más tiempo en tratar de mostrar porque no conviene que gane un candidato, que en exponer argumentos para convencer al electorado sobre las buenas razones para votar en favor de un aspirante. La estrategia de negativos avasalla a la de propuestas, y nos remite a la campaña del 2006, sólo que ahora el peligro para México lo representan el PRI y su candidato.

Se destaca como inédito el hecho de que, a partir del incidente de la visita de Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana, los estudiantes iniciaran una serie de marchas y manifestaciones en contra de este candidato. Y sí, pues usualmente las expresiones de protesta son en contra de actos de autoridad, y no en contra de alguien que todavía no lo es. Pero algún reflejo habría de tener en el ánimo de estos jóvenes lo que se ha dicho del pasado priista por parte sus adversarios políticos y, ante un futuro incierto, los jóvenes han volcado su desencanto en contra de lo que suponen, de retornar, empeoraría las cosas. El detalle está en que, en ese pasado nefasto de otros tiempos que tanto se rechaza, existían más y mejores oportunidades para los estudiantes de entonces. Eso, ni manera de negarlo.

La participación de los jóvenes en este proceso electoral hay que saludarla y estimularla. Representan una fuerza de presión que obliga a todos los candidatos a esforzarse más. Su voz ha ocupado un lugar predominante en la campaña, y si bien, se defienden para evitar caer en política partidaria, la realidad es que esto parece inevitable. El sólo hecho de expresarse en contra de un candidato los lleva a inclinarse por alguno de los demás, aunque no lo mencionen expresamente, porque lo que no están promoviendo es el abstencionismo, y que bueno, porque eso sería grave.

Tal vez lo que valdría señalar, en relación a esta expresión juvenil, es la necesidad de que tres elementos no se pierdan en la explosión energética de sus movilizaciones. La serenidad, el respeto y la tolerancia, son valores que deben estar presentes en todo momento. La serenidad para que, a pesar de las pasiones que despiertan los temas políticos, no se violenten los ánimos. Que los reclamos y cuestionamientos puedan formularse con respeto hacia sus  contrapartes del diálogo. Y, finalmente, ser tolerantes para escuchar ideas y propuestas de los demás, que en algunos casos pudieran sumar aportaciones interesantes a sus planteamientos.

Porque supongo que estas manifestaciones tienen un sentido propositivo para que su voz sea escuchada, para reclamar su derecho a obtener respuestas y plantear propuestas, creo importante que éstas se lleven a cabo en un ambiente propicio que permita alcanzar resultados positivos. Y es que tanta energía habría que aprovecharla para construir y no para destruir. Movimientos para proponer cambios y mejoras, en lugar de posiciones de negación, que a nada conducen.

Mayo 30 de 2012

Se acabó el amor

In Temas Centrales on 16 mayo, 2012 at 12:42 pm

Ciertamente el post debate ha resultado más dinámico e interesante que el propio encuentro entre los cuatro candidatos en el que, por primera vez, desde el inicio de la pre campaña, se encontraron frente a frente. Como se ha comentado, la expectativa de que el primer debate marcara una reorientación en el sentido de las preferencias electorales, basada en la actuación fallida que tendría Enrique Peña Nieto en dicho acto, según el vaticinio de sus contrincantes, se desinfló cuando el priista resolvió, sin mayor problema, esta etapa del proceso. Para propios y extraños, el mexiquense salió bien librado.

La estrategia de Josefina Vázquez Mota y de Andrés Manuel López Obrador para este primer debate, coincidió en la intención de tratar de descalificar al candidato tricolor con acusaciones que, por haber sido ya materia de múltiples aclaraciones, en otros tiempos, resultaron  meros tiros de salva, por lo repetitivo y la falta de originalidad. Ninguna novedad, y lo que se había anunciado como una bomba que estallaría afectando el posicionamiento del puntero en las encuestas, se cebó.

El sospechosismo, que en momentos ensombrece este proceso, ha dado pie a diversas hipótesis sobre supuestas estrategias secretas, cuando, al día de hoy, faltan  únicamente cinco semanas de campaña. Especulaciones derivadas de algunos hechos y comportamiento de los candidatos:

Que si la provocativa participación de la edecán tenía el oscuro  propósito de desviar la atención del debate, como estrategia para ocuparse más en un escote, que preocuparse por el contenido de las exposiciones de los candidatos. Que si más bien se trató de ponerle una trampa al candidato tricolor, en la que, por cierto, no cayó, difundiendo su fotografía en las redes sociales con la mirada clavada en los atributos de la edecán, como fue el caso de la foto puesta en circulación de Gabriel Quadri.

Que si la candidata del PAN y el candidato del Movimiento Progresista se  pusieron de acuerdo para concentrar los ataques en contra del priista, con el ánimo de hacerlo caer del lugar preferente que sigue ocupando. Sobre ésta, al menos, quedó la duda, cuando ambos candidatos enfocaron todas sus baterías en contra de Peña Nieto, evitando el enfrentamiento entre ellos. Josefina Vázquez Mota, haciendo a un lado los agravios que pudo haberle reclamado a López Obrador por la campaña de denostación que, a nivel nacional, llevara a cabo el candidato de las izquierdas en contra del Presidente Calderón, y aquél renunciando a echarle en cara a la candidata blanquiazul alguna de las innumerables críticas que durante los últimos cinco años formuló a la administración calderonista.

Que si este entendimiento para impedir, a como de lugar, el triunfo del abanderado tricolor, podría llegar hasta sumar esfuerzos de estos dos partidos, otrora antagónicos, en una concertacesión que dejaría un solo contrincante para enfrentar a Peña Nieto (la candidatura de Quadri es testimonial). Esto, claro está, en caso de que López Obrador desbancara a la jefa Vázquez Mota del segundo lugar, y la posición de la panista se desfondara en las encuestas.

Por lo pronto, todos los candidatos se declararon triunfadores del debate, algunos con más énfasis que otros. Faltaba entonces ganar el post debate, tarea compartida entre los candidatos y sus equipos de campaña. En eso ocuparon su tiempo toda la semana pasada, porque después vendrían las encuestas que habrían de reflejar la realidad sobre este encuentro, al mostrar sus efectos en la opinión de los electores.

Y bueno, resulta que el debatido debate no arrojó los grandes cambios que algunos suponían; y la esperanza de que la distancia entre los tres fuera cada vez más corta, se esfumó. Por lo pronto, el candidato tricolor se mantiene a la cabeza de las preferencias electorales conservando una cómoda ventaja. Según las encuestas de Milenio-GEA/ISA, BGC-Excélsior y Consulta Mitofsky, Enrique Peña Nieto alcanza 45 puntos, puntuación en la que coinciden las dos primeras encuestadoras, aunque Mitofsky le da 48 puntos.

El segundo lugar está cada vez más competido. Según la encuesta que publica Excésior, López Obrador empata a Josefina Vázquez Mota con 26 puntos. En esto si difieren las otras dos casas encuestadoras, aunque la diferencia entre uno y otro candidato es mínima, si atendemos al margen de error. Milenio le da 25.3 puntos a la candidata de Acción Nacional contra 23.6 de AMLO, y Mitofsky abre un poco más la diferencia, 25.3 contra 23.6, respectivamente.

Gabriel Quadri tiene diferentes mediciones, Milenio le da 6 puntos, Excélsior tres y Mitofsky dos. Pareciera que este candidato ya superó el mínimo que requiere para conservarle el registro al partido que lo postula. A partir de esto, todo lo que sume es ganancia.

En este contexto y cuando nos encontramos a la mitad de la campaña, desapareció la república amorosa. Poco duró el encanto, y es que genio y figura…

El candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, nos tenía acostumbrados a un discurso de descalificaciones de todo y de todos aquellos que no compartieran sus ideas. Así fue, durante los últimos cinco años, expresando, a lo largo y ancho del país, su inconformidad con el resultado de la elección presidencial de 2006, desconociendo el triunfo del Presidente Felipe Calderón y alegando la comisión de un gran fraude electoral.

Un complot orquestado en su contra por la mafia del poder para robarle una elección que, según su afirmación, él había ganado, fue la denuncia que llevó como punto central de su discurso durante su muy anticipada y larga campaña de retorno.

Pero todo cambió cuando inició el proceso electoral. Andrés Manuel pasó del odio al amor, y evitó las descalificaciones a sus adversarios, hasta que se percató de que esa estrategia no le iba a redituar el repunte necesario en las preferencias, ante el reducido tiempo de campaña, y recuperó su estilo. Ahora tenemos al candidato de hace seis años con el mismo discurso, las mismas denuncias y las quejas de entonces. Los de arriba, los que mandan, el pueblo bueno, el cerco informativo, la mafia del poder, el innombrable, etc. Tal vez volver al pasado no sea lo más conveniente para sumar nuevos adeptos, pero quizás él se sienta mejor y más a gusto, manejando su vieja estrategia.

Mayo 16 de 2012

Rebotes de la equidad de género

In Temas Centrales on 18 abril, 2012 at 12:39 pm

Largo ha sido el camino recorrido en la lucha por el reconocimiento y respeto de los derechos de las mujeres. Avance lento, porque se trata de modificar estructuras mentales para generar una nueva cultura de igualdad entre hombres y mujeres en terrenos en los que, histórica y tradicionalmente, la figura predominante ha sido el llamado sexo fuerte. Y esto no es algo sencillo de cambiar.

En 1953, en el gobierno del Presidente Adolfo Ruiz Cortines, se decretó el derecho al voto de las mujeres, lo que les confería el reconocimiento como sujetos de derechos políticos. De entonces a la fecha, en casi seis décadas su participación en la política ha sido más bien discreta.

Para el máximo puesto de elección popular, la presidencia de la República, cinco mujeres han sido registradas como candidatas a lo largo de la historia del país. En 1982, Rosario Ibarra fue postulada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores. En 1994 contendieron, Cecilia Soto por el Partido del Trabajo y Marcela Lombardo por el Partido Popular Socialista. En 2006, el Partido Social Demócrata y Campesino postuló a Patricia Mercado, y actualmente hace campaña Josefina Vázquez Mota, como abanderada del Partido Acción Nacional.

Por lo que toca a los gobiernos estatales, sólo seis mujeres han ocupado el cargo de titulares del ejecutivo. La pionera fue Doña Griselda Álvarez, electa para gobernar el estado de Colima, en tiempos de la presidencia de José López Portillo. Los otros estados gobernados por mujeres han sido Tlaxcala, Yucatán, en dos ocasiones, y Zacatecas. Además de que, por un corto período, la capital de la República fue gobernada también por una mujer, Rosario Robles.

Con la conclusión del mandato de la priista Ivonne Ortega al frente del gobierno de Yucatán, a finales de este año, nuestra geografía política se quedará sin ninguna figura femenina al mando de un gobierno estatal. Al menos por un buen rato, porque quienes aspiraron a una gubernatura y a la jefatura del gobierno del D.F. para las elecciones del primero de julio próximo, se quedaron en el camino.

En el Congreso, la presencia de la mujer ha sido mayor, aunque no lo suficiente. Para superar los obstáculos que limitan su participación se establecieron las cuotas de género, sugeridas en un principio, y como una obligación, después. A partir de la reforma de 2007, la legislación electoral impuso a los partidos políticos la obligación de presentar, tanto como candidatas a la Cámara de Diputados, como al Senado, al menos un cuarenta por ciento de mujeres.

Aun así, hubo partidos que encontraron la manera de evadir esta obligación, y surgieron las llamadas “Juanitas”. La trampa consistía en postular como candidata propietaria a una mujer y colocarle de suplente a un hombre, que era quien les interesaba que ocupara la curul. La propietaria asumía el cargo, sólo para solicitar licencia de inmediato y ser sustituida por su suplente.

Esta argucia burlona llevó al legislador a ser más preciso y establecer que para la cuota mínima del 40 por ciento, propietario y suplente deberían ser del mismo género, en este caso femenino. Pero como suele suceder, las mejores intenciones convertidas en medidas correctivas para evitar abusos, no siempre logran su cometido y llegan a generar consecuencias incómodas.

La reforma en comento se aplicó por primera vez en el proceso electoral actual, generando un problema para los partidos que, suponemos, esperaban poder librarse, una vez más, de esta obligación, así que no se prepararon para cumplir con la cuota de género.

Una sentencia del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación habría de confirmarles la obligatoriedad de la norma sin posibilidades de excepción, precisando las proporciones: al menos 120 candidatas a diputadas y 26 al senado, y aquí es donde los buenos propósitos dieron lugar a situaciones no deseadas. Para ajustar la cuota, los partidos intercambiaron hombres por mujeres, hasta llegar a la proporción del 60-40, en decisiones arbitrarias y apresuradas de sus dirigencias. El término para cumplir se agotaba. Sin el menor apego a sus estatutos ni respeto a formas democráticas, simplemente eliminaron a unos para poner a otras. Y claro está, con este manejo, para respetar el derecho de unas, se violaron los derechos de otros.

Como la norma se cumplió, sin mucha reflexión, el problema subsiste. Se sabe de casos decididos a impugnar, ante la autoridad electoral, las decisiones de sus partidos al considerar que se afectaron sus derechos, sobre todo cuando el removido habría ganado su candidatura a través de un proceso democrático de selección interna.

Esperemos que para el próximo proceso electoral los partidos asuman con mayor responsabilidad el caso de las cuotas de género, y lleven a cabo los pasos necesarios para contar, con oportunidad, con los elementos femeninos suficientes que les permitan cubrir las proporciones que fija la ley. Sólo así se evitarán absurdos arbitrarios e injustos, como lo acontecido en esta ocasión, que desvirtúan los buenos propósitos de la norma.

Abril 18 de 2012