Miguel Tirado Rasso

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Un proceso equitativo

In Procesos Electorales on 10 julio, 2013 at 12:46 pm

Para bien del país, finalmente concluyó la jornada electoral para la renovación de legislaturas locales y alcaldías en 14 entidades de la República y la gubernatura de un estado, el de Baja California. Jornada precedida de múltiples e insistentes denuncias, acusaciones, y quejas formuladas un día sí y otro también, más como estrategia para descalificar los comicios por anticipado y fortalecer posiciones, que con la intención de corregir vicios en los procesos.

Y es que, en estas elecciones los presidentes de los dos partidos mayoritarios de oposición, PAN y PRD, se jugaban algo más que los triunfos o derrotas de sus candidatos, pues enfrentamientos internos y la metralla del fuego amigo, habían puesto en duda su actuación como dirigentes, cuestionando su liderazgo. Todo por su participación en el Pacto por México, que no gustó a cierto sector de sus correligionarios, que los tacharon de colaboracionistas y de no asumir un papel más radical, como partido de oposición.

El presidente del PAN, Gustavo Madero entendió que debía endurecer su posición en contra del PRI, como medida de salvación de su cargo. Así vimos que el volumen de sus reclamos sobre supuestas maniobras de mandatarios priistas en las campañas, coincidía con la intensidad de su conflicto con los senadores de su partido.

Para curarse en salud, y en preparación de cómo pudiera resultar la elección para su partido, en caso de derrotas, el presidente del PAN habría denunciado anticipadamente una serie de irregularidades, que le servirían de antecedente para, en su momento, reclamar la descalificación de los comicios. Claro está que, en caso de triunfos, ni para que recordar los reclamos.

Algo parecido a esta circunstancia es lo que vivió el dirigente del PRD, Jesús Zambrano, ya que algunos grupos de su partido y miembros de la izquierda a la mexicana, también habrían expresado su inconformidad por su colaboración en el Pacto por México pero, sobre todo, por haber hecho a un lado el estilo tradicional de esa izquierda de oposición a ultranza y rechazo de entrada a cualquier propuesta de gobierno, más allá de la conveniencia o necesidades del país.

Zambrano, también habría tenido que endurecer su actitud con el gobierno, y optar por sumarse a las denuncias sobre supuestas irregularidades cometidas por autoridades priistas durante la etapa de campañas del proceso electoral. Aunque ciertamente, con un poco más de moderación respecto de la estridencia de su colega panista.

Finalmente, la jornada transcurrió sin graves altercados, salvo en el estado de Veracruz. Como se había pronosticado, los tiempos del carro completo del PRI pertenecen a la historia. Una leyenda urbana que se aduce como verdad por algunos, sólo como medida de presión. Sobre este proceso, poco tendrían que alegar los dirigentes partidistas, pues los resultados no significaron mayor sorpresa. En términos generales, el PRI mantuvo su equilibrio, con pérdidas y ganancias. Si bien, perdió las capitales de los estados de Baja California, Puebla, Coahuila, Aguascalientes y Tlaxcala, salió triunfante en las ocho restantes. Asimismo, alcanzó la mayoría en 10 de los trece congresos locales.

Hasta el momento, pareciera que Acción Nacional se habría  alzado con la victoria para gobernador en Baja California, además de haber ganado las capitales estatales que perdió el PRI, y algunas plazas más. Para el PAN, el resultado de estos comicios, es quizás hasta mejor de lo que probablemente esperaban, tomando en consideración la zona sísmica por la que atraviesa. Y para Gustavo Madero, mejor imposible, porque recibió oxígeno para concluir su mandato sin sofocaciones, o al menos así parece.

La participación del PRD fue sin duda, la más discreta, por decirlo de alguna manera. Sus alianzas con el PAN le funcionaron para no perderse en el proceso, pero sus divisiones internas y, sobre todo, el surgimiento de Morena, le afectaron, y le causarán mayores dolores de cabeza en el futuro, si a la brevedad no se somete a una reconversión a fondo, pues su desmembramiento, es una amenaza real.

Ahora bien, creo que algo se tendrá que hacer para que los procesos electorales que, si bien, fortalecen nuestro sistema democrático, no se conviertan en un obstáculo para el ejercicio de gobierno al paralizar programas, inversiones y acciones en cumplimiento de una veda electoral decretada como medida de asepsia para bien de los procesos electorales.

Existen programas que no pueden suspenderse por ninguna razón, ya que esto causa graves perjuicios a los sectores de la población a los que están destinados. Y son precisamente los programas asistenciales que, por su sentido social no deberían interrumpirse, los que caen en los supuestos de la veda.

Desconozco si esta práctica se da en otros países, o es una exclusiva más de nuestra folklórica democracia que, con medidas extremas, pretende lavar culpas de los tiempos del partido aplanadora, el del carro completo, sólo que ahora sirve de chantaje a una oposición que ha encontrado, en esos pecados del pasado, una fórmula de presión para imponer condiciones.

Habría que reconocer que vivimos ya otros tiempos. Que el país ha cambiado y que la competitividad política y la alternancia son una realidad que llegó para quedarse. Que habría que apelar al cumplimiento de la ley y a la madurez política y sentido de responsabilidad de todos los actores participantes en los procesos electorales, y evitar disposiciones que sólo reiteran la obligación de cumplir con lo que ya ordenan las leyes.

Julio 10 de 2013

Vuelta al pasado

In Temas Centrales on 4 julio, 2012 at 12:48 pm

Con una votación del 63.15 por ciento, la segunda más alta de la historia según lo informó el IFE, el domingo pasado concluyó  la jornada de los comicios para más de 2 mil cargos de elección popular, destacando la renovación de los poderes ejecutivo y legislativo federales, así como las gubernaturas de seis entidades de la federación, la jefatura del Gobierno de la capital, su Asamblea de Representantes y delegados, así como varios congresos locales.

Una jornada electoral cuyo desarrollo transcurrió en un clima sosegado sin graves incidentes, a pesar de algunos pronósticos que auguraban alteraciones del orden y violencia. La ciudadanía cumplió con su responsabilidad y decidió por quien consideró su mejor opción. Ciertamente lo hizo con voto diferenciado, sin darle todo al partido del candidato presidencial ganador, por lo que tendremos un congreso dividido, en el que ninguna de las tres principales fuerzas políticas tendrá mayoría absoluta.

Después de 12 años, el PRI vuelve a Los Pinos. El candidato tricolor, Enrique Peña Nieto, gana la elección, de acuerdo a los números proporcionados por el Programa de Resultados Preliminares (PREP), con el 38.15 por ciento de los votos emitidos. El candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, queda en segundo lugar, con 31.64 por ciento y la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, en una tercera posición con 25.41 por ciento. Gabriel Quadri, por su parte, consigue mantener el registro, y un poco más, para el partido que lo postuló, al haber alcanzado 2.30 por ciento de la votación.

Se despejó la incógnita, que no lo era tanto, pues si bien los números de casi todas las encuestas fallaron al registrar una diferencia mayor entre el primero y el segundo lugar de los candidatos presidenciales, respecto de lo que al final de cuentas resultó, no se equivocaron en las tendencias, que en todo tiempo señalaron al candidato del PRI como favorito en las preferencias electorales.

En esto, no quedan muy bien paradas las casas encuestadoras, aunque una explicación podría ser que las movilizaciones organizadas en contra de Peña Nieto durante el último mes de campaña, fueron muy efectivos en sus mensajes de descalificación, despertando un anti PRI que permanecía por ahí adormecido. Sea esta o no una explicación para las fallas en las encuestas, lo que sí está claro es que la estridencia de esas manifestaciones tuvo un cierto impacto en el ánimo de los votantes.

El PRI gana las gubernaturas de Chiapas, Jalisco y Yucatán, y pierde la de Tabasco. El PAN conserva Guanajuato, pero sale derrotado en Morelos. Por su parte, el PRD gana Morelos y Tabasco, además de lograr casi el carro completo en el D. F., repitiendo sus glorias de otros tiempos.

Los números para el Congreso Federal, hasta el momento y a reserva de las rectificaciones que se hagan conforme se depure la elección, le otorgan al PRI, con todo y su coalición con el Partido Verde Ecologista, sobre 232 diputados y 57 senadores. Eso sí, en la Asamblea de Representantes del D. F. le marcaron zapato, o casi, una vez más, aunque todavía tiene posibilidades de quedarse con la Delegación de Cuajimalpa. Algo tendrá que hacer este partido, pues son ya muchos años en que su presencia está prácticamente borrada en esta ciudad. Resulta una grave falla política que, siendo el partido que encabezará el Gobierno de la República, en la capital del país esté relegado a una tercera posición.

Siempre en base a los datos con que se cuenta hasta este momento, Acción Nacional alcanzaría 118 diputados, 41 senadores, dos asambleístas y un delegado en el D. F., mientras que el PRD, con sus alianzas, contaría con140 diputados, 29 senadores, 38 representantes a la Asamblea de la capital y14 delegados.

Pero si bien, como lo mencionamos, la jornada del domingo no presentó incidencias mayores, la amenaza del conflicto poselectoral asoma una vez más, como hace seis años. Con el discurso de fraude electoral y denunciando irregularidades cometidas antes, durante y después de la elección, el otrora candidato de la república amorosa, justifica la negativa a reconocer su derrota. Otra vez, basado en cifras que no explica ni exhibe, y sin aportar ningún elemento, denuncia que el proceso fue inequitativo, plagado de irregularidades porque, según su dicho, al candidato del PRI lo patrocinaron “en exclusiva la mayoría de los medios de comunicación.”

De esta manera, y como muchos lo pronosticaron, la película se repite, sólo que ahora con nuevos actores, grupos estudiantiles como #soy 132 y otros que ya han declarado que no reconocerán el triunfo del candidato tricolor, así, sin más argumentos.

Sólo queda apostar a que la sensatez de algunos personajes que rodean a López Obrador influya en su ánimo y lo persuada para modificar esa actitud de rechazo a todo lo que no le conviene. Y, por supuesto, que si tiene pruebas de lo que afirma, las canalice a través de las autoridades competentes para que sean éstas las que resuelvan y despejen las dudas que pudieran existir sobre la legalidad del proceso electoral.

Lo que no se vale es desconocer el voto de millones de mexicanos, ignorar el trabajo del ejército de ciudadanos que participaron en la jornada electoral y descalificar a la autoridad responsable del proceso, sin más argumentos que el de suponer un complot de parte de “los que mandan, de las televisoras, de la mafia del poder” para desconocer un triunfo que no obtuvo en las urnas, y que pretende reclamar a través de marchas y plantones.

En la democracia se gana o se pierde por un voto. En este caso existe una diferencia de 3 millones de votos entre el candidato triunfador y el segundo lugar. 33 millones de electores votaron por el PRI, PAN o PANAL, 29 millones decidieron abstenerse de hacerlo. Esto es, 62.2 millones de ciudadanos, de la lista nominal de 79.4 millones, expresaron sus preferencias por otras opciones distintas a lo que López Obrador representa, y esto es lo que le cuesta trabajo aceptar y reconocer al candidato del Movimiento Progresista, que una gran mayoría de la población no lo respalda. Al final de cuestas, tendrá que aceptarlo. Esperemos.

Julio 4 de 2012