Iniciaron las campañas electorales y con ellas la última etapa del proceso para la renovación de los poderes ejecutivo y legislativo federales, así como la elección para gobernador en seis entidades federativas (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tabasco y Yucatán), y para el Jefe de Gobierno, Asamblea de Representantes y jefes delegacionales en el Distrito Federal. Asimismo, en la misma fecha se celebrarán comicios para elegir diputados locales y presidentes municipales en 14 entidades de la federación (además de los seis estados ya mencionados, en Campeche, Colima, Estado de México, Guerrero, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora).
Una magna jornada electoral, numerosa y compleja en la que, por si algo le hiciera falta, se aplican las reformas promovidas a partir de la inconformidad, dudas, reclamos y alegatos en contra de la elección presidencial más impugnada del México moderno, como fue la de 2006. Con buenos propósitos, suponemos, los legisladores habrían aprobado en 2007 las modificaciones que consideraban necesarias para darle bases de mayor equidad al proceso electoral, y corregir lo que consideraron errores u omisiones de la ley anterior. En pocas palabras, se trataba de dejar un piso parejo para todos los contendientes.
Pero las reformas a partir de rencillas no dan buenos frutos, y en un afán de prever toda contingencia, la ley modificada incurrió en excesos que de alguna manera han dificultado, lejos de facilitar, el buen curso del proceso electoral actual. Hasta la fecha los obstáculos se han podido sortear sin mayores problemas, no obstante la prueba de fuego, para la ley y para las autoridades electorales, todavía está por venir, lo que esperamos, por el bien de la estabilidad del país y de nuestra democracia, cumplan su objetivo y lleven a puerto seguro esta elección.
El padrón electoral actual ronda sobre los 84.6 millones de electores, siendo la lista nominal de poco más de 79.2 millones de ciudadanos. La diferencia entre uno y otro registro es que mientras el padrón concentra la información de todos los ciudadanos que solicitaron su inscripción para obtener su credencial para votar, independientemente si concluyeron o no el trámite, la lista nominal contiene exclusivamente la relación de ciudadanos que cuentan con credencial de elector vigente. Los números anotados todavía merecerán un ajuste en virtud de que, apenas el pasado 31 de marzo, venció el plazo para la entrega de credenciales.
Según cálculos del IFE, sobre 3 millones de credenciales con terminación 03 no se remplazaron por corresponder a empadronados residentes en el extranjero, fallecidos y duplicados, por lo que deberán ser dados de baja del padrón electoral. A pesar de esto, la lista muestra un incremento de casi ocho millones de electores con respecto a la de 2006, cuando el índice de votación fue del 58.55 por ciento. Si para la elección del próximo primero de julio consideramos una participación ciudadana sobre el 60 por ciento, estaríamos hablando de 47.5 millones de votantes.
En base a estos números, y conforme a lo datos que han arrojado las últimas encuestas sobre el porcentaje de electores indecisos que en algunas encuestas ha llegado hasta un 34 por ciento, estaríamos calculando sobre catorce millones el número de ciudadanos que no han definido a favor de quien emitirán su voto. Ciertamente un número muy elevado que puede inclinar la balanza en cualquier sentido.
En el arranque de las campañas, según la encuesta Milenio-GEA/ISA las preferencias electorales, descontando el voto de los indecisos, mantenían en primer lugar al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, con 30.9 por ciento, mientras que la candidata del Partido Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota, se ubicaba en el segundo lugar con 21.7 por ciento. En tercer lugar, con 13.2 por ciento, estaba el candidato de la coalición Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, y en cuarto lugar el candidato del Partido Nueva Alianza, Gabriel Quadri que arrancó con un 0.2 por ciento. Según esta misma casa encuestadora, al día de hoy, los números han variado. El priista, el candidato de las izquierdas y Quadri aumentaron su puntuación en 4 puntos, uno punto siete y punto 7, respectivamente. Josefina Vázquez Mota muestra una baja de poco más de un punto, y en el caso de los indecisos, la baja es de cinco puntos.
La estrategia de los candidatos debe estar enfocada a obtener el voto del sector de los indecisos. Para esto cuentan con 75 días efectivos, si consideramos que el impacto de las campañas electorales se verá muy disminuido en estas dos semanas. Es predecible que el candidato de las izquierdas sea quien pueda mostrar un mayor repunte en su posicionamiento, atendiendo a los techos históricos logrados por la izquierda. En los casos de los candidatos del PRI y del PAN su posición representa un reflejo más cercano, aunque más optimista, al voto duro de sus partidos.
De acuerdo a lo anterior, la apuesta no será tanto por el número de votos que se quiten, uno a otro, entre candidatos, sino que la disputa será por los votos de los indecisos, a los que los candidatos presidenciales tendrán que convencer con propuestas, ideas y programas, más que con críticas y descalificaciones.
Abril 4 de 2012