Todos con todo contra el puntero, porque el tiempo se acaba. Después de casi ocho semanas de campaña, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, se mantiene a la cabeza en las preferencias electorales, según todas las encuestas publicadas hasta el momento. Ese lugar, cuya ventaja sobre sus contendientes, si bien ha menguado aunque nunca ha sido inferior de 20 puntos, la tiene el candidato tricolor desde el inicio del proceso electoral, por lo que sus competidores han tenido que ajustar sus estrategias para encontrar la fórmula que les permita acortar distancias.
Por lo pronto, la disputa está por el segundo lugar. La candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota inició en esa posición y se ha sostenido con altibajos. A pesar de los ajustes en su campaña y los golpes de timón, no ha logrado superar la barrera de los 29 puntos. Pareciera estar estancada entre los 24 y los 26 puntos. El caso del candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, es diferente. Entre la campaña del México amoroso y su vuelta al pasado, ha mantenido una tendencia ascendente, logrando remontar su posicionamiento entre las preferencias hasta empatar o casi, en el segundo lugar a la candidata panista.
Pienso que será cosa de días para que finalmente se defina el segundo lugar, en términos de los estudios de opinión. Por lo pronto, como lo comentábamos la semana pasada, estos dos candidatos siguen con la estrategia de golpear al puntero, sin que entre ellos exista la más mínima crítica. Curiosa circunstancia, porque perteneciendo, uno a la oposición y la otra al partido en el gobierno, comparten cuestionamientos como si ambos fueran oposición y el objetivo fuera sacar al PRI de Los Pinos, en lugar de evitar su retorno. Y es que se insiste en destacar todo lo negativo de los gobiernos del pasado, aunque habría que recordar que desde hace doce años el PRI no gobierna al país y hace quince, que perdió el gobierno del Distrito Federal.
Por lo pronto, los equipos de campaña están echando toda la carne al asador, y el incidente de lo ocurrido al candidato tricolor en la Universidad Iberoamericana durante su visita a ese plantel, les ha dado parque a unos.
La expresión de rechazo de un grupo de estudiantes de esa institución hacia el abanderado priista, era casi previsible. Hacía sólo unas semanas que el candidato de las izquierdas había tenido un buen recibimiento de parte de los alumnos de la Ibero. Los estudiantes, al menos los de mayores inquietudes políticas, habían manifestado ya entonces sus preferencias y, seguramente, fueron los mismos que repudiaron la presencia del candidato de la coalición Compromiso por México, con expresiones que, ciertamente, cayeron en el exceso.
Pero bueno, son riesgos de campaña a los que están expuestos quienes están en el juego de la política. Es la disputa por el poder, y en eso no hay tregua ni cuartel. El suceso con los estudiantes de la Ibero provocó reacciones entre un sector que, hasta entonces, no se había manifestado en el proceso electoral, al menos no de una manera expresa como ahora.
No se si las diferentes reacciones por aquel incidente hicieron que, de repente, se despertara el interés de los estudiantes por participar en este proceso, o si, aprovechando la circunstancia, hubo una mano que meció la cuna. El hecho es que en estos últimos días los jóvenes han tomado la calle, para expresarse. Y que bueno que lo hagan, sin manipulaciones de por medio, como ellos lo afirman, demandando respuestas y soluciones a los candidatos presidenciales, y formulando propuestas.
Pero importa mucho que todo esto se haga con un ánimo propositivo, en un ambiente de madurez y de manera pacífica. Tomar partido es importante, y hacer proselitismo en favor del candidato de sus preferencias es perfectamente válido, lo que resulta delicado es crear un ambiente de enfrentamiento, de polarización, de descalificativos, de intolerancia en contra de quien no piense igual.
Una manifestación en contra de un candidato poco aporta al fortalecimiento de nuestro sistema democrático. La del sábado en contra del PRI y de su candidato, fue convocada a través de las redes sociales con la participación de jóvenes que se encargaron de enfatizar el carácter apartidista del movimiento. Sin embargo, también quedó claro que una movilización así puede ser fácilmente víctima de infiltraciones de grupos con otro tipo de intereses, con los riesgos que esto implica.
Los candidatos deben convocar a los ciudadanos a sumarse a su causa, a buscar su respaldo, a solicitar su voto, a tratar de convencerlos de sus planes y programas de gobierno. Esto es, a sumar electores. Lo que no creo conveniente, es hacer campañas negativas, llamados para manifestarse en contra de algún candidato, particularmente cuando la audiencia convocada son los jóvenes, estudiantes o no.
Los jóvenes constituyen un sector muy atractivo para cualquier candidato. Según datos del IFE representan 14 millones de votos potenciales. Así de importante es su apoyo. Se entiende el interés en atraerlos, pero no sembrando odios, porque eso es jugar con fuego.
Mayo 23 de 2012.