Miguel Tirado Rasso

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Inquietos y acelerados

In Sucesión presidencial on 1 julio, 2015 at 7:26 pm

Está claro que los tiempos del inmovilismo institucional, son cosa del pasado. Aquella sentencia que pronunciara, el casi eterno líder cetemista, Fidel Velázquez, como advertencia para los políticos inquietos,” el que se mueve no sale en la foto”, se hizo obsoleta a partir de los tiempos de la transición, y un poco antes. Ahora la consigna pareciera ser: si no te mueves, quedas fuera de foco y, al amparo de esta nueva consigna, se están detonando algunos auto destapes.

Recordamos que fue Vicente Fox quien rompió con los tiempos y formas tradicionales, saliéndose del huacal de la dirigencia panista, para declarar públicamente su intención de contender por la presidencia de la República, tres años antes de la fecha de la elección presidencial, en julio de 1997, siendo gobernador del estado de Guanajuato. Su declaración tomaría por sorpresa a propios y extraños y, por lo pronto, ninguno de sus correligionarios, con la mira puestas en el mismo objetivo, pero a la secreta, le daría alcance, en una carrera que se habría de llevar de calle, no sólo a propios, pero también a extraños.

Años después, en mayo de 2004, dos años antes de las elecciones federales, Felipe Calderón repetiría la historia de los destapes anticipados, al asistir a un acto proselitista en apoyo a su candidatura, siendo secretario de Energía. Esta anticipación no le habría gustado nada al Presidente Fox, quien prácticamente lo orilló a renunciar a su cargo y, a partir de entonces y hasta la fecha, quedaría rota la relación entre los dos personajes. Pero de que valió la pena el sacrificio del cargo por aquella estrategia calderonista, ni hablar.

Pues, ahora resulta que, en plena transición democrática, concluido el proceso electoral de mitad del sexenio y a tres años de la sucesión presidencial, parece haber llegado el tiempo de los auto destapes anticipados. Al menos, eso está sucediendo. Varias son las figuras que  a la menor provocación o sin ella, han anunciado, públicamente, su intención de inscribirse en la carrera presidencial. Aquí los ejemplos más destacados, hasta el momento.

Sobre el caso del fundador de Morena, Andrés Manuel López Obrador, huelgan comentarios, porque su auto destape es parte ya de nuestra historia política contemporánea, tras doce años, por lo menos, de estar en la lista de aspirantes declarados, sólo que ahora, en su tercer intento, hasta con actos de campaña muy anticipados.

Margarita Zavala, la ex primera dama, finalmente  dejó de deshojar margaritas y, tras buscar, infructuosamente, una diputación federal, y luego aspirar, sin mucha oportunidad, a presidir su partido, cayó en cuenta de que las posibilidades de su proyección estelar estaban un paso más allá de las posiciones que estuviera dispuesta a otorgarle la dirigencia de su partido, así que, en una jugada de pizarrón, levantó la mira y se lanzó a la grande.

En un video, difundido en redes sociales, muy a la moda, declaró: “buscaré la presidencia de la República”, como candidata del PAN o como sea, podría ser la interpretación de sus palabras, dejando abierta la posibilidad de una candidatura independiente, también muy de moda, lo que pondría nerviosos y de malas a otros aspirantes ocultos, aunque evidentes.

El Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, tras el desastre electoral capitalino que lo dejó mal parado, ha considerado oportuno romper el silencio para declarar que sí quiere ser presidente, pensando, quizás, que esto podrá elevar sus bonos, algo, por cierto, muy necesario para llevar a buen fin su ejercicio de gobierno en el trayecto que falta. Mancera tampoco descarta la posibilidad de irse por la libre, como candidato independiente, un poco para recalcar su calidad apartidista y, otro tanto, para darle un calambre al partido que lo adoptó, lo postuló y lo decepcionó, y que ahora anda de capa caída.

El otro aspirante inquieto, aunque éste sí todavía no destapado, oficialmente, es el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, para quien sus partidarios han creado, en las redes sociales, una especie reciclada de “amigos de Fox”, denominada “Ciudadanos con RMV,” en Puebla, por supuesto, pero que también se está extendiendo a otros estados de la República, y cuyo propósito es fácilmente adivinable. Por lo pronto, este funcionario se placea por toda la República, encubierto en su calidad de gobernador poblano, en una estrategia que busca algo más que simplemente estrechar los lazos de su estado con el resto del país.

Quedan por ahí otros personajes que le juegan a la policía china, pues, aunque resulta obvia su aspiración presidencial, ellos insisten en negarlo fervorosamente. El ejemplo más claro es el del todavía presidente del PAN, Gustavo Madero, quien hasta con palabras altisonantes rechaza estar interesado en la silla presidencial, aunque todos sus movimientos apuntan al 2018.

Tiempos nuevos y nuevas estrategias, quizás inéditas, que estarán presionando para que todo aquél que aspire a la joya de la corona político-electoral, del partido que fuere, comience a desempacar para no rezagarse demasiado ante la anticipación de los inquietos y acelerados, lo que en el caso del partido en poder, el PRI, significará un verdadero cambio de señales sobre el que habrá que estar muy atentos.

Junio 25 de 2015

Un partido, repartido.

In Partidos Políticos on 22 mayo, 2013 at 11:56 am

Con la pérdida del poder, en diciembre de 2012, el Partido Acción Nacional parece haber perdido también la brújula, que mucho les ayudaría en estos tiempos difíciles de desorientación, angustia y enojo sentimientos que suelen seguir a las derrotas, para poder ubicarse ahora, dentro de las filas de la oposición.

El PAN le arrebató la banda presidencial al PRI, y durante doce años pasó a ser el partido en el gobierno, después de décadas de hacer política como partido de oposición, carácter, en el que generalmente tuvo un buen desempeño. Pero una vez en el poder, Acción Nacional resultó ser muy celoso de su autonomía, la que buscó preservar a costa de mantenerse a distancia del gobierno, lo que en más de una ocasión causó, políticamente, más problemas que ventajas al gobierno blanquiazul.

Y es que, si bien, en teoría, la sana distancia entre partido y gobierno luce muy conveniente, el pragmatismo político ha demostrado que para obtener los mejores resultados, uno y otro deben actuar de manera estrecha, apoyando el partido las políticas y acciones del gobierno y contribuyendo a sostenerlo en el poder. Al fin de cuentas, de eso trata la política.

Y así como en ocasiones al PAN se le dificultaba ubicar su posición en el contexto del poder, ahora parece no “hallarse” como oposición, y entre encuentros y desencuentros, este instituto camina sin rumbo definido. O al menos, esa es la impresión que da, porque lo que sucede en el blanquiazul es el reflejo de una sorda disputa por el control del partido entre quienes lo presiden ahora y el grupo afín al ex presidente Felipe Calderón.

Recordemos que la última renovación de la dirigencia de este partido, no resultó favorable a las pretensiones del ex presidente panista, pues su candidato a la dirigencia del CEN no llegó a finales, así que tuvo que apoyar a quien no era su propuesta, Gustavo Madero, justo en tiempos por demás delicados y estratégicos como son los de la sucesión presidencial. Así, las diferencias entre estos dos personajes, en el ocaso de la administración presidencial panista, eran de esperar.

Por eso, cuando Acción Nacional pierde la elección presidencial, no extrañó que surgieran voces demandando la cabeza de Gustavo Madero y, por momentos, éste se tambaleó. Pero con la firma del Pacto por México, la posición de Madero se fortaleció. Como líder de uno de los tres partidos políticos suscriptores del Pacto, su representatividad se revaloró, así como su posicionamiento político. Los reclamos de renuncia amainaron, para apostar al cambio de dirigente al término de su mandato, lo que ocurrirá a finales de este año.

Mientras tanto, los jaloneos entre las distintas fuerzas políticas panistas, no cesan. Y es que, con la derrota  en los comicios federales de 2012, surgieron diferendos, las posiciones se polarizaron y ocurrieron las fracturas.  Uno es el grupo con el control del partido, indudable poder político institucional, titular del instituto político con representatividad oficial y poder para suscribir pactos y compromisos, y  cabeza del panismo todo, cualquiera que éste sea.

El otro grupo es el que cuenta con representación legislativa. Tiene y muestra su músculo en el seno del congreso, principalmente en el Senado, desde donde dan la batalla, más en función de su interés de grupo, que en el de los electores. Porque desde esa esfera de poder, hacen política partidista y ejercen presión al presidente de su partido, a quien pretenden sustituir para poder aplicar una estrategia de oposición diferente, más de colisión y enfrentamiento que de diálogo y entendimiento, que privilegie los diferendos sobre las coincidencias.    No hay que olvidar que se trata de los herederos del ex presidente Calderón, a quien nada le puede gustar menos que el éxito de su sucesor.

El enfrentamiento entre el líder del PAN, Gustavo Madero, y el presidente del senado, Ernesto Cordero, que le costara a éste la coordinación de la bancada panista, no fue otra cosa que el reflejo de la disputa entre estos dos grupos, cuya visión respecto de la actitud que debe asumir su partido como oposición, es radicalmente distinta.

Unos porque no pueden dejar de ver con nostalgia la presidencia perdida, la oportunidad que se les fue. Por lo que, en la búsqueda de la revancha, no están dispuestos a facilitarle el camino al presidente tricolor. Para este grupo, la apuesta es al fracaso del actual gobierno.

Al otro grupo no le incomoda aportar y sumar, apoyar lo que mejore y proponer lo que convenga al interés nacional, y perfilarse como una oposición responsable y comprometida con el país, con independencia de las diferencias que puedan tener con el gobierno priista.

Hasta el momento, queda claro que esta actitud es la que ha permitido alcanzar los consensos necesarios para las reformas que demanda nuestra nación y que no pueden demorar ya más. Los tropiezos son los que han ocurrido precisamente por los cuestionamientos de quienes no quieren que el gobierno actual sume puntos, aunque esa actitud ponga en riesgo el futuro de México.