Tras múltiples debates sobre El Debate, en los que autoridades electorales, analistas políticos, comentaristas de medios, candidatos presidenciales y algunos más, trataban de ponerse de acuerdo sobre cuántos debates deberían realizarse, cómo debían llevarse a cabo, quiénes podían organizarlos, cuándo tendrían que efectuarse, en dónde habrían de celebrarse, el encuentro oficial finalmente se realizó, el domingo pasado.
La fecha del debate programado por la autoridad electoral llegó sin que los que pugnaban por la realización de otros debates adicionales, lograran su objetivo. Dos encuentros ordena la ley, y parece difícil que vayan a celebrarse más. Es cosa de ponerse de acuerdo, y ya hemos visto las dificultades para lograr consensos entre los equipos de los contendientes presidenciales. Y es que participar en un mayor número o ceñirse a lo estrictamente ordenado por la norma depende de la estrategia de campaña de cada candidato. A unos podrá convenirles tener una mayor exposición para tratar de mejorar su posicionamiento en las preferencias electorales, aunque esto implique siempre un riesgo, pero para quien encabeza las encuestas, ésta no es una prioridad.
De cualquier manera, por lo debatido del tema, las expectativas crecieron, al suponer que este evento habría de impactar fuertemente en la percepción que tiene el electorado sobre los candidatos, y por lo mismo, aumentó considerablemente el interés por el encuentro. La polémica misma, surgida por la negativa del concesionario de TV Azteca para transmitir el debate, así como la discusión sobre la procedencia o no de imponer cadena nacional para su transmisión, contribuyeron, asimismo, a mantenerlo como noticia de primera plana.
La historia de los debates presidenciales en nuestro país es reciente. El primero se celebró en 1994, en el que participaron Ernesto Zedillo candidato del PRI, Cuauhtemoc Cárdenas del Partido de la Revolución Democrática y Diego Fernández de Cevallos, postulado por el PAN. Célebre debate en el que quien resultara triunfador, el candidato de Acción Nacional, habría desaprovechado esta circunstancia al aflojar, inexplicablemente, en los siguientes días, su ritmo de campaña, dejándole el camino libre al candidato tricolor.
De entonces a la fecha se han realizado cinco debates, incluyendo el del domingo pasado. De todos, creo que éste es el que ha captado más interés. El hecho de que las dos principales televisoras del país, Televisa y TV Azteca, hubieran decidido no utilizar sus canales de mayor audiencia para transmitirlo no parece haber afectado demasiado su difusión. Según las mediciones, y para sorpresa de muchos, el debate tuvo un mejor rating, esto es, un mayor número de televidentes, (10.4 puntos) que el partido de futbol transmitido por el canal 13 (9.4 puntos) el mismo día a la misma hora. Eso sí, no fue competencia respecto del programa de televisa, Pequeños Gigantes, cuyo rating alcanzó 17 puntos.
Pero ante tanta expectativa, el resultado decepcionó, al menos a una considerable parte de la audiencia. La posibilidad de un buen debate entre más de dos contendientes es difícil, y si a esto se le suma un diseño rígido, con tiempos escasos que imponen brevedad y limitan la exposición de ideas y propuestas, el ejercicio no permite lucimientos. El formato acordado por los equipos de los cuatro candidatos no dejó satisfecho a nadie. La producción, por respeto a ese formato, prohibía el juego de cámaras con tomas abiertas que dejaran ver las expresiones de los participantes, sus reacciones. En fin, su lenguaje corporal, algo fundamental para conocerlos mejor.
Y ¿cómo les fue a los participantes? Pues al parecer los candidatos del PAN, Josefina Vázquez Mota, y del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, consideraron como mejor estrategia para desbancar al puntero, al candidato priista, Enrique Peña Nieto, el ataque y la descalificación, en lugar de optar por hacerlo mediante el fortalecimiento de su propia posición con ideas y propuestas. Ataques sobre temas muy manoseados, sobre los que ya ha habido respuestas en más de una ocasión.
Así que no hubo sorpresas ni novedades. Ante esto, Peña Nieto salió bien librado. Él, por su parte, se decidió a contratacar, por lo que el tiempo para las propuestas y las respuestas que estos tres contendientes debían dar a las preguntas formuladas por la conductora del evento, no alcanzó.
El cuarto participante, Gabriel Quadri del Partido Nueva Alianza, lució mejor. Al no ser destinatario de ninguno de los ataques de sus contrincantes, pudo dedicar todo su tiempo a exponer sus propuestas. Eso sí, abusó del sofisma ciudadano vs político, pues postulado por un partido político, aspirante a un cargo esencialmente político, en una campaña política, difícilmente podría negar él mismo su novedoso papel de político. Además, habría que recordar, que todo político es necesariamente ciudadano.
Pero habrá que esperar un par de días más para conocer las encuestas que nos dirán en que medida el debate afectó o no el posicionamiento de los candidatos. Soy de la opinión que no habrá grandes sorpresas. Cuando mucho un pequeño raspón, sin mayores consecuencias, a Peña Nieto, quien mantendría su cómoda ventaja. Dos o tres puntos a favor de López Obrador y dos o tres menos a Josefina Vázquez Mota, que pudiera ser la más afectada. Esto colocaría al candidato de las izquierdas en segundo lugar. Definitivamente Quadri parecería ser el mejor librado. Para los propósitos del proyecto de la maestra Elba Esther Gordillo, este candidato casi estaría seguro de cumplir su compromiso y lograr el mínimo, y hasta un poco más, de votos para asegurar el registro del Partido Nueva Alianza.
Mirando al futuro próximo, y como existe un consenso mayoritario de rechazo al formato del debate pasado, cabe la posibilidad de que, en el próximo encuentro, programado para el 10 de junio en la ciudad de Guadalajara, se acuerde un nuevo diseño. Uno más flexible, que permita mayor espontaneidad de los participantes, más frescura en los diálogos, con tiempo suficiente para las exposiciones, que no interrumpa las intervenciones y facilite la discusión de las propuestas, además de que se libere el movimiento de cámaras de televisión.
Tal vez entonces, con un formato diferente, puedan los candidatos estar en mejor posibilidad de mostrar sus habilidades, y nosotros de conocerlos mejor.
Mayo 10 de 2012