Miguel Tirado Rasso

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Vuelta al pasado

In Temas Centrales on 4 julio, 2012 at 12:48 pm

Con una votación del 63.15 por ciento, la segunda más alta de la historia según lo informó el IFE, el domingo pasado concluyó  la jornada de los comicios para más de 2 mil cargos de elección popular, destacando la renovación de los poderes ejecutivo y legislativo federales, así como las gubernaturas de seis entidades de la federación, la jefatura del Gobierno de la capital, su Asamblea de Representantes y delegados, así como varios congresos locales.

Una jornada electoral cuyo desarrollo transcurrió en un clima sosegado sin graves incidentes, a pesar de algunos pronósticos que auguraban alteraciones del orden y violencia. La ciudadanía cumplió con su responsabilidad y decidió por quien consideró su mejor opción. Ciertamente lo hizo con voto diferenciado, sin darle todo al partido del candidato presidencial ganador, por lo que tendremos un congreso dividido, en el que ninguna de las tres principales fuerzas políticas tendrá mayoría absoluta.

Después de 12 años, el PRI vuelve a Los Pinos. El candidato tricolor, Enrique Peña Nieto, gana la elección, de acuerdo a los números proporcionados por el Programa de Resultados Preliminares (PREP), con el 38.15 por ciento de los votos emitidos. El candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, queda en segundo lugar, con 31.64 por ciento y la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, en una tercera posición con 25.41 por ciento. Gabriel Quadri, por su parte, consigue mantener el registro, y un poco más, para el partido que lo postuló, al haber alcanzado 2.30 por ciento de la votación.

Se despejó la incógnita, que no lo era tanto, pues si bien los números de casi todas las encuestas fallaron al registrar una diferencia mayor entre el primero y el segundo lugar de los candidatos presidenciales, respecto de lo que al final de cuentas resultó, no se equivocaron en las tendencias, que en todo tiempo señalaron al candidato del PRI como favorito en las preferencias electorales.

En esto, no quedan muy bien paradas las casas encuestadoras, aunque una explicación podría ser que las movilizaciones organizadas en contra de Peña Nieto durante el último mes de campaña, fueron muy efectivos en sus mensajes de descalificación, despertando un anti PRI que permanecía por ahí adormecido. Sea esta o no una explicación para las fallas en las encuestas, lo que sí está claro es que la estridencia de esas manifestaciones tuvo un cierto impacto en el ánimo de los votantes.

El PRI gana las gubernaturas de Chiapas, Jalisco y Yucatán, y pierde la de Tabasco. El PAN conserva Guanajuato, pero sale derrotado en Morelos. Por su parte, el PRD gana Morelos y Tabasco, además de lograr casi el carro completo en el D. F., repitiendo sus glorias de otros tiempos.

Los números para el Congreso Federal, hasta el momento y a reserva de las rectificaciones que se hagan conforme se depure la elección, le otorgan al PRI, con todo y su coalición con el Partido Verde Ecologista, sobre 232 diputados y 57 senadores. Eso sí, en la Asamblea de Representantes del D. F. le marcaron zapato, o casi, una vez más, aunque todavía tiene posibilidades de quedarse con la Delegación de Cuajimalpa. Algo tendrá que hacer este partido, pues son ya muchos años en que su presencia está prácticamente borrada en esta ciudad. Resulta una grave falla política que, siendo el partido que encabezará el Gobierno de la República, en la capital del país esté relegado a una tercera posición.

Siempre en base a los datos con que se cuenta hasta este momento, Acción Nacional alcanzaría 118 diputados, 41 senadores, dos asambleístas y un delegado en el D. F., mientras que el PRD, con sus alianzas, contaría con140 diputados, 29 senadores, 38 representantes a la Asamblea de la capital y14 delegados.

Pero si bien, como lo mencionamos, la jornada del domingo no presentó incidencias mayores, la amenaza del conflicto poselectoral asoma una vez más, como hace seis años. Con el discurso de fraude electoral y denunciando irregularidades cometidas antes, durante y después de la elección, el otrora candidato de la república amorosa, justifica la negativa a reconocer su derrota. Otra vez, basado en cifras que no explica ni exhibe, y sin aportar ningún elemento, denuncia que el proceso fue inequitativo, plagado de irregularidades porque, según su dicho, al candidato del PRI lo patrocinaron “en exclusiva la mayoría de los medios de comunicación.”

De esta manera, y como muchos lo pronosticaron, la película se repite, sólo que ahora con nuevos actores, grupos estudiantiles como #soy 132 y otros que ya han declarado que no reconocerán el triunfo del candidato tricolor, así, sin más argumentos.

Sólo queda apostar a que la sensatez de algunos personajes que rodean a López Obrador influya en su ánimo y lo persuada para modificar esa actitud de rechazo a todo lo que no le conviene. Y, por supuesto, que si tiene pruebas de lo que afirma, las canalice a través de las autoridades competentes para que sean éstas las que resuelvan y despejen las dudas que pudieran existir sobre la legalidad del proceso electoral.

Lo que no se vale es desconocer el voto de millones de mexicanos, ignorar el trabajo del ejército de ciudadanos que participaron en la jornada electoral y descalificar a la autoridad responsable del proceso, sin más argumentos que el de suponer un complot de parte de “los que mandan, de las televisoras, de la mafia del poder” para desconocer un triunfo que no obtuvo en las urnas, y que pretende reclamar a través de marchas y plantones.

En la democracia se gana o se pierde por un voto. En este caso existe una diferencia de 3 millones de votos entre el candidato triunfador y el segundo lugar. 33 millones de electores votaron por el PRI, PAN o PANAL, 29 millones decidieron abstenerse de hacerlo. Esto es, 62.2 millones de ciudadanos, de la lista nominal de 79.4 millones, expresaron sus preferencias por otras opciones distintas a lo que López Obrador representa, y esto es lo que le cuesta trabajo aceptar y reconocer al candidato del Movimiento Progresista, que una gran mayoría de la población no lo respalda. Al final de cuestas, tendrá que aceptarlo. Esperemos.

Julio 4 de 2012

Un magno proceso electoral

In Temas Centrales on 4 abril, 2012 at 12:44 pm

Iniciaron las campañas electorales y con ellas la última etapa del proceso para la renovación de los poderes ejecutivo y legislativo federales, así como la elección para gobernador en seis entidades federativas (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tabasco y Yucatán), y para el Jefe de Gobierno,  Asamblea de Representantes y  jefes delegacionales en el Distrito Federal. Asimismo, en la misma fecha se celebrarán comicios para elegir diputados locales y presidentes municipales en 14 entidades de la federación (además de los seis estados ya  mencionados, en Campeche, Colima, Estado de México, Guerrero, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora).

Una magna jornada electoral, numerosa y compleja en la que, por si algo le hiciera falta, se aplican las reformas promovidas a partir de la inconformidad, dudas, reclamos y alegatos en contra de la elección presidencial más impugnada del México moderno, como fue la de 2006. Con buenos propósitos, suponemos, los legisladores habrían aprobado en 2007 las modificaciones que consideraban necesarias para darle bases de mayor equidad al proceso electoral, y corregir lo que consideraron errores u omisiones de la ley anterior. En pocas palabras, se trataba de dejar un piso parejo para todos los contendientes.

Pero las reformas a partir de rencillas no dan buenos frutos, y en un afán de prever toda contingencia, la ley modificada incurrió en excesos que de alguna manera han dificultado, lejos de facilitar, el buen curso del proceso electoral actual. Hasta la fecha los obstáculos se han podido sortear sin mayores problemas, no obstante la prueba de fuego, para la ley y para las autoridades electorales, todavía está por venir, lo que esperamos, por el bien de la estabilidad del país y de nuestra democracia, cumplan su objetivo y lleven a puerto seguro esta elección.

El padrón electoral actual ronda sobre los 84.6 millones de electores, siendo la lista nominal de poco más de 79.2 millones de ciudadanos. La diferencia entre uno y otro registro es que mientras el  padrón concentra la información de todos los ciudadanos que solicitaron su inscripción para obtener su credencial para votar, independientemente si concluyeron o no el trámite, la lista nominal contiene exclusivamente la relación de ciudadanos que cuentan con credencial de elector vigente. Los números anotados todavía merecerán un ajuste en virtud de que, apenas el pasado 31 de marzo, venció el plazo para la entrega de credenciales.

Según cálculos del IFE, sobre 3 millones de credenciales con terminación 03 no se remplazaron por corresponder a empadronados residentes en el extranjero, fallecidos y duplicados, por lo que deberán ser dados de baja del padrón electoral. A pesar de esto, la lista muestra un incremento de casi ocho millones de electores con respecto a la de 2006, cuando el índice de votación fue del 58.55 por ciento. Si para la elección del próximo primero de julio consideramos una participación ciudadana sobre el 60 por ciento, estaríamos hablando de 47.5 millones de votantes.

En base a estos números, y conforme a lo datos que han arrojado las últimas encuestas sobre el porcentaje de electores indecisos que en algunas encuestas ha llegado hasta un 34 por ciento, estaríamos calculando sobre catorce millones el número de ciudadanos que no han definido a favor de quien emitirán su voto. Ciertamente un número muy elevado que puede inclinar la balanza en cualquier sentido.

En el arranque de las campañas, según la encuesta Milenio-GEA/ISA las preferencias electorales, descontando el voto de los indecisos, mantenían en primer lugar al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, con 30.9 por ciento, mientras que la candidata del Partido Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota, se ubicaba en el segundo lugar con 21.7 por ciento. En tercer lugar, con 13.2 por ciento, estaba el candidato de la coalición Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, y en cuarto lugar el candidato del Partido Nueva Alianza, Gabriel Quadri que arrancó con un 0.2 por ciento. Según esta misma casa encuestadora, al día de hoy, los números han variado. El priista, el candidato de las izquierdas y Quadri aumentaron su puntuación en 4 puntos, uno punto siete y punto 7, respectivamente. Josefina Vázquez Mota muestra una baja de poco más de un punto, y en el caso de los indecisos, la baja es de cinco puntos.

La estrategia de los candidatos debe estar enfocada a obtener el voto del sector de los indecisos. Para esto cuentan con 75 días efectivos, si consideramos que el impacto de las campañas electorales se verá muy disminuido en estas dos semanas. Es predecible que el candidato de las izquierdas sea quien pueda mostrar un mayor repunte en su posicionamiento, atendiendo a los techos históricos logrados por la izquierda. En los casos de los candidatos del PRI y del PAN su posición representa un reflejo más cercano, aunque más optimista, al voto duro de sus partidos.

De acuerdo a lo anterior, la apuesta no será tanto por el número de votos que se quiten, uno a otro, entre candidatos, sino que la disputa será por los votos de los indecisos, a los que los candidatos presidenciales tendrán que convencer con propuestas, ideas y programas,  más que con críticas y descalificaciones.

Abril 4 de 2012