Miguel Tirado Rasso

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LOS MOTIVOS DEL PEJE

In Partidos Políticos, Política, Temas Centrales on 16 febrero, 2016 at 12:42 pm

Dice el dicho popular que a la ocasión la pintan calva, con lo que se quiere significar que no hay que dejar pasar las oportunidades cuando se presentan. Una buena recomendación, en términos generales, ante el riesgo de que segundas oportunidades no se repitan y se pierda la ocasión. Sí bien, reconocer las oportunidades no siempre resulta sencillo y saber aprovecharlas, tampoco, hacerlo puede cambiar la vida de una persona, en sentido positivo.

Existe, sin embargo, una línea muy delgada entre lo que es una oportunidad, definida como algo oportuno, favorable, apropiado, que  es válido aprovechar siempre que se pueda, y el oportunismo, que vendría siendo su deformación y que el diccionario Larousse define como “actitud política de los que sacrifican los principios para adaptarse a las circunstancias del momento”. Lo que no resulta tan recomendable ni positivo.

Por supuesto que quien actúa con oportunismo, ajusta el principio del mencionado refrán a su comportamiento, distorsionando su sentido, porque más que encontrarse con una oportunidad y aprovecharla, adaptan las circunstancias a su beneficio para sacar algún provecho. Una diferencia aparentemente sutil, pero tajante.

Un buen ejemplo de oportunismo, es el que mostró el líder moral y fundador del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en su fugaz viaje a Europa, hace unos días, para asistir a la audiencia pública que acostumbra dar los miércoles el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, y entregarle una “medallita,” como el mismo lo declaró, y una carta.

Hasta ahí, no habría mayor comentario, salvo que el mismo ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal quiso dejar muy claro cuál había sido la intención de este viaje. Ni razones espirituales ni religiosas, simple y sencillamente de lo que se trató fue de llevar agua a su molino. Hay que recordar que este personaje anda en campaña permanente desde hace más de 15 años.

La audacia del tabasqueño no tiene límites y menos aún su obsesión por la silla presidencial, así que una vez que El Vaticano anunció la próxima visita del Santo Pontífice a nuestro país, de inmediato diseñó una estrategia para aprovechar esta circunstancia en beneficio de su proyecto político.

Pensar en una entrevista con el Papa, durante su estancia en México, resultaría casi imposible. Las visitas son cortas, la agenda es muy cargada, las audiencias privadas son pocas y selectivas y las solicitudes muy numerosas. La posibilidad para saludarlo aquí era muy remota, así que buscó adelantarse y manejar una versión del saludo muy a su conveniencia, además de dejarle una misiva con contenidos de su propaganda política.

El objetivo de AMLO estaba más en la forma que en el fondo de su saludo. Entregarle una medalla religiosa, obligó al Papa a acercarse para recibirla en propia mano, ni modo de no hacerlo viniendo de un ciudadano del país que visitaría en breve. Con esto, logró las fotos que requería para darle el carácter personal a su odisea papal, mismas que se encargó de difundir en su blog de Facebook, con buen impacto mediático, que es lo que, a fin de cuentas, le interesaba.

La medalla y la carta sólo fueron el pretexto para dar constancia de su presencia. Claro está, que si esa carta logra despertarle al Papa su curiosidad sobre el entorno político de México, qué mejor, aunque habría que agregar que la política que se maneja en El Vaticano es de grandes ligas, y quién sabe qué les haya parecido la audacia lopezobradorista.

Para terminar con este tema, no me queda claro si las prerrogativas que reciben los partidos políticos pueden aplicarse, a discreción y sin limitaciones, para pagar viajes de carácter personal al extranjero, como lo fue la visita de AMLO al Vaticano, pues a decir del tabasqueño, su partido Morena cubrió todos sus gastos, ya que “le fue muy bien” y está recibiendo cerca de 200 millones de pesos del Instituto Nacional Electoral. El detalle es que ese dinero no es propio del patrimonio de la autoridad electoral, sino de todos los mexicanos y, es de suponer, que está etiquetado para fines específicos.

Creo que con esta declaración, el multicandidato presidencial se metió en camisa de once varas.

Octubre 22 de 2015

 

 

 

 

 

 

Efectos de la jornada electoral

In Temas Centrales on 1 julio, 2015 at 8:56 pm

Las elecciones del domingo siete significaron malas noticias para algunos partidos. Sin que esto quiera decir que haya sido una sorpresa, porque, en rigor, sólo confirmaron lo que era previsible para algunos. Difícilmente podríamos sorprendernos de cómo le fue al Partido de la Revolución Democrática y, menos, sus dirigentes podrían alegar que no esperaban resultados semejantes, si el cuasi desastre lo fueron preparando a conciencia, sólo que cegados por su obsesión de mantener el control del partido, no vieron el tsunami que se estaba formando.

Si bien, este partido pudo salir airoso, el año pasado, con la renovación de su dirigencia a través de un proceso, ese sí, sorprendentemente tranquilo, sin las estridencias y enfrentamientos a que nos tenían acostumbrados en sus elecciones internas, el resultado dejó muchos pendientes y, si bien, en apariencia no causó profundas heridas, sí que dejó heridos graves que prefirieron guardar la factura para una mejor ocasión. Y vaya que se las cobraron con creces.

Sólo los Chuchos y su Nueva Izquierda (NI), podían suponer que el monopolio ejercido en el control de su partido, durante los últimos seis años, no tendría consecuencias. Lejos de buscar equilibrios con otras corrientes para fortalecer la estructura de una organización con amenaza de fractura, estos dirigentes siguieron repartiéndose el partido entre ellos mismos, ante la molestia de otras corrientes, como la Izquierda Democrática Nacional (IDN), precisamente, la del profesor René Bejarano.

Poco a poco figuras destacadas del Sol Azteca fueron retirándose, en desaprobación por la forma en que se estaba manejando el partido, lo que ni siquiera preocupó a sus dirigentes que siempre encontraron la manera de justificar su posición y descalificar a quienes renunciaban al partido. Y así como Cuauhtémoc Cárdenas, hace 26 años, había logrado lo que parecía casi imposible al sumar a los diversas partidos de izquierda para formar una coalición que se habría de convertir en el PRD, a los líderes de la NI les llevó sólo 6 años para dejar casi en el esqueleto este instituto político, otrora segunda fuerza política nacional, que llegó a estar a punto de convertirse en el partido en el poder.

Finalmente, lo que vendría a darle un golpe casi mortal al Sol Azteca, sería el surgimiento del partido de uno de sus ex dirigentes, Andrés Manuel López Obrador, que con su Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, le quitó militantes, votos, posiciones y quizás hasta la bandera de la interlocución de la izquierda. Y es que al ex Jefe de Gobierno le interesa ir sumando grupos y movimientos y lo que se pueda de esta corriente, con vistas al 2018 y, como sus diferencias con los Chuchos son irreconciliables, al menos así lo ha estado reiterando, dará la bienvenida a quienes se salgan del PRD para incorporarse a Morena.

El PRD tendrá una bancada en la Cámara de Diputados de, más o menos, 54 legisladores, sólo 13 más de los que obtuvo en su debut, hace 24 años, y contra 99 que tiene en la actual legislatura. De ser prácticamente el dueño de la capital del país, con mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa y controlar 12 de las 16 delegaciones, ahora tendrá la mitad de los diputados con que actualmente cuenta y sólo encabezará 6 delegaciones. En estas pérdidas, se dice que estuvo la mano de René Bejarano.

A este partido le urge reinventarse y, a sus los dirigentes, rectificar el rumbo, reconocer sus errores y olvidarse de los controles monopólicos. La amenaza la tienen enfrente, pues la clientela electoral es la misma que la de Morena y el político tabasqueño conserva carisma, sabe de mañas y no los quiere.

Junio 12 de 2015

Evitar caer en la provocación

In Manifestaciones on 26 junio, 2013 at 12:23 pm

El ambiente está caldeado, hay que ser, entonces, cuidadosos en extremo para evitar caer en la provocación de quienes, un día sí y otro también, desafían a la autoridad con manifestaciones, plantones y enfrentamientos, cada vez más frecuentes y más violentos.

Las marchas en la capital del país, no son ninguna novedad. De hecho en alguna ocasión, la autoridad capitalina consideró destinar una plaza para que sirviera como sede para manifestaciones, y así se evitaran las molestias causadas a quienes nada tienen que ver con las demandas o reclamos de los manifestantes. Esta idea no prosperó, porque, precisamente, de lo que se trata es de desquiciar la ciudad, como estrategia de presión de los marchistas para hacer valer sus reclamos.

Y bueno, cuando efectivamente existe una causa justa que motiva la movilización, con el diálogo entre la autoridad y los manifestantes, se calman los ánimos y todo vuelve a la normalidad. Lo que no sucede cuando la movilización responde a oscuros intereses políticos que están más allá de cualquier reclamo social, porque entonces no hay diálogo que valga para la conciliación, pues de lo que se trata es, precisamente, de prolongar el conflicto lo más posible para desgastar a la autoridad y debilitarla políticamente.

Algo de esto es lo que hemos venido presenciando, recientemente, cada vez con mayor frecuencia. Manifestaciones que no tienen sentido ni demanda aparente, salvo el de alterar el orden y provocar a la autoridad. Habría que ser muy ingenuo para creer que los jóvenes que aparecen en diferentes manifestaciones, enarbolando las causas más disímbolas, son auténticos defensores de causas sociales, preocupados por la injusticia y la pobreza que hay en el país. Está claro que se trata de grupos que han hecho de su participación en manifestaciones, un modo de vida, seguramente muy bien retribuidos.

Los disturbios del primero de diciembre del año pasado, las tomas de las rectorías de la UNAM, de la Universidad Metropolitana y de la Universidad de la Ciudad de México. Los enfrentamientos con las fuerzas policíacas, el primero de mayo y el diez de junio, pasado, parecieran ser acciones que forman parte de una estrategia  desestabilizadora. En varios de estos actos, los protagonistas fueron los mismos, aunque los pretextos fueran diferentes y variados.

El mejor ejemplo de que en el fondo de estos actos hay otras intenciones muy distintas a las declaradas por los manifestantes, es el de la toma de la rectoría de la UNAM. Un grupo, literalmente, pequeño, de un día para otro, se posesionó de esas instalaciones. Primero argumentaron una cierta causa para justificar la ocupación y luego declararon otra muy distinta, cuando finalmente abandonaron la rectoría. Además de que el diálogo con el rector, lo que supuestamente constituía uno de sus principales reclamos, pasó al olvido, y no les interesó más, una vez que salieron de Ciudad Universitaria. Así, hasta le fecha, es un misterio qué es lo que motivó a este grupo a realizar semejante acción.

En este contexto, llama la atención la actitud hasta obsequiosa que muestran algunos miembros de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal con los manifestantes. No puede interpretarse de otra manera, el que ese cuerpo legislativo haya reformado, y en fast track, una ley a beneficio de los profesionales de las manifestaciones, que prácticamente los blinda contra su encarcelamiento.

En la época en que Andrés Manuel López Obrador ocupaba la jefatura del Gobierno de esta capital, la ley establecía, en su artículo 362 del código penal para el Distrito Federal, una pena para quienes “perturben la paz pública o menoscaben la autoridad del Gobierno del Distrito Federal” de 5 a 30 años de cárcel. Las manifestaciones entonces no abundaban, a diferencia de lo que sucede ahora.

Pero resulta que, en diciembre pasado, a propuesta del asambleísta Antonio Padierna, cuñado del profesor René Bejarano, cuya filiación política es muy clara, se planteó reformar este artículo y reducir la penalidad de 2 a 7 años de prisión. Una modificación, que admite la libertad bajo fianza para quienes incurren en esta falta.

Recordemos que se trató de una reforma a modo, para beneficiar a los detenidos por los disturbios del primero de diciembre del año pasado, con el pretexto de que se estaba “criminalizando la protesta social”. Los detenidos obtuvieron, entonces, su libertad de inmediato, una vez que asambleístas de izquierda cubrieron la fianza que se les había fijado. Nos preguntamos, quién estaría detrás de aquellos disturbios

La reforma que se comenta no resiste el menor análisis. No ayuda a la gobernabilidad de la ciudad, es tolerante a los disturbios y convierte a la autoridad en rehén de los manifestantes. Por esto, no se entienden las razones que tuvo el Jefe de Gobierno de la capital, Miguel Ángel Mancera, para promulgarla. Como hemos visto, ahora estos activistas son más agresivos, sabedores de que la ley habrá de tratarlos con benevolencia.

Si creyéramos en las teorías del complot, supondríamos que estas manifestaciones, sin sentido aparente, la profesionalización de los manifestantes, la reducción de las penas de los delitos contra la paz pública y la disposición de algunos personajes de la izquierda para proteger a estos anarquistas mediante el pago de las fianzas, serían parte de una estrategia para reventar los mejores propósitos de un  gobierno que sorprendió con la firma del Pacto por México con las tres principales fuerzas políticas del país. Cosa que sigue irritando a algunos personajes de izquierda y derecha.

En esta hipótesis, lo visto hasta ahora sería sólo la muestra de los dientes con lo que estarían amenazando los más radicales enemigos de este gobierno y opositores a cualquier reforma, y si se trata de la energética, con mayor razón. Porque la oposición a ésta, es la que les resulta más rentable, políticamente. Se trata de defender los bienes de la Nación, de evitar la privatización de Pemex, exclaman. Y alegan en contra de una privatización que sólo existe en su imaginación, pues a pesar de que se ha insistido hasta el cansancio que nadie desea privatizar nada, ponen oídos sordos, porque les conviene continuar con un argumento popular como es la defensa de la riqueza energética, aunque sólo sea una táctica para justificar marchas y plantones. Para estos personajes, actos vandálicos como los acontecidos en Brasil, les sirve para ambientar sus protestas.

Por esto, y ante un nublado clima mundial, la recomendación sería continuar apostando a la política del diálogo y la negociación. Hemos visto que, hasta ahora, es el camino que ha dado los mejores resultados.

Junio 26 de 2013

Jugar con fuego

In Temas Centrales on 23 mayo, 2012 at 12:24 pm

Todos con todo contra el puntero, porque el tiempo se acaba. Después de casi ocho semanas de campaña, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, se mantiene a la cabeza en las preferencias electorales, según todas las encuestas publicadas hasta el momento. Ese lugar, cuya ventaja sobre sus contendientes, si bien ha menguado aunque nunca ha sido inferior de 20 puntos, la tiene el candidato tricolor desde el inicio del proceso electoral, por lo que sus competidores han tenido que ajustar sus estrategias para encontrar la fórmula que les permita acortar distancias.

Por lo pronto, la disputa está por el segundo lugar. La candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota inició en esa posición y se ha sostenido con altibajos. A pesar de los ajustes en su campaña y los golpes de timón, no ha logrado superar la barrera de los 29 puntos. Pareciera estar estancada entre los 24 y los 26 puntos. El caso del candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, es diferente. Entre la campaña del México amoroso y su vuelta al pasado, ha mantenido una tendencia ascendente, logrando remontar su posicionamiento entre las preferencias hasta empatar o casi, en el segundo lugar a la candidata panista.

Pienso que será cosa de días para que finalmente se defina el segundo lugar, en términos de los estudios de opinión. Por lo pronto, como lo comentábamos la semana pasada, estos dos candidatos siguen con la estrategia de golpear al puntero, sin que entre ellos exista la más mínima crítica. Curiosa circunstancia, porque perteneciendo, uno a la oposición y la otra al partido en el gobierno,   comparten cuestionamientos como si ambos fueran oposición y el objetivo fuera sacar al PRI de Los Pinos, en lugar de evitar su retorno. Y es que se insiste en destacar todo lo negativo de los gobiernos del pasado, aunque habría que recordar que desde hace doce años el PRI no gobierna al país y hace quince, que perdió el gobierno del Distrito Federal.

Por lo pronto, los equipos de campaña están echando toda la carne al asador, y el incidente de lo ocurrido al candidato tricolor en la Universidad Iberoamericana durante su visita a ese plantel, les ha dado parque a unos.

La expresión de rechazo de un grupo de estudiantes de esa institución hacia el abanderado priista, era casi previsible. Hacía sólo unas semanas que el candidato de las izquierdas había tenido un buen recibimiento de parte de los alumnos de la Ibero. Los estudiantes, al menos los de mayores inquietudes políticas, habían manifestado ya entonces sus preferencias y, seguramente, fueron los mismos que repudiaron la presencia del candidato de la coalición Compromiso por México, con expresiones que, ciertamente, cayeron en el exceso.

Pero bueno, son riesgos de campaña a los que están expuestos quienes están en el juego de la política. Es la disputa por el poder, y en eso no hay tregua ni cuartel. El suceso con los estudiantes de la Ibero provocó reacciones entre un sector que, hasta entonces, no se había manifestado en el proceso electoral, al menos no de una manera expresa como ahora.

No se si las diferentes reacciones por aquel incidente hicieron que, de repente, se despertara el interés de los estudiantes por participar en este proceso, o si, aprovechando la circunstancia, hubo una mano que meció la cuna. El hecho es que en estos últimos días los jóvenes han tomado la calle, para expresarse. Y que bueno que lo hagan, sin manipulaciones de por medio, como ellos lo afirman, demandando respuestas y soluciones a los candidatos presidenciales, y formulando propuestas.

Pero importa mucho que todo esto se haga con un ánimo propositivo, en un ambiente de madurez y de manera pacífica. Tomar partido es importante, y hacer proselitismo en favor del candidato de sus preferencias es perfectamente válido, lo que resulta delicado es crear un ambiente de enfrentamiento, de polarización, de descalificativos, de intolerancia en contra de quien no piense igual.

Una manifestación en contra de un candidato poco aporta al fortalecimiento de nuestro sistema democrático. La del sábado en contra del PRI y de su candidato, fue convocada a través de las redes sociales con la participación de jóvenes que se encargaron de enfatizar el carácter apartidista del movimiento. Sin embargo, también quedó claro que una movilización así puede ser fácilmente víctima de infiltraciones de grupos con otro tipo de intereses, con los riesgos que esto implica.

Los candidatos deben convocar a los ciudadanos a sumarse a su causa, a buscar su respaldo, a solicitar su voto, a tratar de convencerlos de sus planes y programas de gobierno. Esto es, a sumar electores. Lo que no creo conveniente, es hacer campañas negativas, llamados para manifestarse en contra de algún candidato, particularmente cuando la audiencia convocada son los jóvenes, estudiantes o no.

Los jóvenes constituyen un sector muy atractivo para cualquier candidato. Según datos del IFE representan 14 millones de votos potenciales. Así de importante es su apoyo. Se entiende el interés en atraerlos, pero no sembrando odios, porque eso es jugar con fuego.

Mayo 23 de 2012.

Se acabó el amor

In Temas Centrales on 16 mayo, 2012 at 12:42 pm

Ciertamente el post debate ha resultado más dinámico e interesante que el propio encuentro entre los cuatro candidatos en el que, por primera vez, desde el inicio de la pre campaña, se encontraron frente a frente. Como se ha comentado, la expectativa de que el primer debate marcara una reorientación en el sentido de las preferencias electorales, basada en la actuación fallida que tendría Enrique Peña Nieto en dicho acto, según el vaticinio de sus contrincantes, se desinfló cuando el priista resolvió, sin mayor problema, esta etapa del proceso. Para propios y extraños, el mexiquense salió bien librado.

La estrategia de Josefina Vázquez Mota y de Andrés Manuel López Obrador para este primer debate, coincidió en la intención de tratar de descalificar al candidato tricolor con acusaciones que, por haber sido ya materia de múltiples aclaraciones, en otros tiempos, resultaron  meros tiros de salva, por lo repetitivo y la falta de originalidad. Ninguna novedad, y lo que se había anunciado como una bomba que estallaría afectando el posicionamiento del puntero en las encuestas, se cebó.

El sospechosismo, que en momentos ensombrece este proceso, ha dado pie a diversas hipótesis sobre supuestas estrategias secretas, cuando, al día de hoy, faltan  únicamente cinco semanas de campaña. Especulaciones derivadas de algunos hechos y comportamiento de los candidatos:

Que si la provocativa participación de la edecán tenía el oscuro  propósito de desviar la atención del debate, como estrategia para ocuparse más en un escote, que preocuparse por el contenido de las exposiciones de los candidatos. Que si más bien se trató de ponerle una trampa al candidato tricolor, en la que, por cierto, no cayó, difundiendo su fotografía en las redes sociales con la mirada clavada en los atributos de la edecán, como fue el caso de la foto puesta en circulación de Gabriel Quadri.

Que si la candidata del PAN y el candidato del Movimiento Progresista se  pusieron de acuerdo para concentrar los ataques en contra del priista, con el ánimo de hacerlo caer del lugar preferente que sigue ocupando. Sobre ésta, al menos, quedó la duda, cuando ambos candidatos enfocaron todas sus baterías en contra de Peña Nieto, evitando el enfrentamiento entre ellos. Josefina Vázquez Mota, haciendo a un lado los agravios que pudo haberle reclamado a López Obrador por la campaña de denostación que, a nivel nacional, llevara a cabo el candidato de las izquierdas en contra del Presidente Calderón, y aquél renunciando a echarle en cara a la candidata blanquiazul alguna de las innumerables críticas que durante los últimos cinco años formuló a la administración calderonista.

Que si este entendimiento para impedir, a como de lugar, el triunfo del abanderado tricolor, podría llegar hasta sumar esfuerzos de estos dos partidos, otrora antagónicos, en una concertacesión que dejaría un solo contrincante para enfrentar a Peña Nieto (la candidatura de Quadri es testimonial). Esto, claro está, en caso de que López Obrador desbancara a la jefa Vázquez Mota del segundo lugar, y la posición de la panista se desfondara en las encuestas.

Por lo pronto, todos los candidatos se declararon triunfadores del debate, algunos con más énfasis que otros. Faltaba entonces ganar el post debate, tarea compartida entre los candidatos y sus equipos de campaña. En eso ocuparon su tiempo toda la semana pasada, porque después vendrían las encuestas que habrían de reflejar la realidad sobre este encuentro, al mostrar sus efectos en la opinión de los electores.

Y bueno, resulta que el debatido debate no arrojó los grandes cambios que algunos suponían; y la esperanza de que la distancia entre los tres fuera cada vez más corta, se esfumó. Por lo pronto, el candidato tricolor se mantiene a la cabeza de las preferencias electorales conservando una cómoda ventaja. Según las encuestas de Milenio-GEA/ISA, BGC-Excélsior y Consulta Mitofsky, Enrique Peña Nieto alcanza 45 puntos, puntuación en la que coinciden las dos primeras encuestadoras, aunque Mitofsky le da 48 puntos.

El segundo lugar está cada vez más competido. Según la encuesta que publica Excésior, López Obrador empata a Josefina Vázquez Mota con 26 puntos. En esto si difieren las otras dos casas encuestadoras, aunque la diferencia entre uno y otro candidato es mínima, si atendemos al margen de error. Milenio le da 25.3 puntos a la candidata de Acción Nacional contra 23.6 de AMLO, y Mitofsky abre un poco más la diferencia, 25.3 contra 23.6, respectivamente.

Gabriel Quadri tiene diferentes mediciones, Milenio le da 6 puntos, Excélsior tres y Mitofsky dos. Pareciera que este candidato ya superó el mínimo que requiere para conservarle el registro al partido que lo postula. A partir de esto, todo lo que sume es ganancia.

En este contexto y cuando nos encontramos a la mitad de la campaña, desapareció la república amorosa. Poco duró el encanto, y es que genio y figura…

El candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, nos tenía acostumbrados a un discurso de descalificaciones de todo y de todos aquellos que no compartieran sus ideas. Así fue, durante los últimos cinco años, expresando, a lo largo y ancho del país, su inconformidad con el resultado de la elección presidencial de 2006, desconociendo el triunfo del Presidente Felipe Calderón y alegando la comisión de un gran fraude electoral.

Un complot orquestado en su contra por la mafia del poder para robarle una elección que, según su afirmación, él había ganado, fue la denuncia que llevó como punto central de su discurso durante su muy anticipada y larga campaña de retorno.

Pero todo cambió cuando inició el proceso electoral. Andrés Manuel pasó del odio al amor, y evitó las descalificaciones a sus adversarios, hasta que se percató de que esa estrategia no le iba a redituar el repunte necesario en las preferencias, ante el reducido tiempo de campaña, y recuperó su estilo. Ahora tenemos al candidato de hace seis años con el mismo discurso, las mismas denuncias y las quejas de entonces. Los de arriba, los que mandan, el pueblo bueno, el cerco informativo, la mafia del poder, el innombrable, etc. Tal vez volver al pasado no sea lo más conveniente para sumar nuevos adeptos, pero quizás él se sienta mejor y más a gusto, manejando su vieja estrategia.

Mayo 16 de 2012