Dice el dicho popular que a la ocasión la pintan calva, con lo que se quiere significar que no hay que dejar pasar las oportunidades cuando se presentan. Una buena recomendación, en términos generales, ante el riesgo de que segundas oportunidades no se repitan y se pierda la ocasión. Sí bien, reconocer las oportunidades no siempre resulta sencillo y saber aprovecharlas, tampoco, hacerlo puede cambiar la vida de una persona, en sentido positivo.
Existe, sin embargo, una línea muy delgada entre lo que es una oportunidad, definida como algo oportuno, favorable, apropiado, que es válido aprovechar siempre que se pueda, y el oportunismo, que vendría siendo su deformación y que el diccionario Larousse define como “actitud política de los que sacrifican los principios para adaptarse a las circunstancias del momento”. Lo que no resulta tan recomendable ni positivo.
Por supuesto que quien actúa con oportunismo, ajusta el principio del mencionado refrán a su comportamiento, distorsionando su sentido, porque más que encontrarse con una oportunidad y aprovecharla, adaptan las circunstancias a su beneficio para sacar algún provecho. Una diferencia aparentemente sutil, pero tajante.
Un buen ejemplo de oportunismo, es el que mostró el líder moral y fundador del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en su fugaz viaje a Europa, hace unos días, para asistir a la audiencia pública que acostumbra dar los miércoles el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, y entregarle una “medallita,” como el mismo lo declaró, y una carta.
Hasta ahí, no habría mayor comentario, salvo que el mismo ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal quiso dejar muy claro cuál había sido la intención de este viaje. Ni razones espirituales ni religiosas, simple y sencillamente de lo que se trató fue de llevar agua a su molino. Hay que recordar que este personaje anda en campaña permanente desde hace más de 15 años.
La audacia del tabasqueño no tiene límites y menos aún su obsesión por la silla presidencial, así que una vez que El Vaticano anunció la próxima visita del Santo Pontífice a nuestro país, de inmediato diseñó una estrategia para aprovechar esta circunstancia en beneficio de su proyecto político.
Pensar en una entrevista con el Papa, durante su estancia en México, resultaría casi imposible. Las visitas son cortas, la agenda es muy cargada, las audiencias privadas son pocas y selectivas y las solicitudes muy numerosas. La posibilidad para saludarlo aquí era muy remota, así que buscó adelantarse y manejar una versión del saludo muy a su conveniencia, además de dejarle una misiva con contenidos de su propaganda política.
El objetivo de AMLO estaba más en la forma que en el fondo de su saludo. Entregarle una medalla religiosa, obligó al Papa a acercarse para recibirla en propia mano, ni modo de no hacerlo viniendo de un ciudadano del país que visitaría en breve. Con esto, logró las fotos que requería para darle el carácter personal a su odisea papal, mismas que se encargó de difundir en su blog de Facebook, con buen impacto mediático, que es lo que, a fin de cuentas, le interesaba.
La medalla y la carta sólo fueron el pretexto para dar constancia de su presencia. Claro está, que si esa carta logra despertarle al Papa su curiosidad sobre el entorno político de México, qué mejor, aunque habría que agregar que la política que se maneja en El Vaticano es de grandes ligas, y quién sabe qué les haya parecido la audacia lopezobradorista.
Para terminar con este tema, no me queda claro si las prerrogativas que reciben los partidos políticos pueden aplicarse, a discreción y sin limitaciones, para pagar viajes de carácter personal al extranjero, como lo fue la visita de AMLO al Vaticano, pues a decir del tabasqueño, su partido Morena cubrió todos sus gastos, ya que “le fue muy bien” y está recibiendo cerca de 200 millones de pesos del Instituto Nacional Electoral. El detalle es que ese dinero no es propio del patrimonio de la autoridad electoral, sino de todos los mexicanos y, es de suponer, que está etiquetado para fines específicos.
Creo que con esta declaración, el multicandidato presidencial se metió en camisa de once varas.
Octubre 22 de 2015