Miguel Tirado Rasso

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Reflexiones para después de una elección

In Procesos Electorales on 17 julio, 2013 at 12:42 pm

Tras la celebración de la primera jornada electoral del sexenio, y una vez definidos sus resultados, es momento de reflexión para todos o, al menos, debiera ser. No está mal que, con la intención de mantener el buen ánimo entre su militancia, los responsables de guiar los destinos de los partidos políticos, destaquen el lado positivo de lo obtenido en las elecciones. Conservar el optimismo en momentos críticos, es siempre recomendable. Lo malo está en caer en la exageración, y darle visos de éxito a una participación que fue menos que modesta. Pero peor aún, es incurrir en el auto engaño.

Es el caso, cuando escuchamos la evaluación que hace el presidente del Partido de la Revolución Democrática, Jesús Zambrano, sobre la actuación de su partido en el reciente proceso electoral. El dirigente perredista presume triunfos, como el obtenido en el estado de Baja California, cuando habría que reconocer que su aportación a la victoria obtenida en alianza con el PAN, fue mínima. Pues, mientras que el partido blanquiazul ha logrado sostenerse como partido gobernante en ese estado durante casi un cuarto de siglo, la casi ausencia del partido del Sol Azteca como fuerza política en los estados de la frontera norte del país, es notable.

Su alianza con el PAN le resultó muy benéfica, porque le ayudó a disfrazar su debilidad, permitiéndole compartir triunfos que de otra manera no hubiera podido lograr. Las conquistas más importantes, son las que obtuvo, precisamente, como consecuencia de esta coalición, porque en donde contendió solo, el PRD tuvo que conformarse con pequeñas plazas.

La división hacia el interior de este partido es ya histórica, y lejos de curar heridas, cada grupo se mantiene aferrado a sus cotos de poder, sin ánimo de ceder, y siempre en espera de acrecentar su campo de influencia a costa de las otras tribus. Su principal bastión, el gobierno del Distrito Federal, ahora lo encabeza un personaje que no milita en sus filas, y según declaraciones del propio Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, no es su intención afiliarse a ese partido.

El PRD es gobierno, sin alianzas, en dos entidades, Guerrero y Morelos, aunque en el primer caso, el gobernador no parece sentirse muy comprometido con el partido que lo postuló y siga suspirando por el PRI, su antiguo partido. En cinco entidades más, formó coaliciones para llegar al poder, en Tabasco, con el Partido del Trabajo  y Movimiento Ciudadano, y en Puebla, Oaxaca, Sinaloa y ahora Baja California, con Acción Nacional.

Podemos decir que su participación en los gobiernos que comparte con el blanquiazul, es muy discreta, ya que a la hora del reparto de posiciones para integrar los equipos de gobierno, el PAN siempre se lleva la tajada del león, por lo que decir que es partido en el gobierno en estos estados, resulta una mera una ilusión. Eso sí, estas coaliciones le han significado tanques de oxígeno al PRD, sobre todo en sus momentos de crisis.

El retiro de sus filas de su principal activo electoral, Andrés Manuel López Obrador, le ha significado una grave pérdida, que todavía hasta el momento, no se puede apreciar en su debida dimensión, pues seguramente cuando el partido del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, obtenga su registro, se darán ajustes en la militancia de izquierda, y no precisamente para fortalecer al PRD.

Para López Obrador, el partido del Sol Azteca fue un mal necesario. Lo utilizó porque requería sus siglas y sus prerrogativas para poder contender electoralmente. Aprovechó sus recursos para formar un partido a modo, sin sombras de líderes morales, ni operadores de negros antecedentes, ni presencia de tribus que disputan el poder. Un partido fundado por él, bajo su control absoluto. Y en ese sentido se ha desmarcado ya de los partidos de izquierda con registro, al declarar que en las próximas elecciones federales intermedias, Morena habrá de participar solo, sin aliados.

El fundador de Morena reactivó su presencia pública la semana pasada, enviando un mensaje a tres bandas, cuando invitó al Jefe de Gobierno del Distrito Federal a lanzar la primera bola en un partido de beisbol. En primer lugar, el aviso de que no quiere nada con el PRD, que su relación con el mandatario de la capital del país es buena, por lo que no se descartaría que en un descuido lo pueda incluir en sus planes, quitándoselo a ese partido. Para los bejaranos, la recomendación de actuar con prudencia y no enfrentar al Jefe de Gobierno, a menos, no por el momento. Y para su sucesor en el gobierno de la ciudad, Marcelo Ebrard, el mensaje de que en el futuro político de la izquierda sólo hay dos opciones, y que él no está contemplado.

En este contexto, los dirigentes del PRD deben analizar muy bien la estrategia a seguir para no perder su posición de líder de la  izquierda en el tablero político nacional. El año que entra tendrá que renovar sus cuadros y, es bien sabido, las dificultades que tiene este partido para llevar a cabo procesos electorales internos sin reclamos, enfrentamientos y fracturas. Una coyuntura muy conveniente para quien está apostando fortalecer la militancia de Morena, a costa del desmembramiento perredista.

El partido del Sol Azteca, tendrá que hacer un esfuerzo para mantener la estabilidad y la unidad entre sus filas, y evitar que el registro de Morena provoque una desbandada que debilite todavía más su estructura y sus posiciones y posibilidades en el escenario político nacional.

La amenaza es real y el reto es mayor.

Julio 17 de 2013

El PAN entre dimes y diretes

In Partidos Políticos on 19 junio, 2013 at 8:34 pm

A poco más de dos semanas de que se lleven a cabo las elecciones locales en 14 entidades de la República, el Partido Acción Nacional se encuentra literalmente perdido en su laberinto. Tras casi un año después del  descalabro electoral que los echó de Los Pinos, no han encontrado la fórmula para recomponer sus filas. Lejos de esto, la disputa por el control del partido, está planteando una crisis de la que tardarán en salir, si es que no surge pronto una figura conciliadora que logre unificar los criterios e intereses que, por el momento, parecen irreconciliables, y que lo están hundiendo.

Para colmo, las investigaciones por supuestos malos manejos de algunos gobernadores de éste, aunque también de otros partidos políticos, que recién dejaron sus cargos, causan controversia en el seno del blanquiazul. Y es que, pierden su arma favorita que era ondear la bandera de la honestidad como ejemplo de su desempeño, y que, según decían, los distinguía de la actuación corrupta de los funcionarios de otros partidos.

En Jalisco, Aguascalientes y Chiapas, tres entidades que llegaron a gobernar candidatos panistas, y que perdieron en la última elección, hay serias sospechas de corrupción que ha merecido la consignación de algunos ex funcionarios y la expedición de órdenes de aprehensión, como en el  caso del ex gobernador de Aguascalientes.

Y por si algo le faltara a este partido, hace unos días su joven alcaldesa en Monterrey, Nuevo León, causó polémica cuando en un acto, convocado por la Alianza de Pastores, entregó la capital regia a Jesucristo. Ante la ola de cuestionamientos y críticas generadas por este hecho que, para muchos, significa un golpe al Estado laico, dirigentes de Acción Nacional tuvieron que salir en defensa de su militante, quien ciertamente no actuó con mucho acato a la Constitución que juró respetar al tomar posesión de su cargo.

Por otro lado, en el estado de México, el coordinador de los diputados del PAN en el Congreso local, Ulises Ramírez, enfrenta acusaciones de enriquecimiento ilícito, pero no crea usted que éstas provienen de otros partidos. Las denuncias las han formulado miembros de su propio partido por la presunta venta de candidaturas a cargos de representación popular, a razón de un millón de pesos por caso.

A pesar de las denuncias, el diputado Ramírez se sostiene, gracias al apoyo que le brinda el presidente de su partido, Gustavo Madero, a pesar del costo político que esto le significa.

Pero quizás la circunstancia más delicada que está afectando la estabilidad del PAN, sigue siendo el enfrentamiento entre una parte de su bancada en el senado y la dirigencia de su instituto político. Habíamos comentado en otra ocasión, que las formas utilizadas por el presidente de Acción Nacional, para sustituir al coordinador de sus senadores, no habían sido las mejores ni la designación del sustituto, la más afortunada, y que las heridas causadas por esta decisión podrían agravarse, de no llevar a cabo una inmediata estrategia de cicatrización.

El cambio procedió, pero la rebelión no cedió, y en algo más parecido a un juego de vencidas, a las acciones del nuevo coordinador, Jorge Luis Preciado, surgen reacciones del grupo desplazado. Como en el caso de las sustituciones realizadas por el nuevo coordinador para armar su equipo de trabajo, y que su antecesor ha considerado como agresión, por lo que toma represalias.

En el enfrentamiento, unos a otros se lanzan acusaciones. En el fondo, además de la disputa por el control del poder, también está en juego el manejo discrecional de 204 millones de pesos. Recursos que le corresponden a la bancada panista, y que son una parte más de la manzana de la discordia en que se ha convertido esta coordinación. Los senadores maderistas piden ahora que se audite el ejercicio del gasto de esos recursos, durante la gestión de Ernesto Cordero, y veladamente sugieren que pudo existir desvío de recursos públicos.

En respuesta, los senadores afines a este último, contraatacan, y proponen reformas a los estatutos del grupo parlamentario, para quitarle al nuevo coordinador el control financiero, político y operativo. De lograr esto último, la toma de decisiones quedaría sujeta al voto de la mayoría. O lo que es lo mismo, del grupo de senadores calderonistas, toda vez que de los 38 senadores de la bancada blanquiazul, 22 apoyan a su antiguo coordinador.

Para justificar esta propuesta, afirman, que se trata de evitar la utilización de los recursos con fines personales o electorales, como por ejemplo en la campaña para la reelección de Gustavo Madero en la presidencia del partido. Pero también para acabar con decisiones de carácter unipersonal, y que sea la mayoría de los senadores panistas quienes determinen el rumbo en las relaciones con otros grupos parlamentarios y la suscripción de acuerdos.

Una propuesta de ejercicio democrático, que no está mal, siempre y cuando exista unidad en la bancada, pero en las circunstancias actuales constituye una trampa, porque más que un ánimo democrático, lo que se ve es la clara intención de conservar el control por parte de quienes perdieron la coordinación. 

La rebelión no amaina. El coordinador Preciado, afirma que él representa al presidente Madero, “porque él es el que debe coordinar al grupo”. Sólo que los otros no piensan igual y, en entrevista, el senador Ernesto Cordero afirma que su grupo constituye la mayoría, y que no supeditarán “la agenda legislativa de Acción Nacional a lo que el partido o el gobierno quiera”, porque ellos tienen su propia agenda.

Y entre dimes y diretes, Acción Nacional llega al primer proceso electoral del sexenio, con el rumbo perdido y un considerable desgaste.