Miguel Tirado Rasso

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El Pacto del Cambio

In Partidos Políticos on 24 julio, 2013 at 12:16 pm

Al Pacto por México lo han traído por el callejón de la amargura. Una excelente propuesta para lograr lo que hasta hace unos meses parecía imposible, permitió que los dirigentes de las tres principales fuerzas políticas del país, PRI, PAN y PRD, encontraran la fórmula para una tregua a sus diferencias  ante la necesidad de trabajar por un propósito común: el bienestar de México.

Y si el objetivo fundamental quedaba claro, y comenzaba a funcionar, resultó con que además, el Pacto podía brindar otros servicios como el de tabla de salvación a quienes no las tenían todas consigo en el desempeño de sus liderazgos partidistas. Así, los presidentes de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, encontraron en el Pacto por México la posibilidad de fortalecer su posición al frente de sus partidos, en momentos en que sus derrotas electorales del pasado proceso electoral federal, los habían colocado en una difícil e incómoda situación ante su militancia y personajes de influencia.

La firma del acuerdo suscrito justo al siguiente día de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como presidente de la República, tomó por sorpresa a propios y ajenos, pero sobre todo, a los grupos duros del blanquiazul y del Sol Azteca que, dolidos por la pérdida del poder, unos, y ante un nuevo fracaso electoral, otros, lo que menos deseaban era llegar a un acuerdo con el nuevo equipo de gobierno. No es de extrañar entonces, que recuperados de la sorpresa, ahora algunos estén dedicados a bombardear todo lo relacionado con el Pacto, con independencia de lo que le convenga al país, porque su egoísmo los lleva a pensar sólo en sus intereses particulares.

Las condiciones actuales han dificultado el avances en los acuerdos en el seno del Pacto, porque el contexto actual es muy distinto al de hace seis meses. Los éxitos alcanzados en un principio, se dieron en atención a que existía coincidencia entre las tres fuerzas políticas mayoritarias, sobre los temas que deberían revisarse para promover el desarrollo del país. Y salvo pequeñas distracciones, los esfuerzos estaban concentrados en ese propósito. Esto les significaba a los dirigentes del PAN y del PRD, una inmejorable plataforma para la proyección de su imagen en el tablero político nacional, cuando más lo necesitaban.

Pero conforme pasó el tiempo, las presiones al interior de estos partidos se agudizaron, y la lucha por el poder, a meses de la renovación de sus cuadros dirigentes, ha modificado totalmente los escenarios de la oposición. Lo anterior, explicaría los vaivenes en la conducta de sus dirigentes en relación con su participación en el Pacto. Y es que, según lo que les convenga más, Gustavo Madero y Jesús Zambrano se suman o se alejan de este acuerdo, utilizándolo  como escudo para defenderse las críticas y ataques del fuego amigo.

Parecería que, si entre las tres grandes fuerzas políticas hay coincidencia sobre las reformas que deben llevarse a cabo para que nuestro país finalmente despegue, los acuerdos entre ellos no deberían ser complicados. Pero resulta que los intereses que tiene que ver con la lucha por el poder, convierten en insalvables las pequeñas diferencias que pudieran existir en los criterios para el cambio.

Y cuando esa lucha es interna, las cosas se complican aún más, que es lo que precisamente está sucediendo en los dos partidos de oposición. Gustavo Madero sufre las presiones de parte del grupo identificado con el ex presidente Felipe Calderón, como preparativos para la sucesión de la cúpula dirigente del PAN, que tendrá que darse a finales de este año. Y como estrategia, Madero se cobija o se aleja del Pacto, según convenga, por lo que desvirtúa el acuerdo cuando lo utiliza para sostener su posición.

El mejor ejemplo de esto es la presentación que hizo el dirigente panista, la semana pasada, de la iniciativa de reforma energética, por su cuenta y fuera del Pacto, cuando en el seno de este foro estaba contemplado discutir este tema para presentarlo como propuesta de los tres partidos. Se entiende esta acción de Madero como reacción en defensa propia para atajar la iniciativa de reforma política que el grupo de senadores insubordinados de su bancada habían presentado con anterioridad y sin consultar a la dirigencia de su partido. Pero estas diferencias internas en el seno del blanquiazul están afectando la operación y efectividad del Pacto, al no darle el espacio que le corresponde.

Igual sucede con el dirigente del PRD. Jesús Zambrano amenaza un día sí y otro también con salirse del pacto, bajo cualquier pretexto, aunque en el fondo está claro que en las presiones de las tribus y de algunos personajes prominentes de la izquierda, estaría la explicación al veleidoso comportamiento del dirigente. Así que, al igual que su colega panista, Zambrano juega con el Pacto a su conveniencia.

Creo que el Pacto por México es lo mejor que le ha pasado al país desde hace varios sexenios en el campo político. Poner de acuerdo a quienes se disputan el poder, cuando su prioridad es su propio interés y no el del país, no es cosa fácil. Convencer a los partidos de oposición dela necesidad de trabajar juntos como única fórmula para lograr el progreso de México, requiere de un gran esfuerzo y de constancia.

En este foro, se han logrado importantes avances, quizás es tiempo de hacer ajustes para que pueda continuar operando, de acuerdo a las circunstancias que se están viviendo y evitar que se convierta en rehén de los partidos de oposición.

Julio 24 de 2013

El PAN entre dimes y diretes

In Partidos Políticos on 19 junio, 2013 at 8:34 pm

A poco más de dos semanas de que se lleven a cabo las elecciones locales en 14 entidades de la República, el Partido Acción Nacional se encuentra literalmente perdido en su laberinto. Tras casi un año después del  descalabro electoral que los echó de Los Pinos, no han encontrado la fórmula para recomponer sus filas. Lejos de esto, la disputa por el control del partido, está planteando una crisis de la que tardarán en salir, si es que no surge pronto una figura conciliadora que logre unificar los criterios e intereses que, por el momento, parecen irreconciliables, y que lo están hundiendo.

Para colmo, las investigaciones por supuestos malos manejos de algunos gobernadores de éste, aunque también de otros partidos políticos, que recién dejaron sus cargos, causan controversia en el seno del blanquiazul. Y es que, pierden su arma favorita que era ondear la bandera de la honestidad como ejemplo de su desempeño, y que, según decían, los distinguía de la actuación corrupta de los funcionarios de otros partidos.

En Jalisco, Aguascalientes y Chiapas, tres entidades que llegaron a gobernar candidatos panistas, y que perdieron en la última elección, hay serias sospechas de corrupción que ha merecido la consignación de algunos ex funcionarios y la expedición de órdenes de aprehensión, como en el  caso del ex gobernador de Aguascalientes.

Y por si algo le faltara a este partido, hace unos días su joven alcaldesa en Monterrey, Nuevo León, causó polémica cuando en un acto, convocado por la Alianza de Pastores, entregó la capital regia a Jesucristo. Ante la ola de cuestionamientos y críticas generadas por este hecho que, para muchos, significa un golpe al Estado laico, dirigentes de Acción Nacional tuvieron que salir en defensa de su militante, quien ciertamente no actuó con mucho acato a la Constitución que juró respetar al tomar posesión de su cargo.

Por otro lado, en el estado de México, el coordinador de los diputados del PAN en el Congreso local, Ulises Ramírez, enfrenta acusaciones de enriquecimiento ilícito, pero no crea usted que éstas provienen de otros partidos. Las denuncias las han formulado miembros de su propio partido por la presunta venta de candidaturas a cargos de representación popular, a razón de un millón de pesos por caso.

A pesar de las denuncias, el diputado Ramírez se sostiene, gracias al apoyo que le brinda el presidente de su partido, Gustavo Madero, a pesar del costo político que esto le significa.

Pero quizás la circunstancia más delicada que está afectando la estabilidad del PAN, sigue siendo el enfrentamiento entre una parte de su bancada en el senado y la dirigencia de su instituto político. Habíamos comentado en otra ocasión, que las formas utilizadas por el presidente de Acción Nacional, para sustituir al coordinador de sus senadores, no habían sido las mejores ni la designación del sustituto, la más afortunada, y que las heridas causadas por esta decisión podrían agravarse, de no llevar a cabo una inmediata estrategia de cicatrización.

El cambio procedió, pero la rebelión no cedió, y en algo más parecido a un juego de vencidas, a las acciones del nuevo coordinador, Jorge Luis Preciado, surgen reacciones del grupo desplazado. Como en el caso de las sustituciones realizadas por el nuevo coordinador para armar su equipo de trabajo, y que su antecesor ha considerado como agresión, por lo que toma represalias.

En el enfrentamiento, unos a otros se lanzan acusaciones. En el fondo, además de la disputa por el control del poder, también está en juego el manejo discrecional de 204 millones de pesos. Recursos que le corresponden a la bancada panista, y que son una parte más de la manzana de la discordia en que se ha convertido esta coordinación. Los senadores maderistas piden ahora que se audite el ejercicio del gasto de esos recursos, durante la gestión de Ernesto Cordero, y veladamente sugieren que pudo existir desvío de recursos públicos.

En respuesta, los senadores afines a este último, contraatacan, y proponen reformas a los estatutos del grupo parlamentario, para quitarle al nuevo coordinador el control financiero, político y operativo. De lograr esto último, la toma de decisiones quedaría sujeta al voto de la mayoría. O lo que es lo mismo, del grupo de senadores calderonistas, toda vez que de los 38 senadores de la bancada blanquiazul, 22 apoyan a su antiguo coordinador.

Para justificar esta propuesta, afirman, que se trata de evitar la utilización de los recursos con fines personales o electorales, como por ejemplo en la campaña para la reelección de Gustavo Madero en la presidencia del partido. Pero también para acabar con decisiones de carácter unipersonal, y que sea la mayoría de los senadores panistas quienes determinen el rumbo en las relaciones con otros grupos parlamentarios y la suscripción de acuerdos.

Una propuesta de ejercicio democrático, que no está mal, siempre y cuando exista unidad en la bancada, pero en las circunstancias actuales constituye una trampa, porque más que un ánimo democrático, lo que se ve es la clara intención de conservar el control por parte de quienes perdieron la coordinación. 

La rebelión no amaina. El coordinador Preciado, afirma que él representa al presidente Madero, “porque él es el que debe coordinar al grupo”. Sólo que los otros no piensan igual y, en entrevista, el senador Ernesto Cordero afirma que su grupo constituye la mayoría, y que no supeditarán “la agenda legislativa de Acción Nacional a lo que el partido o el gobierno quiera”, porque ellos tienen su propia agenda.

Y entre dimes y diretes, Acción Nacional llega al primer proceso electoral del sexenio, con el rumbo perdido y un considerable desgaste. 

El PAN en su laberinto

In Partidos Políticos on 29 mayo, 2013 at 12:18 pm

Hasta lo que alcanzamos a ver, al día de hoy, el enfrentamiento entre el ahora ex coordinador de la bancada panista en el senado, Ernesto Cordero, con el presidente de su partido, Gustavo Madero, no concluyó con su sustitución en el cargo, tal y como lo hubiera deseado el dirigente del PAN.

Porque la operación relevo del senador Cordero, el procedimiento para un nuevo nombramiento y la designación misma del sustituto, habría que registrarlas en el manual de cómo tratar de corregir lo que está mal para llegar a obtener peores resultados. Gustavo Madero sorprendió a todos con su actuación, incluyendo al propio elegido, quien, según una nota periodística, habría declarado estar “en el lugar que menos quería y en el momento menos indicado”.

Y es que lejos de realizar una jugada habilidosa, de trabajo fino, el líder blanquiazul se enredó en una accidentada y burda operación, que lejos de calmar los ánimos en las filas panistas, los encendió aún más, como lo mostraron las reacciones de los senadores y de varios miembros destacados de ese partido.

Cuando alguien resuelve diferencias sin enfrentamientos o da solución a conflictos conciliando intereses, se dice que tiene manejo político. Una cualidad poco común, pero muy conveniente y necesaria para la vida en armonía a la que todos aspiramos, y propia, por definición, de quien interviene en “las cosas del gobierno y negocios del Estado”, como lo indica el diccionario de la Real Academia Española.

Era pues, de esperar que quien vive en la política y, dadas las circunstancias en que se encontraba el estira y afloje del poder, buscara una solución, lo más tersa posible, para poner punto final al conflicto y superar la amenaza de una costosa fractura hacia el interior  de ese instituto político.

La rebeldía en que había incurrido el senador Cordero, a través de una estrategia distinta y opuesta a la institucional de su partido, necesariamente lo enfrentaba con su dirigente, a quien no le quedó otra salida que la de ejercer su facultad estatutaria para cambiar y nombrar a un nuevo coordinador de su bancada en el senado. Una decisión siempre difícil y delicada, en particular en este caso, por lo que representa o a quien representan el senador Cordero y sus aliados.

De una manera atropellada, Madero operó la sustitución. Si la decisión de remover a Cordero provocó una polémica, con amagos de insurrección, aunque se le reconociera su derecho para hacerlo, con la designación del senador Jorge Luis Preciado, como nuevo coordinador, se agitaron más las aguas de la inconformidad, incluso entre quienes habían aceptado la decisión del cambio.

Madero fintó a sus senadores ofreciéndoles un proceso democrático, en el que podrían opinar sobre el nuevo nombramiento, sólo que al final no hubo ni consulta ni opiniones, y el dirigente resolvió por la libre, lo que obviamente dejó molestos a prácticamente todos los involucrados.

Toca ahora al senador Jorge Luis Preciado, realizar una ardua tarea de cicatrización entre sus pares para que pueda cumplir su encargo de coordinador; pues la rebelión entre su bancada sigue flotando en el ambiente, y un coordinador en el vacío no le servirá de nada al presidente panista ni a su partido.

Gustavo Madero le apostó al poder de su cargo y, por el momento, ganó la partida imponiendo su decisión. Pero las jugadas en política que se imponen por la fuerza y no en base a una negociación, tienen un alto costo que se paga tarde o temprano. Con esta acción, Madero se jugó su futuro político, si es que pretende su reelección en la presidencia del PAN en diciembre próximo. Porque, ahora surgieron más aspirantes a ese cargo, con mayor peso y posibilidades, mientras que él le restó número a sus apoyos para ese propósito, con lo que sus posibilidades de éxito se ven ahora más lejanas.

Porque, como señalábamos en nuestro comentario de la semana pasada, el problema que enfrentó al senador Cordero con el presidente de su partido, no fue la diferencia de opiniones sobre un tema en particular, sino dos visiones y estrategias muy distintas respecto de la conducción política del PAN en su papel como partido de oposición a lo largo de este sexenio. Ópticas de grupos diferentes con intereses y propósitos muy distintos.

Mayo 29 de 2013

Un partido, repartido.

In Partidos Políticos on 22 mayo, 2013 at 11:56 am

Con la pérdida del poder, en diciembre de 2012, el Partido Acción Nacional parece haber perdido también la brújula, que mucho les ayudaría en estos tiempos difíciles de desorientación, angustia y enojo sentimientos que suelen seguir a las derrotas, para poder ubicarse ahora, dentro de las filas de la oposición.

El PAN le arrebató la banda presidencial al PRI, y durante doce años pasó a ser el partido en el gobierno, después de décadas de hacer política como partido de oposición, carácter, en el que generalmente tuvo un buen desempeño. Pero una vez en el poder, Acción Nacional resultó ser muy celoso de su autonomía, la que buscó preservar a costa de mantenerse a distancia del gobierno, lo que en más de una ocasión causó, políticamente, más problemas que ventajas al gobierno blanquiazul.

Y es que, si bien, en teoría, la sana distancia entre partido y gobierno luce muy conveniente, el pragmatismo político ha demostrado que para obtener los mejores resultados, uno y otro deben actuar de manera estrecha, apoyando el partido las políticas y acciones del gobierno y contribuyendo a sostenerlo en el poder. Al fin de cuentas, de eso trata la política.

Y así como en ocasiones al PAN se le dificultaba ubicar su posición en el contexto del poder, ahora parece no “hallarse” como oposición, y entre encuentros y desencuentros, este instituto camina sin rumbo definido. O al menos, esa es la impresión que da, porque lo que sucede en el blanquiazul es el reflejo de una sorda disputa por el control del partido entre quienes lo presiden ahora y el grupo afín al ex presidente Felipe Calderón.

Recordemos que la última renovación de la dirigencia de este partido, no resultó favorable a las pretensiones del ex presidente panista, pues su candidato a la dirigencia del CEN no llegó a finales, así que tuvo que apoyar a quien no era su propuesta, Gustavo Madero, justo en tiempos por demás delicados y estratégicos como son los de la sucesión presidencial. Así, las diferencias entre estos dos personajes, en el ocaso de la administración presidencial panista, eran de esperar.

Por eso, cuando Acción Nacional pierde la elección presidencial, no extrañó que surgieran voces demandando la cabeza de Gustavo Madero y, por momentos, éste se tambaleó. Pero con la firma del Pacto por México, la posición de Madero se fortaleció. Como líder de uno de los tres partidos políticos suscriptores del Pacto, su representatividad se revaloró, así como su posicionamiento político. Los reclamos de renuncia amainaron, para apostar al cambio de dirigente al término de su mandato, lo que ocurrirá a finales de este año.

Mientras tanto, los jaloneos entre las distintas fuerzas políticas panistas, no cesan. Y es que, con la derrota  en los comicios federales de 2012, surgieron diferendos, las posiciones se polarizaron y ocurrieron las fracturas.  Uno es el grupo con el control del partido, indudable poder político institucional, titular del instituto político con representatividad oficial y poder para suscribir pactos y compromisos, y  cabeza del panismo todo, cualquiera que éste sea.

El otro grupo es el que cuenta con representación legislativa. Tiene y muestra su músculo en el seno del congreso, principalmente en el Senado, desde donde dan la batalla, más en función de su interés de grupo, que en el de los electores. Porque desde esa esfera de poder, hacen política partidista y ejercen presión al presidente de su partido, a quien pretenden sustituir para poder aplicar una estrategia de oposición diferente, más de colisión y enfrentamiento que de diálogo y entendimiento, que privilegie los diferendos sobre las coincidencias.    No hay que olvidar que se trata de los herederos del ex presidente Calderón, a quien nada le puede gustar menos que el éxito de su sucesor.

El enfrentamiento entre el líder del PAN, Gustavo Madero, y el presidente del senado, Ernesto Cordero, que le costara a éste la coordinación de la bancada panista, no fue otra cosa que el reflejo de la disputa entre estos dos grupos, cuya visión respecto de la actitud que debe asumir su partido como oposición, es radicalmente distinta.

Unos porque no pueden dejar de ver con nostalgia la presidencia perdida, la oportunidad que se les fue. Por lo que, en la búsqueda de la revancha, no están dispuestos a facilitarle el camino al presidente tricolor. Para este grupo, la apuesta es al fracaso del actual gobierno.

Al otro grupo no le incomoda aportar y sumar, apoyar lo que mejore y proponer lo que convenga al interés nacional, y perfilarse como una oposición responsable y comprometida con el país, con independencia de las diferencias que puedan tener con el gobierno priista.

Hasta el momento, queda claro que esta actitud es la que ha permitido alcanzar los consensos necesarios para las reformas que demanda nuestra nación y que no pueden demorar ya más. Los tropiezos son los que han ocurrido precisamente por los cuestionamientos de quienes no quieren que el gobierno actual sume puntos, aunque esa actitud ponga en riesgo el futuro de México.