Cómo enfrentar el reto que representa la renovación de gubernaturas en doce entidades federativas, casi la mitad del país, es ahora el principal tema de atención de los partidos políticos, al menos de los más grandes, pues una vez concluido el proceso para la renovación de sus dirigencias, de acuerdo a los usos, costumbres y circunstancias de cada quien, el PRI, el PAN y el PRD (Morena la realizará en unos días más), pueden concentrarse en el diseño de sus estrategias y en la elaboración del plan de trabajo para su participación en la jornada electoral del 5 de junio del año próximo, que incluye, además, la elección para diputados locales y ayuntamientos en el estado Baja California.
En 2016, los estados de Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas celebrarán elecciones para gobernador, diputados locales y presidentes municipales. El estado de Puebla, sólo renovara a su ejecutivo local y, al igual que el caso de Veracruz, elegirá gobernador para un corto período, menos de dos años, para empatar la elección gubernamental con la presidencial de 2018. Además, habrá que anotar aparte la elección extraordinaria para gobernador en el estado de Colima, que se realizará el 17 de enero.
Una activa jornada electoral con un listado nominal de 29 millones de electores, 34.5 por ciento del total nacional, en la que la joya de la corona es Veracruz, por contar con el tercer padrón electoral más elevado del país, 5.6 millones de electores. Siendo todos importantes, también destacan, por el número de electores de su lista nominal, los procesos de Puebla con 4.2 millones, Oaxaca con 2.7 y Chihuahua, Tamaulipas y Baja California con 2.5 millones, cada una.
Actualmente, nueve de estos estados son gobernados por el PRI, uno por el PAN, Baja California, y tres (Oaxaca, Puebla y Sinaloa), son el resultado de una alianza entre los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano (MC), fundamentalmente. Alianza que, en la práctica, no pasó de la etapa electoral, ya que, una vez alcanzado el triunfo, quedó en el olvido, sobre todo en los casos de Puebla y Sinaloa, pues no hay registro de que el PRD y MC hubieran sido incluidos en los equipos de gobierno de estas entidades.
Tampoco, en el caso de Oaxaca, queda claro cuáles son los colores que comprometen el desempeño de su actual gobernador. Quizás, el hecho de que los tres gobernadores de estos estados hayan iniciado su carrera política en el PRI, ayude a explicar la exclusión de algunos de los partidos aliancistas en sus programas de gobierno, pues, más que candidatos externos, les habrán resultado extraños y ajenos política e ideológicamente, por lo que, ante la falta de identificación, la alianza se habría diluido.
Cinco de los doce estados que renovarán sus gubernaturas no conocen la alternancia (Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz). Estos son el principal objetivo de la oposición, según lo han declarado Ricardo Anaya, presidente del PAN y Agustín Basave, flamante dirigente del PRD, para lo cual han expresado estar dispuestos a todo. Esto es, a aliarse con quien sea necesario para derrotar al enemigo común, que es el partido en el poder.
En este sentido, no veo la utilidad política de formar alianzas para vencer a un oponente, como motivación principal, en lugar de competir para ganar una elección, que no es lo mismo y la diferencia no es menor. Abundan los ejemplos en los que las alianzas PAN-PRD han resultado efectivas para derrotar al PRI (Sinaloa, Oaxaca, Puebla, Chiapas, Tlaxcala, Nayarit, entre otras), pero que han estado lejos de constituir triunfos para algunos de los partidos en alianza, porque si la política es la aspiración a regir asuntos públicos y ejercer el poder, y esto no se obtiene, difícilmente puede considerarse la derrota del oponente como un auténtico triunfo. En todo caso, se tratará de una victoria virtual, útil para estadísticas y curriculum, y nada más.
Pero está claro que PAN, PRD y MC buscarán competir en alianza, ante la dificultad para ganar por sí solos, al menos en el caso de los dos últimos. Ya tuvieron éxito en tres entidades y tal vez piensen repetir la hazaña. Como se ha comentado con anterioridad, las condiciones actuales del PRD lo obligan a buscar socios. Su desventura es directamente proporcional al crecimiento de Morena. Más temprano que tarde se dará la desbandada y poco podrá hacer su nuevo dirigente, Agustín Basave, para evitarlo.
Le entregaron un partido, partido, además de que no está claro cuál sea su margen de maniobra. Perder el control de su partido y quedarse fuera de la jugada, no parecen estar en la agenda de los dirigentes de Nueva Izquierda.
Noviembre 19 de 2015