El año que entra, el cuarto del período sexenal del Presidente Enrique Peña Nieto, se llevarán a cabo los comicios para la renovación de 12 gubernaturas de los estados de Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. (Además de la elección para diputados locales y alcaldes que tendrá lugar en el estado de Baja California).
Nueve de esos estados actualmente están gobernados por el tricolor y tres por una alianza entre los partidos PAN, PRD, PANAL y Movimiento Ciudadano (Puebla, Oaxaca y Sinaloa). En cinco de ellos la alternancia no ha logrado penetrar (Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz). Son entidades en las que el PRI ha dominado electoralmente en los procesos para gobernador, si bien, la oposición ha venido ganando terreno en comicios municipales y distritales, como ha sido en el caso de Veracruz, que es, quizás, en donde el tricolor se ha visto con más dificultades para mantener su dominio.
La jornada electoral de 2016 es particularmente importante por varias razones. En primer lugar, contempla el relevo de gobernadores en casi la mitad de las entidades federativas del país, lo que puede significar un cambio en la relación de fuerzas políticas, según sean los resultados.
Es un proceso que se da en tiempos particularmente sensibles, dentro del contexto de nuestro sistema métrico sexenal. Como sea, el cuarto año de gobierno, para muchos, en particular para los inquietos y acelerados, se trata del penúltimo año de ejercicio de pleno poder del Ejecutivo en turno, sobre la hipótesis de que el sexto y último, lo superan la campaña presidencial y sus candidatos, y las prioridades son otras. Pero además, sucede que la población que habita en los doce estados en donde se celebrarán elecciones, representa casi el 20 por ciento del padrón electoral nacional (19.3%), un factor de peso indiscutible en la planeación político electoral futurista.
Los tres partidos más fuertes, PRI, PAN y PRD, han cambiado dirigencias o están por hacerlo, así que las estrategias anunciadas por sus antecesores para los próximos comicios, pudieran variar. Sobre todo en el polémico caso de las alianzas. El Revolucionario Institucional parece tenerlo muy claro y seguramente irá en alianza con el Partido Verde y, en algunos casos, con el PANAL, que no se le ve ahora tan cerca del PAN o del PRD, con quienes participó en coalición en las elecciones pasadas para las gubernaturas de Puebla, Oaxaca y Sinaloa, por sólo mencionar las que tuvieron un final feliz.
Acción Nacional y el Sol Azteca andan en pleno cortejo. Ambos partidos han expresado su absoluto rechazo a una alianza con el PRI, y titubean sobre la posibilidad de una coalición entre ellos. Su experiencia histórica les mostró que unidos resultan más competitivos y que sus posibilidades de ganar dependen, al menos en el caso del PRD, de ir en sociedad. Podría ser que, al final, decidan ir unidos, aunque ahora los amarillos no resulten tan atractivos como aliados, pues sus mejores tiempos en Zacatecas, Oaxaca y Veracruz, son cosa del pasado.
El PAN, por su parte, busca reivindicarse, por lo que hará todo lo que sea necesario para amarrar triunfos y si eso implica ir en alianza, las promoverá con quien sea. Eso sí, ya dejó muy en claro que tampoco las hará con Morena. Y es que lo que se avance en estos comicios, habrá de tener un efecto importante en el posicionamiento para el 2018.
Octubre 15 de 2015