Miguel Tirado Rasso

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Juntos pero no tanto

In Temas Centrales on 25 septiembre, 2013 at 10:16 am

El debate sobre las reformas propuestas por el Presidente Enrique Peña Nieto, ha servido de oxígeno para que algunas figuras de la izquierda mexicana, que habían perdido presencia en el escenario político nacional, busquen los reflectores mediáticos. Según se consigna en un documento que suscriben Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el obispo de Saltillo, Raúl Vera, y el ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova, entre otros, las reformas energética, hacendaria y educativa son la razón para convocar a las organizaciones, sociales, políticas y culturales “a participar activa y pacíficamente… para evitar el despojo de la Nación y de nuestro pueblo que promueven el gobierno y las corporaciones petroleras transnacionales.”

En el caso del ingeniero Cárdenas, prudente y moderado, al menos hasta hace sólo unos meses, el planteamiento de una reforma de ley en materia de hidrocarburos, le dio la oportunidad de regresar a la vida política activa, pues después de sus tres intentos fallidos para ocupar la silla presidencial (1988, 1994 y 2000), parecía decidido a retirarse de la actividad política. Y es que entre esto, una degradante lucha interna por el poder del partido político que fundara en mayo de 1989, el de la Revolución Democrática, protagonizada por diversas tribus y su sigiloso desplazamiento del liderazgo de ese partido que, inevitablemente, iba ocurriendo, las cosas no estaban fáciles para el ingeniero.

Ante semejante panorama, la decisión estaba entre conservar nombre, figura y respeto, pero en el retiro o bien, tratar de mantenerse en activo, con el desgaste a cuestas de las derrotas sufridas en su aventura  presidencial y el riesgo de convertirse en factor de división de su propio partido. Así que, optando por un digno retiro, Cuauhtémoc Cárdenas se decidió, entonces, por la sana distancia: alejado, pero vigente, con la autoridad que da el peso de la discreción.

Pero los reflectores que da la política, son algo difícil de olvidar, y contra todo pronóstico, el ingeniero Cárdenas ahora está más lejos del retiro que nunca. La posibilidad de regresar a presidir su partido es muy factible. Se habla de reformar los estatutos del PRD para que esto pueda suceder, pues la reelección no está contemplada en sus documentos. Y parecería que con este giro, se podrían resolver varios de los problemas que enfrenta el partido del Sol Azteca, sobre todo el que más lo lastima que es el de las fracturas internas por la disputa por el poder.

El coyuntural retorno del ingeniero Cárdenas, sin embargo, producirá  daños colaterales, en particular para los planes futuristas de quien ha sido su sucesor en todo: en la presidencia del PRD, en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y como candidato presidencial de ese partido (2006 y 2012), Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien muy en su estilo, le ha apostado al desgajamiento del PRD y de los demás partidos de la izquierda, el del Trabajo y el Movimiento Ciudadano, para fortalecer a la organización política de su creación: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

López Obrador ha sido el otro personaje que la coyuntura de las reformas de ley le ha permitido retomar una posición en el escenario político nacional. Y es que para AMLO, cualquier propuesta que provenga del gobierno de Enrique Peña Nieto, es un buen pretexto para buscar la atención mediática a través de la crítica, la descalificación o la denuncia, porque la base de su sustento político es oponerse a todo, sin el menor análisis. De acuerdo a su muy personal lógica, para el ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el  papel de la oposición es la contradicción. De acuerdo a su racionalidad, la coincidencia con un planteamiento del gobierno, con un plan o un programa institucional es inconcebible porque significa una traición, es pasarse del lado de la “mafia del poder.”

“…cuando a todos los cooptan, los compran, para decirlo con más claridad, ya no se tiene ninguna esperanza, ya no hay posibilidad de vivir en un sistema verdaderamente democrático,” es parte de la línea discursiva que López Obrador acostumbra expresar en sus mítines.

A partir de esta filosofía, se entiende que no existe forma de entablar diálogo o debate sobre ningún tema con el líder de Morena, pues si de entrada se descalifica al interlocutor, cualquier argumento sale sobrando. Esto explica, también, la resistencia de López Obrador a participar en debates, mesas redondas o cualquier foro de análisis, pues su estado de confort son los mítines, las marchas y los plantones, en donde, no tiene la engorrosa necesidad de sustentar sus dichos con argumentos, pues basta la consulta a mano alzada para que sus propuestas adquieran rango de mandato popular, decisiones democráticas del pueblo y, por lo tanto, verdades incuestionables.

Lo más reciente ahora es la coincidencia, al menos en el papel, entre Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador para ir en contra de las reformas educativa, hacendaria y energética. Oportunismo político, sin duda, de estos dos personajes, que están pensando más en su futuro que en los intereses de la Nación. Sin embargo, aunque en su retórica dicen estar de acuerdo, la coincidencia no da como para que aparezcan juntos en un mismo escenario. Así, por su propio dicho, cada quien dejó bien claro que no participará en las movilizaciones del otro, juntos pero no tanto.

Llama la atención, que el ingeniero Cárdenas haya incluido, en su menú de oposición a las reformas, la educativa. Además de no aportar mayores elementos para enriquecer el debate y a sabiendas de que se trata de hechos consumados, su inclusión tiene visos de un oportunismo irresponsable, que únicamente añade más tensión al tema.

El Senado ha iniciado un foro de debate sobre energía. El tema de una reforma en esta materia ha ocupado la agenda nacional desde hace un muy largo rato. Imposible decir que no se ha analizado y debatido el tema por parte de técnicos, políticos, académicos, intelectuales, líderes de opinión, etc.

A la fecha, los expertos, después de miles de horas de discusión, de un sinnúmero de estudios y toneladas de documentos elaborados sobre el tema, no parecen ponerse de acuerdo. ¿Usted cree que un asunto tan complejo y técnico como la reforma energética, debería de someterse a la opinión del pueblo, para decidir qué hacer, como sugieren los líderes de nuestra izquierda?

Yo francamente no. Más parece una propuesta demagógica que un planteamiento responsable y serio.

Septiembre 25 de 2013

Espías en conflicto

In Temas Centrales on 18 septiembre, 2013 at 12:22 pm

Como si algo nos hiciera falta, hace unas semanas nos enteramos, gracias a una nota difundida a través de la cadena de televisión brasileña O Globo, basada en un documento publicado por el diario británico The Guardian, que nuestros vecinos del norte nos espían. O, al menos, eso es lo que se dice que hicieron durante la pasada campaña presidencial, cuando desarrollaron un programa para espiar al entonces candidato del PRI, Enrique Peña Nieto y a nueve de sus más cercanos colaboradores, de quienes no se menciona su identidad.

De acuerdo con esta nota, el gobierno del Tío Sam, aplicó los adelantos tecnológicos a su disposición para interferir llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes de texto del candidato tricolor, durante los primeros meses de su campaña. Información calificada como “mensajes interesantes” por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), entidad responsable del espionaje.

El hecho de que la máxima potencia mundial practique el espionaje, no debería ser algo de llamar mucho la atención. Es de suponer que ha sido una práctica utilizada por el gobierno estadounidense, a lo largo de toda su historia, en tiempos de guerra y paz, que lo corrobora el comentario de la propia NSA, en el sentido de considerar muy necesario este trabajo para garantizar la seguridad nacional, pues, asegura, ha permitido conocer los mensajes que intercambian terroristas, espías internacionales y otros de sus enemigos.

Así pues, que los EUA espíen, pudiera no ser una gran noticia, pero que los descubran y los exhiban, sí lo es, de ahí el escándalo político que se suscitó. Y es que la información obtenida por estos métodos, era considerada por la NSA como uno de sus más importantes secretos, hasta que Edward Snowden, un ex contratista de la CIA, lo hiciera público, mostrando el lado obscuro de la política exterior norteamericana. Se explica entonces, porque el gobierno de Washington emprendiera una persecución en contra de este personaje, acusándolo de traidor, quien tuvo que huir de su país para buscar refugio en Rusia, en donde le brindaron asilo temporal por un año.

En relación a este tema, hubo reacciones, tanto de México, como de Brasil, otro de los países afectados por el espionaje. Los presidentes de ambos países, Enrique Peña Nieto y Dilma Roussef, presentaron al mandatario norteamericano, Barack Obama, sendas quejas, demandando una investigación y el deslinde de responsabilidades. Sinceramente, no creemos que este hecho pase a mayores ni que el gobierno norteamericano vaya a dar más explicaciones. Seguramente, y de acuerdo a las formas diplomáticas, dejarán que el tiempo pase hasta que el tema se desvanezca y quede como una anécdota más de la historia de la política exterior mundial.

Se dice, y no sin falta de razón, que estas prácticas no se valen entre países amigos y menos entre vecinos, porque son una muestra de desconfianza. Sin duda, pero ¿quién ha dicho que la confianza ha sido la característica de nuestra relación con la gran potencia? El desequilibrio socio económico entre los dos países da más para un ambiente sospechosista, que de confianza, y si a esto le sumamos el delirio de persecución por las múltiples cuentas pendientes que tiene nuestro vecino con el resto del mundo, da pie para mirar nuestra frontera norte como un riesgo para los EUA, ante la posibilidad de que, por esa vía, puedan ingresar a su país enemigos del sueño americano. Partiendo de esta hipótesis, podríamos suponer que el gobierno norteamericano continuará con sus prácticas de espionaje, sólo que ahora con mayor cuidado, para evitar que los vuelvan a exhibir como los campeones del espionaje mundial.

Como dato curioso para nuestros radioescuchas, me gustaría compartirles a que grado ha llegado el intervencionismo que el Tío Sam denomina investigación y que en realidad resulta ser simple y llanamente espionaje. Son dos, principalmente, los programas utilizados por la NSA para estas prácticas: uno de recopilación de información (PRISM), a través del cual el gobierno de los EUA puede obtener información contenida en los servidores de 9 compañías tecnológicas: Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, AOL, Skype, YouTube, PalTalk y Apple. Y es que, se afirma, esta agencia procura  formar sociedades con empresas privadas operadoras de satélites, de telefonía y de redes de transmisión de datos.

Según el Washington Post, los analistas de la NSA y del FBI pueden tener acceso completo a correos electrónicos, conversaciones on line  y llamadas de voz de clientes de empresas como Facebook, Google,  YouTube y Microsoft, así como a archivos de audio, video y chat de Skype. En el caso de Google, PRISM puede espiar en gmail y archivos de voz, video chat y fotos.

El otro programa (Boundless Informant), permite el acceso rápido a la información que recopila la NSA en los diferentes países, así como a las comunicaciones internacionales y sirve para la catalogación de llamadas telefónicas y acceso a internet. Le da coherencia y orden al monitoreo. Y bien útil que resulta este programa, pues según reporta el diario The Guardian, tan sólo en un mes, la NSA recopiló 97000 millones de datos de inteligencia en algunos países del medio oriente.

Así que, amigo radioescucha, no descarte usted la posibilidad de que, cuando esté chateando, muy quitado de la pena, alguien esté tomando nota de todo lo que conversa, desde el otro lado de la frontera.

Septiembre 18 de 2013.

Las movilizaciones y sus motivaciones

In Manifestaciones on 9 septiembre, 2013 at 12:30 pm

Así como la capital del país es la sede de los poderes federales, el  corazón financiero del país, el centro de la operación política nacional, la caja de resonancia informativa, entre otras muchas atribuciones que nuestro centralismo histórico ha concentrado, a ciencia y paciencia de un subdesarrollado federalismo, ahora habría que añadirle, a la alguna vez descrita como la región más transparente del aire, la de ser, también, la capital del ejercicio del derecho a la manifestación “pacíficamente violenta”, de acuerdo a lo que nos han mostrado los marchistas del magisterio, estos últimos días.

Como lo hemos venido atestiguando los capitalinos, ya va siendo costumbre que grupos provenientes de diversos estados de la República vengan a esta capital a reclamar el respeto a sus derechos, a demandar justicia, a denunciar atropellos. En general, a luchar por alguna causa en la que las autoridades federales o capitalinas nada tienen que ver, por ser competencia local, estatal o municipal, el tema de su controversia. Reminiscencias, sin duda, de los tiempos de gloria de nuestro sistema presidencialista, en los que el gran Tlatoani tenía el poder para resolverlo todo o casi.

Y ahora, aunque hay conciencia de que esos tiempos han quedado atrás, y que los equilibrios del poder de nuestra desarrollada democracia ya no permiten soluciones centralizadas tan fácilmente, resulta que los otrora críticos de las facultades meta constitucionales del titular del Ejecutivo, son quienes más extrañan los tiempos idos, al insistir en que sea, precisamente, el Presidente de la República quien atienda y resuelva todos sus problemas.

En esa lógica entendemos la presencia de grupos de manifestantes como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Movimiento de Renovación Nacional (Morena), los de Antorcha Campesina, el Barzón, los 400 pueblos y otros más por el estilo, que han decidido hacer de la ciudad de México su sede para, con calculada intermitencia, expresar sus reclamos, pacíficos según afirman, siempre y cuando tengan libertad  para establecer su plantón en donde les parezca, puedan marchar por donde quieran, bloquear el paso a quien sea y donde les convenga, insultar al que se les ponga enfrente y grafitear todo inmueble por donde circulen.

Y si alguna fuerza pública trata de contener su incontrolable energía, entonces su condición pacífica se pierde ante las limitaciones que el “gobierno represor” pretende establecer a su derecho de hacer lo que les plazca. Buena excusa para justificar la violencia con la que enfrentan a las fuerzas del orden, que tienen que actuar con prudencia para evitar que en un desalojo o en una contención vaya a salir herido un manifestante, y se les acuse de abuso de autoridad o de brutalidad policíaca.

Las movilizaciones recientes que hemos padecido en la capital del país, tienen más fondo político que otra cosa, y la prueba es la suma de grupos tan disímbolos en su origen cuya coincidencia en las demandas muestran el oportunismo de la coyuntura que los motiva.

Parece que tendremos que resignarnos a convivir con estos defensores del derecho a sus manifestaciones, pero intolerantes del derecho a disentir de los demás, porque es evidente que en sus marchas y bloqueos, hay una dosis de provocación bien meditada.

La apuesta es a que la presión social haga que la autoridad actúe en contra de los manifestantes, limitándoles su margen de maniobra, para desencadenar un movimiento a nivel nacional en el que grupos profesionales aprovechen el descontento y la inconformidad de algunos sectores de la población para reaccionar en contra del “gobierno que vulnera sus derechos”.

Habrá que estar muy atentos a estos grupos de oposición a toda propuesta gubernamental que, aprovechando la coyuntura del análisis de las reformas energética y hacendaria, que son las pendientes en el proyecto transformador del Presidente Enrique Peña Nieto, elevarán el tono de sus protestas con más estridencia que argumentos, como es su estilo, pues el objetivo es boicotear el programa del gobierno federal, como estrategia para su subsistencia futura.

Al fin de cuentas, su obsesión es el poder, en el caso de algunos, y la preservación de prebendas y privilegios, en el de otros, sin importar nada más.

Septiembre 9 de 2013.

Primer Informe de Gobierno

In Manifestaciones on 4 septiembre, 2013 at 12:36 pm

Diez mil, veinte mil o más “maestros” de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), decidieron desatar su furia, esta vez, en la capital del país, mediante plantones, marchas y bloqueos, para obstruir la culminación del proceso legislativo de la reforma educativa aprobada, en su fase constitucional, en diciembre del año pasado. Viejos lobos de mar, estos docentes dieron a los capitalinos una probadita de los métodos que acostumbran para imponer su voluntad y obtener diversas concesiones, que no son pocas ni menores, por cierto.

Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas, principalmente, son las entidades en las que la CNTE ha sentado sus reales y, en donde, mediante “manifestaciones pacíficas”, como ellos las califican, han logrado prestaciones que nada tienen que ver con la elevación de la calidad de la educación que les correspondería brindar. Algo tendría que estar mal cuando es, precisamente, en esos estados en donde se registra el mayor atraso educativo.

La suspensión de clases por largos períodos en esas entidades, es la regla, por lo que los ciclos escolares se ven alterados y reducidos, ya como una tradición que a nadie sorprende. Los perjudicados son siempre los alumnos que tienen que adecuarse a los tiempos de sus maestros, cuyos dirigentes, están más preocupados por mantener a su sindicato como una fuerza política, que como una potencia educativa, y habría que decir, que en ese objetivo han resultado muy exitosos.

Pero qué es lo que le agobiaba tanto a esta minoría de docentes que se  arrogó la representatividad de un magisterio, cuya mayoría silenciosa, más de un millón doscientos mil mentores, con su abstención en los plantones parecería no compartir sus objeciones sobre esta reforma. Pues, la pérdida del control de la educación a su estilo.

La Ley del Servicio Profesional Docente, que es la regulación contra la que endurecieron su  rechazo, plantea cambios que alteran el estado de confort en que se desenvuelven estos maestros. Le quita el control de plazas al magisterio al establecer que éstas se otorgarán en base a concursos de oposición; se hace obligatoria la evaluación anual  de los docentes, con tres oportunidades de evaluación; se establece un programa de regularización; se reconoce la formación y logros de los maestros; los ascensos se otorgarán por méritos profesionales.

Hay algo que quizás les emás: los maestros comisionados para tareas sindicales tendrán que pedir licencia sin goce de sueldo. Esto es, ahora será el sindicato el que les pague a los comisionados y no el gobierno. En fin, cambios que contribuyen a la profesionalización del magisterio y contra los que difícilmente se podría estar en desacuerdo.

Pero como en nuestro país, a falta de razones válidas, alegar la amenaza de privatización, como argumento en contra de cualquier cambio, resulta política y socialmente muy rentable, pues hay que esgrimirlo, aunque nada muestre semejante intencionalidad. Y al grito de no a la privatización de la educación, los dirigentes de la Coordinadora ocultan la verdadera causa de su rechazo y que es la cancelación de prebendas y privilegios que no están dispuestos a sacrificar.

Y bueno, como es tiempo de reformas y cambios, los opositores políticos al gobierno, se montan en el derecho a la libre manifestación alertando a la población en contra de las privatizaciones que, según denuncian, sin mayor fundamento, pretende llevar a cabo la administración del Presidente Enrique Peña Nieto. Un cómodo  alegato que les sirve tanto para la reforma educativa como para la energética, apelando, en este último caso, a nuestro histórico nacionalismo petrolero.

En este contexto, de manifestaciones y rechazos a todo lo que proponga el Ejecutivo Federal, en una lucha por el poder, en la que, lo que menos preocupa a los opositores a raja tabla, es lo que le convenga al país, el Presidente Peña Nieto presentó su primer informe de gobierno, por conducto de su Secretario de Gobernación, mediante la entrega del documento al Congreso. Herencia de los excesos a que se llegó para borrar todo vestigio de lo que se consideraba como el día del Presidente. Ahora ni presencia ni exposición del Ejecutivo ante el Congreso.

La historia del bloqueo al único encuentro formal, consagrado por nuestra Carta Magna, entre los poderes ejecutivo y legislativo, comenzó en 1988, con la interpelación que un senador pretendió hacer al titular del Ejecutivo durante la lectura de su informe ante el Congreso de la Unión. A partir de entonces, los reclamos para interpelar fueron subiendo de tono y frecuencia, hasta que, finalmente en 2006, se llegó al grado de impedir, físicamente, el acceso del primer mandatario al recinto legislativo, quien, en aquella ocasión,  tuvo que entregar su informe en el vestíbulo de la Cámara de Diputados, que es hasta donde lo dejó llegar un grupo de legisladores que, sin ningún respeto a su investidura, le bloqueó el paso.

La actitud beligerante y de oídos sordos a cualquier razonamiento de algunos representantes populares impuso su ley, aboliendo de facto el ordenamiento constitucional que obligaba al Presidente de la República acudir a la apertura de sesiones del Congreso para informar  sobre el “estado general que guarda la administración pública de la Nación.”

Para evitar enfrentamientos estériles y escenas poco edificantes, en 2008 se reformó el artículo 69 constitucional, con lo que se eliminó el requisito de la asistencia del Ejecutivo al Congreso, quedando la obligación de enviar por escrito su informe de gobierno, con lo que la ceremonia del primero de septiembre pasó, de ser el día del Presidente, de los tiempos del partido casi único, a la dictadura del legislativo, de los tiempos de la alternancia, en una mal entendida evolución democrática.

Septiembre 4 de 2013.