Miguel Tirado Rasso

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Evitar caer en la provocación

In Manifestaciones on 26 junio, 2013 at 12:23 pm

El ambiente está caldeado, hay que ser, entonces, cuidadosos en extremo para evitar caer en la provocación de quienes, un día sí y otro también, desafían a la autoridad con manifestaciones, plantones y enfrentamientos, cada vez más frecuentes y más violentos.

Las marchas en la capital del país, no son ninguna novedad. De hecho en alguna ocasión, la autoridad capitalina consideró destinar una plaza para que sirviera como sede para manifestaciones, y así se evitaran las molestias causadas a quienes nada tienen que ver con las demandas o reclamos de los manifestantes. Esta idea no prosperó, porque, precisamente, de lo que se trata es de desquiciar la ciudad, como estrategia de presión de los marchistas para hacer valer sus reclamos.

Y bueno, cuando efectivamente existe una causa justa que motiva la movilización, con el diálogo entre la autoridad y los manifestantes, se calman los ánimos y todo vuelve a la normalidad. Lo que no sucede cuando la movilización responde a oscuros intereses políticos que están más allá de cualquier reclamo social, porque entonces no hay diálogo que valga para la conciliación, pues de lo que se trata es, precisamente, de prolongar el conflicto lo más posible para desgastar a la autoridad y debilitarla políticamente.

Algo de esto es lo que hemos venido presenciando, recientemente, cada vez con mayor frecuencia. Manifestaciones que no tienen sentido ni demanda aparente, salvo el de alterar el orden y provocar a la autoridad. Habría que ser muy ingenuo para creer que los jóvenes que aparecen en diferentes manifestaciones, enarbolando las causas más disímbolas, son auténticos defensores de causas sociales, preocupados por la injusticia y la pobreza que hay en el país. Está claro que se trata de grupos que han hecho de su participación en manifestaciones, un modo de vida, seguramente muy bien retribuidos.

Los disturbios del primero de diciembre del año pasado, las tomas de las rectorías de la UNAM, de la Universidad Metropolitana y de la Universidad de la Ciudad de México. Los enfrentamientos con las fuerzas policíacas, el primero de mayo y el diez de junio, pasado, parecieran ser acciones que forman parte de una estrategia  desestabilizadora. En varios de estos actos, los protagonistas fueron los mismos, aunque los pretextos fueran diferentes y variados.

El mejor ejemplo de que en el fondo de estos actos hay otras intenciones muy distintas a las declaradas por los manifestantes, es el de la toma de la rectoría de la UNAM. Un grupo, literalmente, pequeño, de un día para otro, se posesionó de esas instalaciones. Primero argumentaron una cierta causa para justificar la ocupación y luego declararon otra muy distinta, cuando finalmente abandonaron la rectoría. Además de que el diálogo con el rector, lo que supuestamente constituía uno de sus principales reclamos, pasó al olvido, y no les interesó más, una vez que salieron de Ciudad Universitaria. Así, hasta le fecha, es un misterio qué es lo que motivó a este grupo a realizar semejante acción.

En este contexto, llama la atención la actitud hasta obsequiosa que muestran algunos miembros de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal con los manifestantes. No puede interpretarse de otra manera, el que ese cuerpo legislativo haya reformado, y en fast track, una ley a beneficio de los profesionales de las manifestaciones, que prácticamente los blinda contra su encarcelamiento.

En la época en que Andrés Manuel López Obrador ocupaba la jefatura del Gobierno de esta capital, la ley establecía, en su artículo 362 del código penal para el Distrito Federal, una pena para quienes “perturben la paz pública o menoscaben la autoridad del Gobierno del Distrito Federal” de 5 a 30 años de cárcel. Las manifestaciones entonces no abundaban, a diferencia de lo que sucede ahora.

Pero resulta que, en diciembre pasado, a propuesta del asambleísta Antonio Padierna, cuñado del profesor René Bejarano, cuya filiación política es muy clara, se planteó reformar este artículo y reducir la penalidad de 2 a 7 años de prisión. Una modificación, que admite la libertad bajo fianza para quienes incurren en esta falta.

Recordemos que se trató de una reforma a modo, para beneficiar a los detenidos por los disturbios del primero de diciembre del año pasado, con el pretexto de que se estaba “criminalizando la protesta social”. Los detenidos obtuvieron, entonces, su libertad de inmediato, una vez que asambleístas de izquierda cubrieron la fianza que se les había fijado. Nos preguntamos, quién estaría detrás de aquellos disturbios

La reforma que se comenta no resiste el menor análisis. No ayuda a la gobernabilidad de la ciudad, es tolerante a los disturbios y convierte a la autoridad en rehén de los manifestantes. Por esto, no se entienden las razones que tuvo el Jefe de Gobierno de la capital, Miguel Ángel Mancera, para promulgarla. Como hemos visto, ahora estos activistas son más agresivos, sabedores de que la ley habrá de tratarlos con benevolencia.

Si creyéramos en las teorías del complot, supondríamos que estas manifestaciones, sin sentido aparente, la profesionalización de los manifestantes, la reducción de las penas de los delitos contra la paz pública y la disposición de algunos personajes de la izquierda para proteger a estos anarquistas mediante el pago de las fianzas, serían parte de una estrategia para reventar los mejores propósitos de un  gobierno que sorprendió con la firma del Pacto por México con las tres principales fuerzas políticas del país. Cosa que sigue irritando a algunos personajes de izquierda y derecha.

En esta hipótesis, lo visto hasta ahora sería sólo la muestra de los dientes con lo que estarían amenazando los más radicales enemigos de este gobierno y opositores a cualquier reforma, y si se trata de la energética, con mayor razón. Porque la oposición a ésta, es la que les resulta más rentable, políticamente. Se trata de defender los bienes de la Nación, de evitar la privatización de Pemex, exclaman. Y alegan en contra de una privatización que sólo existe en su imaginación, pues a pesar de que se ha insistido hasta el cansancio que nadie desea privatizar nada, ponen oídos sordos, porque les conviene continuar con un argumento popular como es la defensa de la riqueza energética, aunque sólo sea una táctica para justificar marchas y plantones. Para estos personajes, actos vandálicos como los acontecidos en Brasil, les sirve para ambientar sus protestas.

Por esto, y ante un nublado clima mundial, la recomendación sería continuar apostando a la política del diálogo y la negociación. Hemos visto que, hasta ahora, es el camino que ha dado los mejores resultados.

Junio 26 de 2013

El PAN entre dimes y diretes

In Partidos Políticos on 19 junio, 2013 at 8:34 pm

A poco más de dos semanas de que se lleven a cabo las elecciones locales en 14 entidades de la República, el Partido Acción Nacional se encuentra literalmente perdido en su laberinto. Tras casi un año después del  descalabro electoral que los echó de Los Pinos, no han encontrado la fórmula para recomponer sus filas. Lejos de esto, la disputa por el control del partido, está planteando una crisis de la que tardarán en salir, si es que no surge pronto una figura conciliadora que logre unificar los criterios e intereses que, por el momento, parecen irreconciliables, y que lo están hundiendo.

Para colmo, las investigaciones por supuestos malos manejos de algunos gobernadores de éste, aunque también de otros partidos políticos, que recién dejaron sus cargos, causan controversia en el seno del blanquiazul. Y es que, pierden su arma favorita que era ondear la bandera de la honestidad como ejemplo de su desempeño, y que, según decían, los distinguía de la actuación corrupta de los funcionarios de otros partidos.

En Jalisco, Aguascalientes y Chiapas, tres entidades que llegaron a gobernar candidatos panistas, y que perdieron en la última elección, hay serias sospechas de corrupción que ha merecido la consignación de algunos ex funcionarios y la expedición de órdenes de aprehensión, como en el  caso del ex gobernador de Aguascalientes.

Y por si algo le faltara a este partido, hace unos días su joven alcaldesa en Monterrey, Nuevo León, causó polémica cuando en un acto, convocado por la Alianza de Pastores, entregó la capital regia a Jesucristo. Ante la ola de cuestionamientos y críticas generadas por este hecho que, para muchos, significa un golpe al Estado laico, dirigentes de Acción Nacional tuvieron que salir en defensa de su militante, quien ciertamente no actuó con mucho acato a la Constitución que juró respetar al tomar posesión de su cargo.

Por otro lado, en el estado de México, el coordinador de los diputados del PAN en el Congreso local, Ulises Ramírez, enfrenta acusaciones de enriquecimiento ilícito, pero no crea usted que éstas provienen de otros partidos. Las denuncias las han formulado miembros de su propio partido por la presunta venta de candidaturas a cargos de representación popular, a razón de un millón de pesos por caso.

A pesar de las denuncias, el diputado Ramírez se sostiene, gracias al apoyo que le brinda el presidente de su partido, Gustavo Madero, a pesar del costo político que esto le significa.

Pero quizás la circunstancia más delicada que está afectando la estabilidad del PAN, sigue siendo el enfrentamiento entre una parte de su bancada en el senado y la dirigencia de su instituto político. Habíamos comentado en otra ocasión, que las formas utilizadas por el presidente de Acción Nacional, para sustituir al coordinador de sus senadores, no habían sido las mejores ni la designación del sustituto, la más afortunada, y que las heridas causadas por esta decisión podrían agravarse, de no llevar a cabo una inmediata estrategia de cicatrización.

El cambio procedió, pero la rebelión no cedió, y en algo más parecido a un juego de vencidas, a las acciones del nuevo coordinador, Jorge Luis Preciado, surgen reacciones del grupo desplazado. Como en el caso de las sustituciones realizadas por el nuevo coordinador para armar su equipo de trabajo, y que su antecesor ha considerado como agresión, por lo que toma represalias.

En el enfrentamiento, unos a otros se lanzan acusaciones. En el fondo, además de la disputa por el control del poder, también está en juego el manejo discrecional de 204 millones de pesos. Recursos que le corresponden a la bancada panista, y que son una parte más de la manzana de la discordia en que se ha convertido esta coordinación. Los senadores maderistas piden ahora que se audite el ejercicio del gasto de esos recursos, durante la gestión de Ernesto Cordero, y veladamente sugieren que pudo existir desvío de recursos públicos.

En respuesta, los senadores afines a este último, contraatacan, y proponen reformas a los estatutos del grupo parlamentario, para quitarle al nuevo coordinador el control financiero, político y operativo. De lograr esto último, la toma de decisiones quedaría sujeta al voto de la mayoría. O lo que es lo mismo, del grupo de senadores calderonistas, toda vez que de los 38 senadores de la bancada blanquiazul, 22 apoyan a su antiguo coordinador.

Para justificar esta propuesta, afirman, que se trata de evitar la utilización de los recursos con fines personales o electorales, como por ejemplo en la campaña para la reelección de Gustavo Madero en la presidencia del partido. Pero también para acabar con decisiones de carácter unipersonal, y que sea la mayoría de los senadores panistas quienes determinen el rumbo en las relaciones con otros grupos parlamentarios y la suscripción de acuerdos.

Una propuesta de ejercicio democrático, que no está mal, siempre y cuando exista unidad en la bancada, pero en las circunstancias actuales constituye una trampa, porque más que un ánimo democrático, lo que se ve es la clara intención de conservar el control por parte de quienes perdieron la coordinación. 

La rebelión no amaina. El coordinador Preciado, afirma que él representa al presidente Madero, “porque él es el que debe coordinar al grupo”. Sólo que los otros no piensan igual y, en entrevista, el senador Ernesto Cordero afirma que su grupo constituye la mayoría, y que no supeditarán “la agenda legislativa de Acción Nacional a lo que el partido o el gobierno quiera”, porque ellos tienen su propia agenda.

Y entre dimes y diretes, Acción Nacional llega al primer proceso electoral del sexenio, con el rumbo perdido y un considerable desgaste. 

Aceptar los resultados

In Temas Centrales on 13 junio, 2013 at 12:01 pm

Continúa la cuenta regresiva y, ya falta menos. Sólo dos semanas para que, conforme lo ordena la ley electoral, concluya el período de campañas, y se de paso a ese espacio silencioso de tres días, previo al día de la votación. Como reza el dicho popular, no hay plazo que no se cumpla y, éste, está a punto de cocimiento.

Por lo pronto, las movilizaciones juveniles y las encuestas siguen en la pugna por convencer de su verdad. Éstas porque siguen reflejando, al menos la gran mayoría, la condición de puntero del candidato tricolor, por más de dos dígitos de diferencia sobre su más próximo competidor. Mientras que las movilizaciones buscan multiplicarse tomando las calles en varias ciudades de la República, para hacer escuchar las razones de su manifestación con sentido apartidista, aunque con un profundo y expreso sabor anti peñista. Y esto, pega en las percepciones.

Habría que destacar la importancia del movimiento juvenil #yo soy 132 que, sin lugar a dudas, le dio otro color y un ritmo diferente a las campañas, alertando a los candidatos a considerar un sector que no había estado presente en el proceso y que se caracteriza por su agilidad comunicativa, su estridencia, su enorme energía, su capacidad de desplazamiento y la facilidad de contagio. El despertar de los jóvenes a este proceso, está haciendo una labor, consciente o no,  en favor de los otros candidatos, aunque en realidad pareciera tener dedicatoria a favor de uno en particular, y ahí termina su apartidismo y comienza el sospechosismo.

Para muchos resulta inexplicable que tantos grupos estudiantiles, expresando su rechazo en las vías públicas hacia Enrique Peña Nieto durante las últimas tres semanas, no hayan logrado cambiar los números de los estudios que, cada semana, y algunos diariamente, publican diferentes medios impresos sobre las preferencias electorales de los ciudadanos respecto de los cuatro candidatos presidenciales. Pero ya por ahí aclararon, que el estruendo de miles en las calles, es sólo una pequeña expresión de minorías, frente a la mayoría silenciosa, que sirve para los cálculos de las encuestas.

Y a pesar de lo razonable de este argumento, habría que tener cuidado con las percepciones, pero sobre todo con ciertas declaraciones que descalifican el trabajo de las casas encuestadoras, cuando los números no benefician o no le convienen a alguno de los candidatos. Argumento estratégico para lo que se pueda ofrecer, después del día de la elección. Afirmar que todas las encuestas están cuchareadas, aunque sean varias de diferentes casas que coinciden en las tendencias, resulta al menos temerario.

Más grave aún que, conforme se acerca el primero de julio, se empiece a hablar de un posible fraude electoral, se cuestione la honorabilidad y el trabajo profesional de las autoridades encargadas de vigilar la legalidad del proceso y se denuncie el inicio de la guerra sucia, versión actualizada del complot, cuando se hacen públicas reuniones o acuerdos comprometedores o se hacen precisiones que corrigen cifras dadas sin ningún sustento.

Todo esto pareciera corresponder a una estrategia bien meditada para aplicar en caso de que los resultados de la elección no sean favorables al candidato del movimiento progresista. Una repetición de lo sucedido hace seis años, sólo que ahora un poco más complicado por la participación de grupos estudiantiles y  de otros movimientos dispuestos a sumarse para pescar a río revuelto.

La resistencia de Andrés Manuel López Obrador a aceptar el resultado de la elección, cualquiera que éste sea, es un mal presagio. Vislumbra la posibilidad de un conflicto postelectoral, en caso de que sea otro u otra y no él, quien triunfe en los comicios.  Lo vimos en la televisión dando mil rodeos para evitar contestar esta simple pregunta: ¿aceptará los resultados que registre la autoridad electoral?

Ante este panorama, no resultaría tan disparatado sugerir la suscripción de un acuerdo entre los cuatro candidatos presidenciales por el que se comprometan a aceptar el fallo de la autoridad electoral. Y es que, por lo que se ve, las leyes y las autoridades no resultan suficientes ni confiables al candidato de las izquierdas. Esto no debería ser necesario, pero ante tal actitud y por la tranquilidad del país y el respeto a nuestra democracia, no estaría por demás hacerlo.

En la Capital ¿fuego amigo?

In Política on 12 junio, 2013 at 1:55 pm

El problema de las adicciones en el país se agrava al mismo ritmo que el de la inseguridad. Con esto, no estaríamos afirmando que entre ambos exista necesariamente una relación de causa efecto, aunque ciertamente tampoco podríamos considerarlos desligados del todo. Porque la crisis de inseguridad que ha sacudido al país en los últimos años, al menos en lo que a pérdida de vidas se refiere, está ligada con la guerra declarada por el anterior gobierno a los cárteles de la droga, con muy cuestionables resultados.

Según estudios del Instituto de Atención y Prevención de Adicciones (IAPA), en la década pasada, el consumo de drogas ilegales en el país se duplicó al pasar de 0.8 por ciento a 1.5 por ciento entre personas áreas urbanas sube a 2.9 por ciento. Por regiones, la zona norte de la República muestra los índices más elevados con un 50 por ciento sobre la media nacional. Y son los estados de Nuevo León, Tamaulipas y San Luis Potosí quienes reportan los registros más altos con 3.1 por ciento.

En el caso de la ciudad de México, conforme a lo declarado por el Director del IAPA, en octubre del año pasado, el consumo de drogas legales e ilegales es superior al del promedio nacional. Según sus propias palabras “no somos la peor entidad en ninguna de las sustancias, pero estamos por arriba del promedio, en todas ellas”. En esta capital, más de medio millón de personas consumen drogas ilegales como marihuana, cocaína, metanfetaminas y drogas sintéticas.

Con un mercado tan atractivo, es difícil imaginar que en el Distrito Federal no opere ningún cártel, como insistentemente lo ha afirmado el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera. Entonces, cabría suponer la existencia de acuerdos entre grandes capos del crimen organizado para ingresar la droga en la capital, sin estridencias, por el bien de ellos y, sobre todo, del negocio.

Según reportes de 2011, al menos seis cárteles operaban en la ciudad de México: el de Sinaloa, los Zetas, los Beltrán Leyva, el de Juárez, la Familia Michoacana y hasta una célula de los Mara Salvatrucha. Creíble, por la magnitud del mercado, pero dado que aquí no se conocen enfrentamientos entre estos grupos, como los que acostumbran en otras regiones del país, sólo cabrían dos posibilidades: aceptar la afirmación del Jefe de Gobierno capitalino de que aquí no opera ningún cártel o bien, considerar la hipótesis de la existencia de pactos de no agresión entre los principales capos, lo que no significaría que no operen en este lugar.

Y es que, como alguien tiene que abastecer el mercado, operación que supera las capacidades de los narcomenudistas, y el volumen de consumo da para muchos, resulta más conveniente y redituable, para los intereses de los grandes capos, alcanzar acuerdos para introducir la droga en la ciudad, sin problemas, que librar una guerra entre cárteles para tratar de ser el único proveedor de la plaza. Suponemos que éste sea el caso, pues sólo así se explicaría el sigiloso y creciente arribo de droga para su distribución en esta plaza, según los indicadores de incremento en el consumo.

Estos acuerdos, al fin de cuentas, supondrían una forma de operación de los cárteles en la ciudad capital, pues es su producto el que se está comercializando, además de la supervisión que seguramente ejercen para vigilar el cumplimiento de los compromisos. Lo que es evidente es la disputa por el control de zonas y puntos de distribución en la plaza, aunque, eso sí, sólo ocurra entre traficantes al menudeo.

La violencia que se ha suscitado en esta ciudad en las últimas semanas, y que aparecen como disputas entre grupos de traficantes de drogas, da lugar también a especulaciones de otra índole. Se habla de choques entre bandas de delincuentes a las que se les ha perdido el control, de una manera intencionada para poner en jaque al gobierno de la ciudad capital.

Fuego amigo de algunos personajes del partido en el poder capitalino que no repararían en utilizar cualquier medio para recuperar posiciones. Al fin de cuentas, con tantos años en el gobierno del Distrito Federal, han logrado cooptar toda clase de grupos, que les prestan los más variados servicios. Podría tratarse entonces, del cobro de facturas ante los recientes descalabros sufridos por ciertos grupos en la renovación de las dirigencias de la Asamblea de Representantes y del Comité Ejecutivo Estatal del Partido de la Revolución Democrática en el Distrito Federal. Posiciones que ahora controla el Jefe de Gobierno, para desgracia de algunos perredistas.

Claro está que todo esto es una mera especulación. Aunque ya sabemos cómo se las gastan algunas tribus de ese partido.

Junio 12 de 2013.

Ahora, a cuidar los modales

In Política on 7 junio, 2013 at 5:04 pm

La comunicación tuvo una formidable transformación a partir de que la tecnología puso al alcance de los ciudadanos de a pie instrumentos que antaño sólo se concebían en el mundo de ciencia ficción. En la fantasía, proyectada a través de personajes de novela o cinematográficos, privilegiados con el uso de herramientas concebidas por una fértil imaginación de esos tiempos, con la que nos deleitaban, a través de fantásticas aventuras.

Me queda el recuerdo de un personaje de revistas de entretenimiento y de tiras cómicas que se publicaban en ediciones dominicales de algunos diarios, a mediados del siglo pasado, y que era portador de un radio reloj de pulsera que utilizaba como medio de comunicación.

Dick Tracy se llamaba el héroe de esas historietas, un detective que combatía el crimen y resolvía casos en los que el bien siempre vencía al mal. A este personaje, en 1946 se le dotó con la innovación de lo que podríamos considerar el antecedente de los teléfonos celulares actuales, un radio reloj. Más adelante, en 1964, a ese aparato se le habría de agregar una pantalla que le permitiría funcionar, además, como televisión.

Estos equipos vendrían a ser los abuelos de los llamados smartphones o teléfonos inteligentes, que han venido a revolucionar la comunicación actual, al facilitar la difusión masiva de hechos que en otros tiempos pasarían desapercibidos, pero que ahora cualquiera, que cuente con uno de estos aparatos, puede video grabar y transmitir a través de las redes sociales.

Esta circunstancia ha convertido al ciudadano común y corriente en un potencial reportero, con enormes ventajas sobre el periodista profesional, en cuanto al sentido de la oportunidad, pues aquél resulta ser testigo presencial de los hechos que puede difundir simultáneamente al momento de estar ocurriendo. Eso sí, con el riesgo que significa mostrar una versión precipitada y parcial de un hecho, de sólo una parte de la historia, lo que, no pocas veces, ha dado lugar a juicios condenatorios injustos.

Lo que, por cierto, no ha sido el caso de algunos de los escándalos conocidos recientemente y que, por el contrario, ha funcionado como denuncias públicas sobre conductas reprobables, más grave cuando el personaje involucrado se trata de una figura pública, como en el caso de la ahora conocida  “ladydelsenado,” Luz María Beristain, senadora por el estado de Quintana Roo.

Pareciera que la posibilidad de hacer ostentación de un cargo público, como alegato de privilegio para ignorar leyes o reglas, sigue prevaleciendo como una gran tentación en la mente de algunos servidores públicos. Sujetos que no dudan en aprovecharse de su puesto para exigir ventajas, en lugar de asumirlo como una responsabilidad de servicio y de compromiso con la ciudadanía y el país.

Sólo con esta distorsión de conceptos, pueden entenderse los alegatos de la senadora Beristain, en su intento por justificar su comportamiento ante la despachadora de una aerolínea que se negó a darle el pase de abordar por haber llegado a registrarse cuando el vuelo ya estaba cerrado.

Dado que la videograbación del suceso mostró toda la retahíla de reclamos formulados por la legisladora, resultaba difícil desmentir lo dicho, así que, suponemos, que alguien recomendó a la legisladora salir a medios, para dar su versión de los hechos, a manera de control de daños. Sólo que erró en la estrategia argumental al insistir, en todas sus entrevistas, que el maltrato recibido consistió en haberle negado el trato especial y de privilegio que, según ella, se merecía, en función del cargo de representación popular que ostenta. Porque, del incumplimiento en que incurrió, al llegar después de vencido el tiempo que requieren las líneas aéreas para el registro de pasajeros, ni hablar.

En su afán por justificar lo injustificable, la senadora consideró la negativa a acceder a su reclamo, como un complot en contra de los políticos, por lo que en el extremo anunciaría su intención de proponer la creación de una Fiscalía Especial para la Protección de los Políticos.

Si bien, tras varias accidentadas entrevistas, la legisladora accedió a ofrecer disculpas por su comportamiento, no dejó de insistir en que, con ella se había cometido una injusticia y que el trato que se la había dado era inhumano.

Esto, estimados radio escuchas, sólo es una muestra de la prepotencia que caracteriza a algunos personajes de nuestra clase política, pero que ahora tendrán que ser más cuidadosos de sus modales, si no quieren saltar a la fama, y no precisamente, a la más conveniente para su carrera política.

Junio 3 de 2013

Ahora, a cuidar los modales.

In Temas Centrales on 3 junio, 2013 at 12:05 pm

La comunicación tuvo una formidable transformación a partir de que la tecnología puso al alcance de los ciudadanos de a pie instrumentos que antaño sólo se concebían en el mundo de ciencia ficción. En la fantasía, proyectada a través de personajes de novela o cinematográficos, privilegiados con el uso de herramientas concebidas por una fértil imaginación de esos tiempos, con la que nos deleitaban, a través de fantásticas aventuras.

Me queda el recuerdo de un personaje de revistas de entretenimiento y de tiras cómicas que se publicaban en ediciones dominicales de algunos diarios, a mediados del siglo pasado, y que era portador de un radio reloj de pulsera que utilizaba como medio de comunicación.

Dick Tracy se llamaba el héroe de esas historietas, un detective que combatía el crimen y resolvía casos en los que el bien siempre vencía al mal. A este personaje, en 1946 se le dotó con la innovación de lo que podríamos considerar el antecedente de los teléfonos celulares actuales, un radio reloj. Más adelante, en 1964, a ese aparato se le habría de agregar una pantalla que le permitiría funcionar, además, como televisión.

Estos equipos vendrían a ser los abuelos de los llamados smartphones o teléfonos inteligentes, que han venido a revolucionar la comunicación actual, al facilitar la difusión masiva de hechos que en otros tiempos pasarían desapercibidos, pero que ahora cualquiera, que cuente con uno de estos aparatos, puede video grabar y transmitir a través de las redes sociales.

Esta circunstancia ha convertido al ciudadano común y corriente en un potencial reportero, con enormes ventajas sobre el periodista profesional, en cuanto al sentido de la oportunidad, pues aquél resulta ser testigo presencial de los hechos que puede difundir simultáneamente al momento de estar ocurriendo. Eso sí, con el riesgo que significa mostrar una versión precipitada y parcial de un hecho, de sólo una parte de la historia, lo que, no pocas veces, ha dado lugar a juicios condenatorios injustos.

Lo que, por cierto, no ha sido el caso de algunos de los escándalos conocidos recientemente y que, por el contrario, ha funcionado como denuncias públicas sobre conductas reprobables, más grave cuando el personaje involucrado se trata de una figura pública, como en el caso de la ahora conocida  “ladydelsenado,” Luz María Beristain, senadora por el estado de Quintana Roo.

Pareciera que la posibilidad de hacer ostentación de un cargo público, como alegato de privilegio para ignorar leyes o reglas, sigue prevaleciendo como una gran tentación en la mente de algunos servidores públicos. Sujetos que no dudan en aprovecharse de su puesto para exigir ventajas, en lugar de asumirlo como una responsabilidad de servicio y de compromiso con la ciudadanía y el país.

Sólo con esta distorsión de conceptos, pueden entenderse los alegatos de la senadora Beristain, en su intento por justificar su comportamiento ante la despachadora de una aerolínea que se negó a darle el pase de abordar por haber llegado a registrarse cuando el vuelo ya estaba cerrado.

Dado que la videograbación del suceso mostró toda la retahíla de reclamos formulados por la legisladora, resultaba difícil desmentir lo dicho, así que, suponemos, que alguien recomendó a la legisladora salir a medios, para dar su versión de los hechos, a manera de control de daños. Sólo que erró en la estrategia argumental al insistir, en todas sus entrevistas, que el maltrato recibido consistió en haberle negado el trato especial y de privilegio que, según ella, se merecía, en función del cargo de representación popular que ostenta. Porque, del incumplimiento en que incurrió, al llegar después de vencido el tiempo que requieren las líneas aéreas para el registro de pasajeros, ni hablar.

En su afán por justificar lo injustificable, la senadora consideró la negativa a acceder a su reclamo, como un complot en contra de los políticos, por lo que en el extremo anunciaría su intención de proponer la creación de una Fiscalía Especial para la Protección de los Políticos.

Si bien, tras varias accidentadas entrevistas, la legisladora accedió a ofrecer disculpas por su comportamiento, no dejó de insistir en que, con ella se había cometido una injusticia y que el trato que se la había dado era inhumano.

Esto, estimados radio escuchas, sólo es una muestra de la prepotencia que caracteriza a algunos personajes de nuestra clase política, pero que ahora tendrán que ser más cuidadosos de sus modales, si no quieren saltar a la fama, y no precisamente, a la más conveniente para su carrera política.

Junio 3 de 2013