Antes de que inicie formalmente el proceso electoral de los comicios federales de 2012, una encrucijada está poniendo a prueba la experiencia, el talento, la habilidad y la sensibilidad política de los protagonistas del proceso y sus partidos: el método para elegir al candidato presidencial.
Adelantados todos, como lo hemos comentado con anterioridad, a los tiempos dispuestos por una legislación restrictiva e ignorante de los usos, costumbres y prácticas de la política de este país, que han resultado estar más arraigadas de lo imaginable, no sólo en el corazón de los priistas sino también en el de los panistas y los perredistas, entre otros, muestran ya sus cartas, su juego, aún no.
Los tres partidos que han de postular a los finalistas de la contienda, tienen una delicada tarea antes de entrar de lleno en la competencia electoral. Cada uno, en su particular circunstancia, necesita encontrar la fórmula correcta y adecuada para elegir a su candidato presidencial. La equivocación en el método de selección puede provocar una profunda fractura interna que pondrá en graves dificultades de competencia a cualquiera de los partidos que la cometa.
PRI, PAN y PRD, han mostrado ya sus cartas, que no su juego, porque la lista de sus aspirantes ha quedado depurada, o casi. Sabemos quiénes son los que participarán en las primarias, si es el caso que se den. En Acción Nacional, por el número de aspirantes declarados y reconocidos, en un principio siete, el descarte captó la atención, aunque también lo hizo, pero menos, el hecho de que esto haya ocurrido sin dejar heridas, al menos no perceptibles.
El último en salirse de la carrera presidencial panista fue el gobernador de Jalisco, Emilio González, quien la semana pasada decidió declinar a su candidatura. Con esto, el blanquiazul cierra con únicamente tres semifinalistas, si es que, antes de que finalice el año, no hay una declinación más. Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto Cordero, mencionados en el orden de preferencias en que aparecen, según las encuestas publicadas en estos últimos días, son los sobrevivientes.
El juego que no ha mostrado este partido es la definición del método para la eliminatoria. Y aquí es donde se plantea una encrucijada que deberá resolver con destreza, so pena, como lo hemos dicho, de quebrar la unidad interna con nocivas consecuencias. Tres son los métodos que contemplan los estatutos del PAN, y cada uno tiene sus pros y sus contras. El llamado método ordinario, elección por voto de los miembros activos y adherentes del partido, pareciera ser la más viable. Aunque los dos aspirantes mencionados en primer lugar, Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel, han formulado impugnaciones al Registro Nacional de Miembros, por lo que se tendrán que hacer los ajustes para corregir las inconsistencias alegadas. Se habla de un padrón blanquiazul que suma casi un millón 800 mil militantes.
La segunda opción es la consulta abierta a la ciudadanía. Esta favorecería a los dos candidatos mencionados en primer lugar, pero se ve poco probable que vaya a ser utilizada, por tratarse de una fórmula muy gravosa, se calcula que su costo podría ascender a los 100 millones de pesos, y complicada, por la logística que requiere (urnas, casillas, boletas, personal, etc.). Además, a decir del ex senador Santiago Creel, en los casos en los que el PRI y el PRD la han aplicado, ha redundado en grandes fracasos.
La tercera alternativa que prevén los estatutos del PAN, es la designación del candidato por la cúpula del partido a través de su Comité Ejecutivo Nacional. Un caso sin consulta a las bases ni a la ciudadanía. Esta fórmula, para como están las cosas en este partido, resultaría inadecuada, además de incorrecta por lo que se dice de los apoyos que trae atrás Cordero. Su aplicación podría provocar una profunda fractura al interior del partido, indeseable en cualquier momento, y mucho más en el actual.
Las encrucijadas para el PRD y el PRI, también tienen lo suyo, aunque en ambos se trate de sólo dos aspirantes en la carrera presidencial. En el caso del PRD, al menos parte de su dirigencia, no ha ocultado sus preferencias electorales. Conforme el tiempo avanza, Marcelo Ebrard va consolidando su posición y definiendo su paso. Con franca apertura en su aspiración y un discurso al que le mete ya candela, cuando que afirma tener mejores y mayores cualidades que su competidor, continúa con una estrategia que hasta el momento le ha resultado, y el PRD lo ha adoptado.
La encrucijada del Sol Azteca, pareciera despejada, gracias a la propuesta hecha por los dos aspirantes respecto al método a seguir: consultas y debates, y elegir al mejor posicionado. Sólo que, de lo dicho al hecho, pareciera que el compromiso no es tan firme, y que si bien las formas están definidas, no lo están tanto los detalles de cada caso, y eso puede complicar las cosas. Su encrucijada pues, no es menor.
En el PRI, Enrique Peña Nieto corre a la delantera, no sólo en las internas de su partido sino también en el comparativo con los aspirantes de los otros partidos. Pareciera entonces, que la encrucijada del método no lo es tanto para este partido, pero resulta que existe otro aspirante de características muy particulares que obliga a cuidar formas y fondo.
El senador Manlio Favio Beltrones, si bien no resulta bien posicionado entre las preferencias de la ciudadanía o de la militancia de su partido cuando se le compara con Peña Nieto, resulta muy competitivo frente a los candidatos del PAN y del PRD. A este senador no hay quien le discuta su habilidad, experiencia, manejo y peso político. En elección abierta, Peña Nieto arrasaría, en elección por delegados, seguramente también, pero el PRI no debe olvidar las lecciones del pasado y evitar enfrentamientos que terminen en fracturas. Peña Nieto y Beltrones son dos activos del partido que se necesitan uno del otro, y el PRI requiere de los dos. Tarea compleja, pues, la de escoger el método. Encrucijada, cómo definir su candidato sin eliminar contendientes.