PRI, PAN Y PRD alistan sus armas con miras a la gran final electoral del sexenio. Cada quien, a su particular manera y estilo propio, reflexiona, consulta y convoca para enfrentar y superar el primer gran escollo que representa el método para elegir a quien finalmente habrá de contender, bajo sus colores, en la próxima carrera presidencial.
Y es que los tiempos del tapado, del fiel de la balanza, del carro completo y del partido casi único han quedado atrás. Ahora la competencia es más pareja, y todos los partidos con registro tienen las mismas posibilidades de competencia. Al menos, así están dispuestas las reglas, para que todo dependa de un paquete que comprende, de manera simplificada, los programas de gobierno, las propuestas, credibilidad y trayectoria de los candidatos postulados, las estrategias de campaña y el desempeño de los partidos políticos.
Y aunque los plazos legales para el inicio formal del proceso electoral son todavía distantes, primera semana de octubre, y más lejanos aun los que autorizan el arranque de las precampañas, que van hasta la tercera semana de diciembre, hay que reconocer que la política se mueve en tiempo real, por lo que, aspirantes y partidos, algunos al menos, por momentos, parecieran estar al borde de un ataque de nervios, aunque después de la crisis venga la calma.
A partir del proceso electoral del Estado de México, al que se le quiso medir como laboratorio de la elección de 2012, las estrategias de algunos partidos están sometidas a profunda revisión. Los resultados obtenidos por los candidatos mexiquenses, panistas y perredistas, obligan a la reflexión y a la autocrítica. El voto duro de estos partidos, que en otros tiempos les permitió gobernar algunos de los municipios más importantes del estado como Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli, Valle de Chalco, Nezahualcoyotl, entre otros, brilló por su ausencia en la pasada elección del 3 de julio.
Algo estará fallando en estos partidos, o algo estarán haciendo bien los tricolores que les permitió un triunfo tan contundente. De cualquier manera, más les vale a las oposiciones mexiquenses revisar sus tiempos y estrategias, dada la importancia numérica del padrón electoral de este estado, y la proximidad de la elección federal.
No extraña pues, que las dirigencias de los tres grandes partidos celebraran, en la semana que pasó, reuniones en preparación de lo que vendrá. Como tampoco llama demasiado la atención el hecho de que algunos aspirantes realizaran movimientos estratégicos en la carrera por su postulación.
En el PRD, con dos claros contendientes, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, persiste la fórmula que ellos mismos fijaron para la selección del elegido: debates y encuestas. Se apuesta, pues, al respeto del acuerdo entre dos, aunque uno de ellos, un día sí y otro también, mande señales encontradas respecto a su compromiso. De cualquier manera, los dirigentes del Sol Azteca hablan de reestructurar su instituto, redefinir estrategias, buscar la unidad de las izquierdas, de ir juntos, con los partidos del Trabajo y Convergencia, con un solo candidato, además de sostener la posibilidad de alianzas, con el PAN inclusive. Esto último, aunque no sea del todo bien visto por uno de sus más distinguidos personajes, y otros de plano lo rechacen, como es el caso de uno de los aspirantes, del Partido del Trabajo y de una fracción importante del PRD. Convergencia, está en la duda.
Y mientras López Obrador promueve su Movimiento de Regeneración Nacional, y afirma que será candidato presidencial de un partido de izquierda, de dos o de los tres, el Jefe de Gobierno del D. F. recibe el apoyo de tres de las corrientes que forman parte de su partido, Nueva Izquierda, Foro Nuevo Sol y la Izquierda Renovadora en Movimiento, quienes reunidas en las instalaciones de la Fundación Equidad y Progreso, entidad creada para impulsar su candidatura, bautizan su movimiento con el nombre de “Demócratas de Izquierda”.
Por su parte, en el PAN afinan su plan para el 2012. En una reunión al más alto nivel, con la asistencia del Presidente Felipe Calderón, gobernadores, funcionarios, dirigentes y distinguidos militantes analizaron informes estadísticos y escucharon las voces de expertos electorales y de políticos actuales y del pasado, exitosos unos, otros no tanto. Un buen ejercicio para abrir los ojos ante una realidad que no le es del todo favorable a este partido. Cónclave para acordar estrategias, fortalecer la unidad del partido, diagnosticar las causas de las derrotas de las elecciones pasadas, ubicar aciertos y errores y, eventualmente, corregir la política gubernamental.
Con los siete que aspiran se reunirían dos días después, porque urge empezar a trabajar sobre el descarte que los reduzca a números manejables. Por lo pronto, uno de ellos, el senador Santiago Creel, daría un paso más en su estrategia personal, presionando con la solicitud de licencia a su cargo de representación popular, dándole toda la publicidad posible. Otro aspirante, el Secretario de Desarrollo Social, mandaría un mensaje cifrado, de auto exclusión, podríamos suponer, al no asistir a una reunión especialmente convocada para los que quieren ser.
No pasará mucho tiempo antes que el número de aspirantes panistas quede reducido a tres, aunque por ahí comienza a hacer ruido un ex presidente del blanquiazul, con juicio de expulsión, que también pretende, aunque jugando por la libre.
El PRI también reunió a sus notables, aunque no hubo novedades. Sin la prisa de otros ni sus presiones, su dirigente Humberto Moreira advirtió que respetarán los tiempos de la ley y los de sus estatutos: en diciembre los precandidatos y en febrero, el mero bueno. Nada sobre el método de selección, que habrá de decidir su Consejo Político Nacional, y menos sobre alianzas polémicas, que más vale dejar para otro momento, cuando esté maduro el proyecto. Son los privilegios de